domingo, 28 de junio de 2009

LOS SOPRANO: AS EVIL AS I LIKE

Título: Los Soprano.

Director: David Chase.

Guionistas: David Chase, Terence Winter, Frank Renzulli, Robin Green, Mitchell Burgess, etc.

Producción: CBO.

Banda Sonora: Variados temas.

Reparto: James Gandolfini, Lorraine Bracco, Edie Falco, Robert Iler, Jamie-Lynn Sigler, Michael Imperioli, Drea de Matteo, Vincent Pastore, Tony Sirico, Steve Van Zandt…

Galardones: 21 Premios Emmy y 5 Globos de Oro.
Lo prohibido atrae. No lo duden, si alguna vez quieren hacer que la gente se interese en algo en lo que no repararían, declararlo inmoral o peligroso les traerá más público que bajarle la entrada a la mitad. Algo parecido me pasaba a mí de niño con Los Soprano, sabía que era una serie de televisión, que su protagonista no era moralmente muy aceptable y que la echaban en Canal + (lo cual a mí en aquellos días me equivalía a rayitas grises)

No fue mucho tiempo después hasta que la descubrí, vía Internet. Si soy sincero, la magnífica secuencia de opening con el pegadizo tema principal, los cuidados escenarios y el realismo no recibían justicia en una pantalla de ordenador. En efecto, muchos críticos de televisión (recomendable en este sentido es ver el documental “El último golpe de Tony Soprano”) han elogiado esta capacidad casi de pasar la precisión del cine al hogar, en un esfuerzo que ha marcado pauta a numerosas posteriores programaciones. Ha habido un antes y un después, especialmente en Estados Unidos, a la hora de concebir la calidad de una producción para este come-cocos del hogar.
El principal atractivo de la serie parece radicar en la temática, la mafia. Bueno, cierto es, el cine negro tiene muchos adeptos, sobre todo gracias a nombres como Puzzo, Coppola o Scorsese (no es casualidad que haga un cameo en la primera temporada), pero creo que precisamente por ello, una serie de televisión que intentase sobrevivir a las odiosas comparaciones, se exponía a un auténtico reto, por no decir al fracaso más absoluto.

Creo que hay se debe partir una lanza a favor de David Chase, quien dio muchas pinceladas de su propia biografía (sobre todo en la turbulenta relación de Tony con su madre Livia, que al igual que la emperatriz romana, parece empeñada en convertirlo todo en un drama griego) para el personaje principal, Tony Soprano. Aunque no lo parezca, este individuo, orondo y afable en su día a día, perfecto Carl Wislow o Homer Simpson, es uno de los principales capos de New Jersey (una poderosa organización criminal, pero lejos del esplendor de los narcos de Miami de las películas de Brian de Palma o por supuesto, las poderosas familias de New York).

El actor elegido para la tarea fue James Gandolfini. Lo cierto es que estamos ante un gran actor, de mucho temperamento, con amplitud de registro y que ha dado una dimensión desconocida al término protagonista amoral. Aunque muchos de sus actos puedan repeler, la bipolaridad de su vida (las dos familias, la real y la de su trabajo) y su propia prestancia en escena terminan por hacerle “Uno de los nuestros” (por cierto, obra prima con la que esta magnífica serie está en deuda).

La ruptura con la realidad es que los problemas de su vida privada, obligan a Tony a asistir a terapia. Esto produce una maravillosa conexión, pues a través de la doctora Melfi (su psiquiatra, perfectamente encarnada por Lorraine Braco, a quien en un principio quisieron convertir en la esposa Soprano, pero ella no quiso repetir un papel que ya había hecho con Scorsese), vamos desgranando rasgos de la personalidad y el pasado del delincuente. También accedemos así a ver cómo se comportan sus dos familias.

El gran potencial de la serie, como han señalado muchos atinadamente es que resulta tentador proyectarse en los personajes. Puede ser rato teniendo en cuenta su oficio, pero su vida cotidiana no es tan distinta del resto, especialmente en la relación con sus hijos o problemas conyugales. Además, cuenta con un reparto de primer orden, de actores entonces no demasiado conocidos pero que dejan todo en el escenario, Edie Falco presta su talento a Carmela, la esposa de Tony, dando una nueva lectura al estereotipo de la supuestamente sufridora esposa de un miembro de la Cosa Nostra. La relación de Tony con Carmela es diferente a cualquier otra obra de cine negro.

Entre los lugartenientes de la organización de Tony, destaca “Big Pussy”Bompensiero, interpretado por el temperamental Vincent Pastore, eje de algunas de las mejores trama, o el inolvidable Tony Sirico, que presta su instinto de supervivencia de Sal, el soldado de soldados de “la familia”, cuyo discurso no cambia a lo largo de toda la serie, una de las claves de que sobreviva a auténticos bombardeos en guerras de bandas. Mención aparte a Steven Van Zandt.

No obstante, es difícil de decir por qué se va siguiendo la serie capítulo tras capítulo. Momentos de gran importancia se alternan con otros que parecen que no llevan a ninguna parte, pero no se preocupen, el equipo de guionistas, excelente y variado como en otras grandes series como los Simpsons, sabe perfectamente dónde quiere llegar y cómo sorprender al espectador. Resoluciones como la sucesión de Jackie Aprile, la guerra con Johny Sack, la trama de Adriana o el primo de Tony metido entre rejas… justo cuando creemos que se han olvidado de ellos, nos cae cual piedra de toneladas en un charco.

