domingo, 7 de julio de 2019

NUESTRO VIEJO AMIGO CICERÓN


Fue un niño prodigio en tiempos donde la toga solía ceder ante la espada. Originario de la modesta localidad de Arpinum, donde también nació un genio militar como Cayo Mario, Marco Tulio Cicerón fue una contradicción brillante para sí mismo. Un abogado de éxito, afortunado escritor y ciudadano comprometido con la República. También era vanidoso, acomplejado ante la clase patricia y cometió un error nada inusual en gente brillante: pensar que no puede haber nadie igual listo; buscando manipular al joven Octavio, terminó siendo utilizado y traicionado por el ambicioso estadista. 



Mario Gas es consciente de todo ello por su erudición en la antigua Roma. Este fin de semana ha improvisado en el antiguo (que no viejo) teatro de Mérida una sala donde juzgar al hombre y su época. Fiel al humanista orador, el director lo hace siempre con una mirada culta y compasiva. Brinda una representación reposada, una amena conversación donde el pasado y el presente quedan fusionados, puesto que son vasos comunicantes. 



El montaje es audaz en su simplicidad. Una acogedora biblioteca donde una pareja de estudiantes conocerá a un extraño que les anima a profundizar en el célebre abogado romano para un trabajo de  la carrera. Entre los tres pronto surge la complicidad y tendrán enconados debates sobre el objeto de estudio. 


Viejo amigo Cicerón es un viaje al pasado que logra evitar un pecado en el que, a veces, incurre la Historia: camuflar a sus personajes con ropajes aburridos para hacerlos más solemnes. Pero Cicerón no vivió en exclusiva para dictar frases esculpidas en mármol a su fiel esclavo Tirón (a quien concedió la libertad). Se divorció, volvió a casarse y tuvo amistades tan intensas como la mantenida con Julio César, a quien apreciaba, temía y odiaba a partes iguales. 



José María Pou capta cada matiz de esa rica personalidad para llevarla a su terreno. Incluso los murciélagos se tornan estudiantes atentos y respetuosos una noche de verano en que un intérprete colosal narra el cruce del río Rubicón o la conjura de Catilina. Hacer fácil lo difícil. Justo ese es el secreto de un protagonista que nos hace cómplices en el juego del recuerdo. Cada época ha tenido su propia imagen de Cicerón, la que más convenía.  



No está solo en la realización de la tarea. Miranda Gas se convierte en Tulia, la sensible y perspicaz hija del letrado. Si su relación con los demás (Pompeyo, Bruto, Marco Antonio...) no era fácil, en aquella joven, el líder republicano podía bajar la guardia y ser él mismo. Su muerte fue una de las estocadas más duras que jamás sufrió. 


La última pieza de este triunvirato bastante más simpático que el formado por Antonio, Lépido y Octavio es Tirón. Ivan Benet da vida a un fiel consejero, la amistad leal que florece de un punto de partida tan inhumano como la esclavitud. Pese a ser intelectual y plagada de referencias históricas, esta pieza teatral termina buscando apelar a nuestro lado más tierno. 



Por buscarle un punto de mejora a la gran escultura, señalar que hay un hábil juego de cámaras con figuras del pasado de Cicerón. Unos testigos reservados para el final que, tal vez, habrían sido incluso grandes hilos conductores de haber aparecido de uno en uno, cuando se les menciona en el discurso. Particularmente intenso el alegato de Catilina, arrojado fuera de la cámara por el terrible poder de la oratoria. Un arma poderosa y que puede ensoberbecer a la lengua que la usa igual que las legiones de la Galia hicieron pensar a César que era un dios invencible. Los idus de marzo le sacaron de ese error, con un papel poco claro de quien fuera su amigo en la conjura. 



Indudablemente, la obra será una de las puntas de lanza del célebre festival emeritense. Concluye con gracia, recordando que incluso el autor de tan célebres frases latinas debe irse a cenar. Finaliza con la armonía de una investigación entusiasta que no pretende sentar cátedra, simplemente contagiarnos su entusiasmo por el objeto de estu...perdón, por nuestro querido viejo amigo Cicerón. 



FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES: 



- Todas las fotografías de la reseña han sido tomadas por el autor del blog en el Teatro Romano de Mérida durante la función del día 6 de julio de 2019. 

1 comentario:

Marcelo Kondetlur dijo...

Hola, buenas tardes... Leí en una vieja entrada que usted grabó numerosas cintas VHS de El Chavo en el pasado. ¿Será que aún cuenta con aquellas grabaciones? Sería fantástico si pudiera revisarlas en busca de algún episodio perdido de los tan buscados por los fanáticos; se lo agradeceríamos muchísimo.
Un saludo desde Argentina.