Stan Lee es un genio, en ocasiones, casi de manera inconsciente. Pieza clave, junto al dibujante Jack Kirby, del surgimiento de la Edad de Plata del cómic norteamericano, su trabajo en los comienzos de la década de los 60 del siglo XX cambiaron para siempre la faz del género de las viñetas que se califica como súper-heroico. Intuitivos y con gran capacidad creadora, apenas necesitaron 5 números de Los 4 Fantásticos, cimientos del futuro emporio que sería la editorial Marvel, para comprender que sus cuatro protagonistas precisaban de una Némesis a su altura, alguien que se erigiría sobre el resto de amenazas como la más mortal. Lee pensó en la figura del profesor Moriarty para pedirle a Kirby una oposición que pudiera transmitir a los lectores que aquel tipo iba en serio.
El resultado es conocido por todos. Era el germen del Doctor Doom o, si lo prefieren, Víctor Von Muerte. El dibujante (aunque debe darse mucho crédito a Kirby por sus aportaciones a las tramas y aspectos que iban mucho más de la representación gráfica) diseñó una figura enlatada e imponente que sería un futuro espejo para cierto espadachín láser llamado Darth Vader. Sin embargo, eso es ya otra historia. La que hoy nos ocupa es la colección conocida como Books of Doom, una mini-serie bajo la batuta de Ed Brubaker.
Muerte siempre ha sido un personaje de extremos. Bien llevado, es una de las figuras más complejas y ricas de la auto-proclamada Casa de las Ideas, un extraño malvado con un peculiar sentido del honor y cualidades admirables. Mal interpretado, su figura resulta ridícula y atávica, uno más de los muchos aspirantes a conquistadores del mundo que pueblan ilustraciones hipertrofiadas, sin más motivación que ser una carcasa metálica de risa rufianesca. Brubaker recoge las pistas dejadas por sus predecesores (empezando por el mítico segundo especial anual de los 4 Fantásticos, obra de los propios Kirby y Lee, donde se fijó el origen nómada y el sufrimiento del pueblo gitano del que era originario Víctor, frente a una terrible nobleza local) para componer una historia que se aleja de lo que normalmente es un relato de este campo, casi parece un drama gótico del siglo XIX.
Y llegados a este punto hay que partir una lanza por Pablo Raimondi. Admito que sus lápices me desconcertaron en un principio, no es, desde luego, el clásico dibujante marveliano, pero esta tampoco es una historia estándar dentro de la mitología de los 4 Fantásticos. De hecho, salvo las versiones universitarias de Reed Richards y Ben Grimm, el célebre cuarteto no hace aparición en el grueso del relato, si bien es un espectro que sobrevuela todo el nudo. Aunque bajo una óptica distinta, la del hijo de un benevolente doctor zíngaro y una hermosa madre repleta de misterios, la cual era capaz de realizar pactos con criaturas del inframundo para proteger a los suyos.
Brujería y ciencia. Una curiosa mezcla que hacen de Víctor uno de los adversarios que mejor encajan con casi cualquier tipo de historia, es decir, si se le sabe usar. Harto del abuso gratuito que hacían algunos colegas, John Byrne determinó que el buen doctor tenía una legión de robots que parecían perfectas réplicas de sí mismo, la cual era usada para misiones menores (a fin de cuentas, un ardid del polifacético Byrne para justificar las contradicciones que se iban dando entre un Doom que podía ser una figura atormentada o un auténtico chiste enfundado en armadura).
Brubaker, sagaz guionista que sabe encontrarle el punto y la novedad a los personajes clásicos, pero sin hacerles perder la esencia, nos adentra en sus primeros compases, donde se forjó el carácter de la criatura. Con inteligencia, el mundo onírico del huérfano sirve para introducir a los demonios que acosan el alma de su difunta madre sin caer en lo inverosímil. A fin de cuentas, todo podría estar ocurriendo en la cabeza de Víctor. Asimismo, hay sutileza a la hora de reflejar su relación y ruptura con Valeria, la única muchacha de su pueblo que se atreve a acercarse a una figura odiada y temida por el resto.
Los cambios de escenario ayudan a ver el cumplimiento de esta profecía al más puro estilo de los vaticinios de las brujas de Macbeth. Brubaker y Raimondi arrastran en su lectura a inmensas laderas de Europa, a noche de San Juan plagadas de misticismo, a sofisticados laboratorios universitarios respaldados por el ejército norteamericano, a hermosas plazas del Viejo Continente donde agentes de la KGB se preguntan por el genio zíngaro que desapareció de la nada...
Y, en el corazón de todo, Lavteria, esa afortunada intuición de Kirby y Lee, un lugar perdido en los Cárpatos, la nación donde el protagonista está destinado a volver para confirmarse en el trono del rey, aquel antiguo barón que maltrató a sus progenitores. En verdad, si algún día hubiera que realizar una ópera basada en alguna mini-serie de Marvel, Books of Doom sería una de las primeras de la lista.
Pero, cuidado, hay riesgos en dejarse embaucar por la historia de este Jekyll y Hyde con carcasa, esa doble alma de Víctor y Doom, el héroe caído y el mal renacido... los riesgos de una entrevista con el villano favorito.
IMÁGENES EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES:
https://mobilestore.marvel.com/Fantastic-Four-Books-of-Doom-1/digital-comic/1198
http://www.marvunapp.com/Appendix6/boris_doomsaide.htm
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