LOZANA: Señora mía, ¿son doncellas vuestras hijas?
NAPOLITANA: Son y no son, sería largo de contar, Y vos, señora, ¿sois casada?
[DELICADO, F., La lozana andaluza, Espasa, Madrid, 1998, p. 90. El castellano del texto se ha actualizado]
A pesar de que sus creadores las habían concebido con bastantes años de diferencia, se habrían gustado mucho, no cabe la menor duda sobre ello. A la vieja y astuta Celestina le habría llamado la atención esa moza cordobesa que se estaba iniciando en una profesión en la que ella era doctora cum laude. Cuando Fernando de Rojas escribió La Celestina (o la tragicomedia de Calisto y Melibea), quizás no imaginó que iba a provocar que en la Venecia de comienzos del siglo XVI alguien se decidiera a seguir sus pasos. Y es que Francisco Delicado, aunque la autoría también ha sido objeto de debate, creó una sucesión de mamotretos y diálogos deslenguados que se consolidaron en los avatares de una cortesana española en la inmortal Roma: La lozana andaluza.
Conocido es que dedicó la primera edición al maestro gramatical Nebrija, pero muy poco es lo que realmente sabemos de F. Delicado, lo cual ha provocado que se hayan hecho muy interesantes consideraciones sobre el significado social que quiso brindar a esta serie de capítulos, muchas veces inconexos, donde la protagonista, tras diversas desventuras, se va consolidando como prostituta en una Ciudad Eterna en una coyuntura muy especial. La Roma de pontífices y prebendas, de judíos huidos de la expulsión peninsular española y portuguesa que negocian con los grandes obispos, el trono de San Pedro venial y, ante todo, la historia de los pícaros y la pequeña gente, los derrotados cotidianos en un gran juego de vanidades, con un célebre saqueo de telón de fondo.
Con todo, existen fuertes dudas acerca de adscribir directamente a esta pieza la categoría de novela picaresca. Puede ser una antesala a ese micro-universo que tan bien se comprende en Italia y España, pero carece de muchos de los elementos que determinan al género (rasgos que son claramente visibles en El Lazarillo, La vida del buscón o La pícara Justina). Tampoco es una trama amorosa y erótica al uso, existiendo un fuerte componente comercial entre la protagonista y sus clientes, algo lógico, pero también con los amantes más prolongados como Rampín.
Y es que, ante todo, es una obra muy personal y con la que es difícil poder hacer comparaciones. Hasta tal punto que el propio Francisco Delicado se dejó caer por sus páginas como personaje de la misma. Con mensaje ético nada edificante para la moral de la época, hay muchos guiños y detalles que, probablemente, nosotros, lectores de nuestro tiempo, no identificamos con la claridad que lo hicieron sus coetáneos. Los nombres de los príncipes de la iglesia que desfilan por esos burdeles, el colectivo cristiano nuevo, los códigos, las insinuaciones, la comida, etc.
Fue Francisco Márquez Villanueva uno de los primeros investigadores en acentuar la esfera de lo converso en esta obra de apariencia tan frívola y de carpe diem, que esconde mucho más de lo que aparenta. Aparte de expresiones muy andaluzas de aquel tiempo, los mamotretos incluyen palabras italianas, catalanas, portuguesas y, obviamente por el marco donde se desarrolla la acción, voces latinas (los expertos han señalado el carácter macarrónico del mismo, propio de ese contexto).
Me comentaba hace ya algún tiempo un buen amigo que de esto sabe que la Lozana tiene aún pendiente una nueva adaptación a la gran pantalla, o, como es moda en los últimos años, una buena serie de televisión. En verdad, posee los suficientes elementos para dar juego. Tenemos un precedente fílmico en 1976, donde anduvo Vicente Escrivá, quien solía tener muy buena intuición para sacar cosas rentables para televisión. Si bien María Rosario Omaggio tenía todos los atributos (como actriz y en otros aspectos algo más subidos de tono) para resultar creíble como la cordobesa, algo falto en esta producción erótica-festiva, fruto también de aquella coyuntura de nuestro cine (aunque fue asimismo una co-producción italiana).
Intérpretes como Maribel Verdú hubieran podido ser unas protagonistas espléndidas para ese futurible, esperemos que alguien coja el toro por los cuernos y se arriesgue, porque son momentos de la literatura castellana que merecen recuperarse. Solamente hay que recordar la magnífica labor de recopilación que Fernando Fernán Gómez hizo de la picaresca para TVE.
Mientras tanto, esta dama de azarosa vida y sensuales maneras sigue aguardándonos, por módico precio, en muchas estanterías y librerías de viejo. Que no es poco.
FOTOGRAFÍAS Y ENLACES:
http://fredagsfunderingar.blogspot.com.es/2014_06_01_archive.html
http://www.benitomovieposter.com/catalog/lozana-andaluza-la-p-1267.html
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