En ocasiones, una buena crónica es tan importante como el hecho en sí. Es más, en ocasiones, incluso podríamos atrevernos a decir, herejía entre blasfemias, que una buena pluma permite que algo memorable se convierta en legendario. Así parece acontecer en el capítulo "El partido del siglo, la parada del siglo", resurrección escrita del mítico Inglaterra-Brasil del Mundial de México 70, fase de grupos, recordado por la milagrosa estirada del guardameta Gordon Banks a un impecable cabezazo de Pelé, el 10 estelar de la canarinha. Este choque fue un regalo para las personas aficionadas al fútbol, pero, para generaciones futuras que lean esa pequeña joya de cuatro carillas, adquirirá tintes homéricos.
Dicho episodio es apenas uno de los muchos y fugaces recuerdos deportivos que arroja Foot-ball Days & Taquicardias POP de José Luis Garci; aunque, como bien sabrán quienes recuerden trabajos previos del director español y presentador de ¡Qué grande es el cine!, se hacen numerosas, caprichosas y nostálgicas incursiones a los siempre propicios campos del cine y la literatura. También, teniendo en cuenta que el núcleo duro de este libro son la columna que dedicó para el diario ABC en el Mundial de 1994, celebrado en Estados Unidos, a su incondicional admiración por New York y sus librerías.
Y, al igual que ocurre con la publicación de recientes recopilaciones de trabajos de este autor sobre temas como el género noir o Mirar de cine, entre otros, da la sensación de que Garci cumple con holgura la expectativa de crear una obra entretenida y de un libro cómodo para llevar a un viaje. La independencia de cada parte, permite la búsqueda caprichosa y desordenada, del baixinho Romario a George Best, pasando por un simpático tour gastronómico de tiendas y restaurante en USA, territorio que, de justicia es reconocerlo, nunca se ha pirrado especialmente por esto del soccer.
Por fortuna, para evitar monopolios cansinos del pasto sin vacas y con balones, hay pasajes que reflejan efectos colaterales que desmontan tópicos. Por ejemplo, aquellas efímeras pero gloriosas "águilas" nigerianas, las cuales regalaron cinco partidos para el recuerdo, pero también personalidades deportivas que iban más allá de los monosílabos y las burbujas del efímero éxito deportivo. Con una biografía de Scott Fitzgerald bajo el brazo, Garci se encontró con Amunike, uno de los ejes del centro del campo africano, asiduo de una librería de viejo durante su estancia estadounidense. También departió el director con Rufai, el príncipe que quiso colocarse los guantes bajo tres palos, un tipo culto y caballeroso al recordar al hombre que eliminó a los suyos, el budista y enigmático Roberto Baggio, uno de los mejores talentos que ha dado la azzurra.
Y que estos párrafos caprichosos sirven igual para hablar del crepúsculo de los dioses de Argentina y su Diego, cuyo positivo privó al campeonato del prodigio de villa Fiorito, que de Cary Grant y sus elegantes maneras, por no hablar de su curioso símil al hablar de dos iconos de esto de darle patadas a un balón. Pelé fue Orson Welles y La Saeta Rubia John Ford. Ese es el juego escribiendo de este colchonero, un rosario de referencias variopintas de las que jamás se priva.
No es conveniente subestimar ese dato rojiblanco. A fin de cuentas, de haberle gustado ir los domingos a la grada, Bogart hubiera sido del Atleti, de eso no cabe ninguna duda posible. Reseñables también sus profética palabras sobre el añorado Luis Aragonés, justo cuando tomaba los mandos de una selección que venía acompañada de mucha furia, complejos y desgracias de silbato (especialmente en cierto Mundial, ante cierto Duce, aunque, lo peor estaba por venir en aquellos años, y no precisamente en los 90 minutos de juego).
Pequeñas historias e imágenes que quedan en la retira del escritor de estos días de fútbol. Se le podrá acusar de otras cosas, pero de que no le gusta la materia de la que habla es imposible. Cuando es del Hollywood clásico, los atardeceres del Metropolitano bajando con su padre, o sus mil anécdotas de boxeo, etc. Garci es honesto en sus juicios, no porque se esté de acuerdo con él o no en su top 11 (enfermo de las listas, envió sus tres escuadras ideales a la revista Líbero, muy recomendable también), sino porque las siente así.
Es de justicia agradecer los añadidos de la obra, la cual no se limita a corregir las posibles erratas de las primeras crónicas, sino que se añaden reflexiones nuevas sobre campeonatos más actuales, así como alguna entrevista a destacar. En definitiva, un trabajo futbolero que tendrá sus defectos, pues todos los tienen, pero que cumple con mucha holgura las expectativas de ser un ingenioso y honesto entretenimiento.
Por supuesto, el trabajo de imprenta finalizó una mañana de sábado que era la víspera de un cabezazo de Godín que nos dejaba a los culés sin liga en la propia Ciudad Condal.
Pequeñas historias e imágenes que quedan en la retira del escritor de estos días de fútbol. Se le podrá acusar de otras cosas, pero de que no le gusta la materia de la que habla es imposible. Cuando es del Hollywood clásico, los atardeceres del Metropolitano bajando con su padre, o sus mil anécdotas de boxeo, etc. Garci es honesto en sus juicios, no porque se esté de acuerdo con él o no en su top 11 (enfermo de las listas, envió sus tres escuadras ideales a la revista Líbero, muy recomendable también), sino porque las siente así.
Es de justicia agradecer los añadidos de la obra, la cual no se limita a corregir las posibles erratas de las primeras crónicas, sino que se añaden reflexiones nuevas sobre campeonatos más actuales, así como alguna entrevista a destacar. En definitiva, un trabajo futbolero que tendrá sus defectos, pues todos los tienen, pero que cumple con mucha holgura las expectativas de ser un ingenioso y honesto entretenimiento.
Por supuesto, el trabajo de imprenta finalizó una mañana de sábado que era la víspera de un cabezazo de Godín que nos dejaba a los culés sin liga en la propia Ciudad Condal.
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