domingo, 4 de febrero de 2018

LA DECEPCIÓN DE LA EXPECTATIVA: THE PURGE (2013)


Nada puede decepcionar si no ha suscitado admiración e interés antes. Admito sentir debilidad por el concepto original de "La Purga". James DeMonaco tocó una idea que roza la genialidad. No es exagerado pensar que, un poquito más pulida, pudiera ser el argumento de uno de los mejores episodios de "Black Mirror" o "Historias para no dormir". Se trata de un posible futuro donde los Estados Unidos han dicho adiós a la recesión económica. Desde los locos años 20 del pasado siglo la clase media no se ha visto en una mejor. Empresas como las aseguradoras hacen su agosto cada semana. Claro que hay una pequeña letra pequeña en los fabulosos y raquíticos datos acerca de la población desempleada. 



Y es que, siguiendo el darwinismo social más extremo, el nuevo gobierno, conocido misteriosamente como "los nuevos padres fundadores", aprueba una ley que permite una noche al año declarar como legal cualquier acto. Eso permite saqueos, hurtos, violaciones, asesinatos, torturas, etc. Como la élite dirigente no es estúpida, hay una clase privilegiada de dirigentes que permanece inmune a la cacería. Aunque haya algunas voces discordantes, una importante masa de la población se muestra encantada de llevar armas de fuego (ay, la segunda enmienda) y sacar a la bestia que llevan dentro. En resumen, cuando se iba a estrenar el film en 2013, existían pocas cosas en la cartelera con un punto de arranque más atractivo. 



La película nos lleva al año 2022. James Sandin (Ethan Hawke) es un tipo afortunado en Los Ángeles. No hacía tanto, él y su esposa (Lena Headey) llegaban con apuros a fin de mes. Ahora sus hijos van a los mejores colegios y James no deja de ganar clientes con sus seguros de hogar. Aquí radica la clave de la purga. Si puedes costear medios para defenderte, te salvas. De hecho, siendo un poco listo hasta harás negocio. A fin de cuentas, la gente de bien londinense no dejó de mostrar una malsana admiración por las atrocidades de un monstruo en los suburbios de Whitechapel. Aunque sean una familia muy respetable y de estatus, buena parte de su casa ha sido edificada en sangre. 


La elección de la pareja Hawke-Headey es casi perfecta. El primero es capaz de hacer de tipos cotidianos con secretos sin problema alguno (Antes de que el diablo sepa que has muerto) y la segunda tiene una fortaleza que sirve tanto para Cersei Lannister como para Sarah Connor. Un muy mal síntoma es que ninguno de estos dos excelente intérpretes termina por destacar en el asunto. Tras el prometedor inicio, el primer acto se precipita sin que a los responsables les parezca oportuno detenerse en sutilezas o explicaciones sobre las motivaciones de unos y otros. 



Si en las siguientes entrega se exploró más el ambiente urbano durante los tumultos de la "festividad", aquí se apuesta por la atmósfera opresiva de la casa de los Sandin. El más joven de la casa (Max Burkholder) desobedece las instrucciones familiares y siente piedad por un pobre indigente a quien están persiguiendo por su barrio (Edwin Hodge). No parece casual que el refugiado sea un afroamericano a quien un puñado de yuppies (liderados por el personaje caracterizado por Rhys Wakefield) ha intentado dar una buena paliza para luego "sacrificarlo". Todo podría haber quedado allí, pero los cazadores no van a abandonar a su pieza, a quien consideran un objeto de carne por ser pobre y estar indefenso. Pensemos en esas bestias disfrazadas de humanos que juzgan divertido aporrear indigentes para comprender que la distopía está limítrofe con nuestro mundo. 



El inconveniente es que todas las partes del rompe-cabezas se mueven cayendo en tópicos, como si la cámara estuviese deseando llegar a los tiroteos cuando el drama que se está viviendo es mucho más interesante. ¿Qué hace la familia? ¿Lo entregan o se arriesgan a despertar las hostilidades de unos agresores que no van a reprimir su impulso asesino esa noche? Entre medias se nos inserta el romance de la joven hija de los Sandin (Adelaide Kane) que ni estorba ni aporta, porque el film no se ha tomado la molestia de que conozcamos realmente a ninguno de los inquilinos de la casa para que nos importante aunque sea una chispa lo que les está aconteciendo. 


Sus personalidades quedan reducidas a figuras de retablo. De una premisa absorbente, la cinta se contenta con ser una americanada bastante al uso, abusando de varios clichés durante las coreografías de los enfrentamientos. Lo que más rabia da es que todo esto va salpicado de ideas sugestivas, con conceptos de gran atractivo. Los miembros bien de la sociedad que ven con agrado la purga llevan en sus vehículos y cuelgan en sus casas unas flores concretas. Una forma de identificar y reconocerse entre sí. Eso podría servir de elemento sutil para entender esa discriminación materialista que esconde odios de otro tipo (raciales, étnicos, físicos, etc.). Un buen recurso que no es explotado en lo más mínimo. 



DeMonaco se niega a jugar con unas primeras escenas que podrían haberse alargado más. Al principio, el barrio californiano es presentado como una Arcadia feliz de burgueses prósperos. No obstante, muchas de esas gentes ven con desprecio a James y Mary por haberse enriquecido a su costa vendiéndoles caros equipos de protección. Como no hemos explorado esas profundidades en los diálogos anteriores, el repentino odio de su vecindad esa noche queda forzada e inconclusa. El guión deja la sensación de haberse revisado poco, está plagado de pistas que, bien hilvanadas, podrían terminar derivando incluso en una experiencia sobresaliente. 



Entre tanto tiroteo y momento navajero, no se explota la mejor idea de toda la franquicia: esos "venerables" padres fundadores que mezclan con precisión de cirujano elementos del fascismo con el capitalismo más desenfrenado. De hecho, no es causal que se vean como los progenitores de la nación renacida, una donde mujeres como Mary quedan, nuevamente, reconducidas a protectoras del hogar y meros apoyos de sus maridos. Acabamos sin lograr ningún acercamiento a esa institución o cómo logró alcanzar el poder. 



Se podría perdonar a La noche de las bestias como muestra de género de acción comercial. Pese a algún lugar común, tiene dignidad y buena manufactura. El problema son las expectativas generadas por su arranque. La peor de las decepciones solamente puede venir de la mejor de las expectativas. 



FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES:



-http://www.scifiworld.es/index.php/galerias/imagenes/the-purge-2013



-http://a-zhorror.com/movies/the-purge



-https://www.metrotimes.com/detroit/film-review-the-purge/Content?oid=2145896

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