Ocurrió hace unos años que, como el resto del país, el cine argentino entró en crisis. Desde entonces, sus actrices, guionistas y cineastas comenzaron a pensar. Y a reflexionar bien sobre cómo superar la falta de medios con talento. No es fácil resumir el nivel de excelencia que va alcanzando lo que viene del celuloide albiceleste, no hay año que un Campanella no deje alguna perla para las salas. 2014 no es la excepción, Damián Szifrón se pone a los mandos de una serie de relatos al estilo del mejor cine italiano (esas sucesiones de pequeños capítulos con los queridos Sordi, Manfredi, Loren, etc.), pequeñas historias cortas que son un ejemplo de síntesis y precisión, bombas de relojería con la que el espectador puede identificarse.
Relatos salvajes impacta desde su eficaz opening, dejando una única duda en el público, ¿se puede mantener ese ritmo por las cerca de dos horas de duración? Tarea difícil, pero no imposible con un guión hecho sin ninguna clase de rubor, brutal y sin fisuras, con capacidad para sorprender en sus planteamientos. Como en los cuentos de Chéjov, las tramas colocan en la mitad de la vida cotidiana de sus protagonistas, atrapando con un punto de ruptura tarantianiano que hace cruzar la línea de los miembros de esta farsa, un auténtico zoológico sin jaulas para impactar de inmediato en sus visitantes.
Un déjà vu se queda en algunos de los diálogos, momentos que nos son extrañamente familiares cuando hemos ido a un casamiento, hemos estado inquietos en la carretera o nos hemos topado en un restaurante con algún pelotudo que no podría caernos peor. Directo y a la mandíbula es el mecanismo de Szifrón, quien recuerda a la famosa oscuridad carmesí de Ideas negras de Franquin (citamos la antigua reseña de hace unas semanas). No en vano, Pedro Almodóvar, perro viejo de olfato fino, ha mediado para que su productora diera la financiación a una de las sorpresas más agradables de la cartelera en lo que llevamos de curso.
Los que nunca te fallan
Balones a Darín. Si fuera un futbolista en Boca o River, no caben dudas de que sería la consigna de cualquier técnico. Desde El hijo de la novia y Nueve reinas se colocó en la audiencia española para quedarse. Gente como Trueba le han reclamado, también el inefable Santiago Segura para su último Torrente. Ricardo es garantía y, en esta ocasión, su pequeño papel (gran bombita, deberíamos decir) vuelve a dejar un regusto inmejorable, el de un actor privilegiado y que está en un estado de gracia constante. Caballo ganador, si le das un buen papel, solamente hay que sentarse y esperar, se trata del rostro más reconocible de un elenco que funciona como un reloj suizo.
Ya sea una visceral Rita Cortese como cocinera o Darío Grandinetti como un estirado crítico, todo el mundo cumple y lo hace a las mil maravillas. Los cortos son escasos momentos en el escenario para brillar, se precisa que en pocos segundos uno pueda entender cómo funcionan los rasgos básicos del crisol de personalidades que desfilan ante nuestros ojos. Y, queda la sensación de que la selección de casting es inmejorable, unos intérpretes que apenas necesitan décimas para calar y llamar tu atención. Lo mejor de cada relato es que te deja con ganas de más.
Dentro de ellos y ellas, Erica Rivas se lleva la palma como una de las novias más carismáticas y peculiares que uno recuerda desde los días de Uma Thurman, katana en mano, generando algún monólogo merecedor del recuerdo. Papeles de raza y sin miedo a meterse en quimbolos de los que estos "animales" salen sin mirar atrás, dejando un reguero de pasión y honestidad brutal, que diría Calamaro.
Historias para no dormir
Una de las cosas más meritorias de este ejercicio de salto sin lona es la capacidad de que cada una de estas pequeñas aventuras de ser indescifrable hasta su desenlace, pero obvia una vez se ha llegado a la resolución. Un ejercicio de Sherlock Holmes y de perceptivos rastreos por los rincones menos éticos que todo hijo de vecino tenemos, ese momento de sí, es completamente absurdo, pero, ¿y si me pasará a mí o alguien que conozco? Sospechas que la ficción no está tan alejada de la realidad, si acaso, primas-hermanas que se llevan unos años de edad.
Tienes la percepción de que todo ha sido pensado de antemanos, aplaudiendo encantado el truco del mago, quien hace salir de la nada tramposas mentiras que parecen verdad. Hay algo de eso en Relatos salvajes, y mucho más. Uno sabe que no ha sido original al elogiarla, por una vez, crítica y público parecen darse la mano. Sin embargo, hay cosas que son casi indiscutibles y, los vecinos del otro lado del Atlántico lo han vuelto a hacer.
Desde Córdoba a Buenos Aires, pibes y minas, simplemente, gracias. Sigan por este camino, será salvaje y políticamente incorrecto pero, ay caramba, qué buenos son....
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