Decía Gabriel García Márquez que el hacerse mayor no tenía más secretos que ir comprendiendo que debíamos realizar un pacto honesto con nuestra propia soledad. Una frase simple y que, como tantas otras del gran Gabo, esconde muchos misterios. El salto al vacío que va exigiendo la desaparición de nuestros amigos, familiares y rostros que nos eran conocidos y queridos no es apto para cardíacos. Tal es la apuesta de Bill Condon en esta revisión de Sherlock Holmes, el mítico detective; más que contar un crimen y su ingeniosa resolución (que también), usa al sabueso de Baker Street para un film maduro, sereno y con ese punto de lentitud que, a veces, tienen las grandes cosas.
Tras una re-actualización de la genial creación de de A. Conan Doyle (series de televisión que han trasladado al buen detective y a su inseparable Watson al presente, la comiquera y divertida versión de Guy Ritchie...), Mr. Holmes (2015) está destinada al público que ha consumido con fruición las novelas y que van a encontrar aquí al Sherlock de corte más clásico. Ian McKellen nos regala todo su oficio para interpretar al mito, dándole los achaques propios de la edad y una humanidad de senectud que no impide en ningún momento que bajo esa apariencia no sigamos intuyendo al sagaz observador de la naturaleza humana.
Auto-exiliado en una granja de Sussex, Holmes ya pasa de los 93 años, hace mucho tiempo que no usa sus habilidades para resolver casos y parece contentarse con la cría de abejas. Sin embargo, la siempre traicionera memoria va arrojando sobre su mente instantáneas de algunos problemas aún pendientes, si bien no será tarea sencilla reconstruir los hechos. Sea advertido el espectador de que ese tempo de beatus ille y de alejamiento del mundanal ruido marca también el ritmo de la película, que no se esperen giros inesperados de cámara o fuerte elipsis. Todo tiene su momentos y esta historia requiere disfrutar del paisaje, no es un viaje apresurado.
Condon se adentra en el crepúsculo de la leyenda, privándole de algunos iconos del imaginario popular para hacerlo todo más humano e intimista. Ni Mycroft, Moriarty, Irened Adler o el mismísimo Watson estarán presentes, si bien se homenajea la propia auto-consciencia de Sherlock de mito de su odiada ficción cuando viaja a un cine para ver una adaptación dramática de uno de sus casos. Debe elogiarse a Mitch Cullin y Jeffrey Hatcher por la madurez que desprenden los diálogos y la inteligencia con la que tratan al espectador, dándole tiempo para rellenar sus huecos, sin apresuramientos.
Ahora, una nueva ama de llaves (magníficamente interpretada por Laura Kinney) hace las labores de administradora del hogar y de enfermera, al estilo del papel que había tenido la señora Hudson y el doctor Watson en uno, añadiendo a su hijo Roger, un avispado muchacho que pronto suscitará la atención del anciano, necesitado de mentes perspicaces con las que interactuar y dialogar. Como se puede ver, nada que sea especial, más próximo a un agradable paseo en el parque que a un viaje en ferrocarril de alta velocidad.
Alberto Luchini hablaba en su reciente reseña sobre este mismo film de la melancolía como uno de los sustantivos clave para entender de qué versa este relato. Hasta el punto de que, modestamente, creo que esa nostalgia que inunda todo es lo que realmente pretendía Billy Wilder cuando abordó La vida privada de Sherlock Holmes, uno de los proyectos más ambiciosos e inteligentes del mítico cineasta, si bien, la película fue algo inconcluso y descompensado. Y es que Holmes, pese a seguir siendo una de las citas de taquilla más seguras, puede atragantarse a los más hábiles.
La mano de Condon es sumamente firme a la hora de hacer navegar este viejo pero sólido galeón, capaz de exhibir muchas de las virtudes que estaban ya presentes en las novelas de Holmes. Algunos acusarán a este film de no tener punch, de faltarle un poquito del alma. De cualquier modo, se puede argumentar que sí que la posee, simplemente, la tiene contenida, bajo una capa de respetabilidad y cansancio, aunque no lo parezca, Sherlock saldrá transformado de esta inmersión en sus recuerdos y el desgaste al que somete la vida, donde admite que, a fin de cuentas, no puede resolver
McKellen, tras este ejercicio, vuelve a confirmarnos que resultará eficaz como profesor de Oxford, el temible y carismático Magneto o el sagaz perseguidor de criminales en una Londres gris y otoñal. No podía existir mejor protagonista posible para esta visión, siendo aceptado por el público como el detective desde su primera secuencia.
Nunca es tarde para honrar a viejos dioses.
Pensar de tarde en tarde en Sherlock Holmes es una
de las buenas costumbres que nos quedan. La muerte
y la siesta son otras. También es nuestra suerte
convalecer en un jardín o mirar la luna.
BORGES
FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES:
http://fannycornforth.blogspot.com.es/2015/06/review-mr-holmes.html
http://www.dailymotion.com/video/x2kvaea
ENLACES DE INTERÉS:
EL OCASO DEL DETECTIVE
BLOG SHERLOCK HOLMES Y SU MUNDO
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