domingo, 2 de febrero de 2020

TRIGO SUCIO


David Mamet es una voz que tiene pulso. El escritor nacido en Chicago pone su visión en algunos de los temas de más rabiosa actualidad para hallar en ellos el denominador común, es decir, aquello que sobrevivirá en la sociedad y puede aplicarse a cualquier época. No son desconocidas las versiones del dramaturgo en el Gran Teatro de Córdoba (por ejemplo, La culpa), por lo que Trigo Sucio se esperaba con un gran interés. 



El fantasma de Harvey Weinstein y el tristemente célebre escándalo aletea por todo el escenario. Nacho Novo encarna a Barney Fein, un poderoso y truculento productor que sabe cómo aprovechar su posición de poder sobre las jóvenes aspirantes a estrellas. Buscando limpiar su imagen cuenta con una eficaz colaboradora, más que solvente Eva Isanta en ese rol, lo cual da pie a diálogos chispeantes, claro sello de Mamet, sin duda el punto más fuerte de la representación. 



Norma Ruiz y Fernando Ramallo componen el resto del fresco. La primera representa a una artista polifacética recién desembarcada en Hollywood y a la que Fein pondrá a prueba para ver hasta dónde estaría dispuesta a llegar por él éxito. Ramallo sería un joven guionista a quien el productor pisotea con facilidad en la revisión de sus textos. Tal vez sea el suyo el personaje más desaprovechado de la función, con menos escenas para lucir.


El gran motor del asunto es la chispa de las veloces réplicas y contra-réplicas que se hacen los personajes entre sí. Luce muchísimo ingenio y permite tocar temas muy delicados con una fina ironía envidiable. Por ejemplo, la forma en la que Fein intenta convencer a su ayudante de cómo deben encarar la noticia del asesinato de su madre en Macy´s es una sátira brillante de lo políticamente correcto y tiene un toque Diamond-Wilder con aroma clásico.



Al igual que ocurre en Ciudadano Kane, Trigo sucio logra fuerza cuando utiliza más a Weinstein como metáfora que en calidad de biografía encubierta. Orson Welles pulsó muchas teclas sobre la sociedad de su tiempo que han pervivido en el recuerdo por encima de tocarle las narices a un acaudalado magnate con gran influencia en los medios. Misteriosamente, un artista con el talento de Mamet no ha tomado el sendero de irse olvidando del productor real para hacer una comedia oscura sobre todo el mundo del espectáculo.



Ello no penaliza la obra, ágil y chispeante, hasta el tercer acto. De repente, lo que era una moraleja sutil se convierte en un dardo directo, dicho en voz alta al público, rompiendo la buena complicidad de divertida inteligencia que presidía todas las escenas anteriores. No solamente eso, queda una sensación acelerada que aleja del ritmo sólido de principio y nudo del asunto, presentados con la solvencia que siempre esperamos en un trabajo de Mamet.


La dirección de Juan Carlos Rubio se presenta sólida durante toda la función, acompañado de la versión sobre el texto de Mamet a través de Bernabé Rico. En materia de escenografía, cabría destacar las falsas películas producidas en el estudio de Fein, hábiles parodias sobre célebres taquillazos.



En la propia presentación de su trabajo, Mamet reconoce que era posible tomar el sendero de Trigo Sucio a través de dos vías: tragedia o comedia. Opta por esta última sin titubeos, conservando cierto tono religioso relajado, uno que lleva a sus personajes a llegar tarde a la Sinagoga, Iglesia o al espectáculo al que quieren acudir.



Absolutamente recomendables 70 minutos que tocan cuestiones escabrosas con el alivio de la risa.



FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES:



- Contraportada del libreto Trigo Sucio, función del día 31 de enero de 2020, Gran Teatro de Córdoba.



- Escenario Gran Teatro de Córdoba. Función de Trigo Sucio, representada el 31 de enero de 2020. Fotografía realizada por el autor del blog.



- Cartel promocional Trigo Sucio, Gran Teatro de Córdoba, función del día 31 de enero de 2020. 

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