Juan Antonio Orenga ha dimitido. Tras lamerse las heridas del batacazo ante la sorprendente Francia de Batum y Boris Diaw, muchos apuntaban al seleccionador del conjunto nacional. Antoni Daimiel, siempre buen conocedor del basket y la crónica rosa, lo resumía en un elocuente tweet: "Hemos tenido el peor gatillazo con la mejor novia que hemos tenido". Sin embargo, apuntar exclusivamente al banquillo sería simple, oportunista y ventajista.
Orenga no reaccionó en tiempo en varios compases del encuentro ante el conjunto galo, no obstante, esa mala dirección no empaña su meritorio bronce en el anterior torneo, curiosamente, con un roster menos potente sobre el papel que el estrellado en este Mundial, su Mundial. Todos, los primeros los analistas aficionados de este blog, hacíamos cuentas de la lechera sobre nuestro juego interior ante los Estados Unidos. Mientras tanto, olvidábamos los partidos que estaban por jugarse y que el rodillo norteamericano fue de menos a más todo el torneo, usando el menosprecio de algunos mentideros como refuerzo.
De cualquier modo, las críticas al antiguo jugador del Real Madrid, Estudiantes, Cáceres y varias experiencias más ACB. Un buen y completo interior que fue internacional con la absoluta (tercer puesto en el Eurobasket de 1991), también un competente asistente (fue uno de los lugartenientes del maestro Aíto García Reneses en la aventura olímpica de Pekín, 2008) que, quizá, fuera aupado demasiado pronto al puesto de seleccionador. Orenga sabe de basket, una cosa bien distinta es que su gestión en esta ocasión ha dejado que desear. Como la hizo la de Mr.K en 2006, mientras que ahora el estratega estadounidense luce dos oros en Juegos y otros tantos campeonatos mundiales.
Quedan varios incógnitas, entre ellas, la misteriosa desaparición en importancia de Felipe Reyes. Retirado de propia voluntad de la absoluta, acabó volviendo por petición popular, justo para vivir uno de los peores tragos de su carrera. Sus molestias físicas no parecen argumento suficiente para su ostracismo un día D y hora H, especialmente con un Marc Gasol recién venido de un viaje de larga distancia y un Ibaka sobrio en defensa, pero si su fluidez habitual en ataque. España no experimentó cuando su plan A le falló. El silencio sobre "Espartaco", como diría Andrés Montes, es una de las peores noticias para aquella fantástica aventura que se inició en Lisboa hacía tanto tiempo.
Y es que no podemos perder la perspectiva. El amargo sabor de una derrota justa ante un rival que fue superior no puede empañar la mala costumbre que habíamos creído norma. El oro de Japón, quedarse a punto de ganar a Rusia en el Eurobasket celebrado en Madrid, dos platas olímpicas (cuyo mérito está revalorizado por haberse obtenido peleando hasta el último cuarto ante auténticos acorazados NBA, con gente como Kobe Bryant o Lebron James en sus filas), dos bicampeonatos europeos y, ante todo, siguiendo la filosofía de Pepu Hernández, conseguir que se dijera B-A-L-O-N-C-E-S-T-O para contagiar a toda una afición.
Ha sido mucho lo logrado y eso puede explicar esa soberbia que en ocasiones ha salido, la que pudo hacer cábalas sobre semifinales en crítica y público cuando aún no habíamos jugado contra los Gelabale y compañía. A pesar de ello, Vicent Collet, el arquitecto de la ingeniosa trampa defensiva que logró ahogar las combinaciones de nombres como Juan Carlos Navarro, Sergio Rodríguez o Rudy, supo mostrar su buen ganar al aplaudir la retirada de un Pau Gasol magullado, pero de quien comprenderemos su verdadera dimensión tras su retirada.
Otras miradas señalan a la Federación. La larga gestión de José Luis Sáez y su equipo ha dado etapas de brillantes resultados deportivos, lo cual ve sus méritos reforzados en el hecho de que ha sido en diversas categorías. Dicho lo cual, puede ser asimismo este Mundobasket el momento de recibir vientos de cambio. Los cargos eternizan y pueden anquilosar las estructuras. Junto con medallas y difusión, hay también sus notas negativas (las salidas poco claras de Pepu y Aíto, entre otras cosas) y a mejorar.
No acaba todo con la dimisión de Orenga, igual que esperamos que siga teniendo una fructífera carrera como entrenador. No fue el fin del mundo perder con Francia, aunque sí se detectaron fallas en un acorazado que había sobrevivido a batallas contra la Argentina de la Generación Dorada, la Grecia de Papaloukas o la Rusia de Kirilenko, entre muchas otras batallas para guardar en la videoteca.
El basket español está ante un alto en el camino que exige humildad para recuperar sensaciones que eran muy familiares, apenas hacía unos meses. Tener que sudar y esforzarse por la clasificación en los próximos torneos y preparatorios puede ser una estupenda medicina. Hay trabajo qué hacer, uno que no se soluciona señalando a un único culpable. Buena suerte.
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