Pocas veces he cometido el riesgo de desembolsar por una serie de televisión completa, con todas sus temporadas, sin haberla consumido entera, pero en el caso de Los Soprano parecía apuesta a caballo ganador. En honor a la verdad, la jugada pudo haber salido pésimamente, pero la adicción a los capítulos se eleva con fina precisión, conforme mejor se dibujan perfiles de personajes. Eso y un excelente desembolso, porque no es fácil arriesgarse a traerse a actores como Steve Buscemi para papeles secundarios, o rescatar a Frank Vincent para hacerle uno de los principales antagonistas… Si algo ha enseñado este dramón es que a veces hay que invertir para ganar.

Si las cinco primeras temporadas gozan de buena salud y reconocimiento, la sexta, la más oscura de todas, siempre está en debate. No es para menos, es la que más abandona el sano humor negro que en cierta medida suavizaba los acontecimientos principales de las anteriores. En ella, vemos a un Tony Soprano más despiadado y fuera de moralidad que nunca, aunque si se recogen bien las pistas, él siempre ha sido así, lejos de la pantalla hogareña y los abrazos en las comuniones y bautizos. Nos enfrentamos ya a la verdad sin tapujos y nos topamos con los momentos más macabros de toda la historia de la serie.

En especial, hay que subrayar el trabajo de Michael Imperioli, joven actor de nariz aguileña que interpretar a Christopher, sobrino y protegido de Tony. Imperioli va evolucionando y mejorando a lo largo de toda la serie, ofreciendo más y más matices a su turbulento personaje, un tipo que tiene todas las oportunidades de ser el más feliz del mundo y las quema absolutamente todas. La extraordinaria resolución de su relación con su tío y el horrible sacrificio que es capaz de cometer para seguir en la familia, cuajan un personaje oscuro, inestable y que sin embargo al final nos mueve a la más fuerte de las compasiones. Es la total ambivalencia de esta serie, donde jamás se dan juicios de valor, no por falta de moralina, sino porque si se busca bien, son evidentes.

Sobre el capítulo final hay una serie de teorías y múltiples ángulos para mirarlo, pero creo que es un ejemplo de una más de las muchas virtudes de la serie. Pocas veces se deja al espectador tal capacidad de elección y se logra crear esa sensación de incredulidad.
¿Puntos negativos? Varios, por supuesto, puesto que nada es perfecto. En primer lugar hay que decir que esta producción tiene la bendición de haber durado 6 temporadas, cifra respetable, pero que evitar quemarse como en algún momento puntual le ha pasado a obras tan renombradas como Los Simpsons, Cheers, etc. Probablemente, de haber durado más, teniendo en cuenta el pulso entre actores y productores por los emolumentos y el deseo de hacer nuevas cosas que algunos tenían (sobre todo Gandolfini, pieza clave de la trama), quizás su calidad se hubiera deteriorado a cambio. Si hay una lección de Los Soprano, es que una retirada a tiempo a veces es la mejor de las victorias.

En lo que se refiere a la trama, el excelente árbol trazado peca de poco ambicioso en algunos momentos. Personajes tan bien construidos como el padre de Tony, Jackie Aprile o los comienzos de Bompensiero vagan con breves pinceladas, con flashbacks muy logrados pero que dejan con un irremediable deseo de saber más. Por un lado, se puede pensar, “genial, los guionistas lo han conseguido”, pero por otro, más propicio que una película siguiendo los acontecimientos de la serie (lo cual sería un suicidio teniendo en cuenta el final de la sexta temporada, para dejar a todos contentos), creo que la única vía que le quedaría a Chase y su equipo sería una especie de Soprano´s Year One.
Pese a lo dicho, siempre recomendable, aunque hay que admitir que presenta una temática limitada y donde hay que empatizar mucho con lo que es la sociedad norteamericana, creo que es un chapuzón interesante en la piscina... como ciertos patos que un día abandonaron el nido en un espisodio piloto que la cadena FOX aún lamenta no haberle dado luz verde.

jueves, 25 de junio de 2009

SILENCIO


Título: Hush/ Silencio.

Año: 2.004.

Guionista: Jeph Loeb.

Dibujante: Jim Lee.

Tinta: Scott Williams.

Color: Alex Sinclair.

Edición manejada: Norma Editorial, 12 números recopilados en 5 tomos.

La ecuación de los editores de DC debe de ser simple en ocasiones. Contrata un guionista reconocido (Jeph Loeb), dale un personaje icónico y que mueve tanto dinero como Batman, ficha a una mega-estrella del dibujo (el coreano Jim Lee) y dales una mini-serie. Económicamente hablando la jugada les ha salido perfecta, Hush ha sido traducida a muchos países y ha dejado una buena renta. Distinto será valorar si estos doce números marcarán algo novedoso en el plano artístico de un personaje del que ya mucho se ha dicho.
A nivel de dibujo, apenas la primera escena de la liberación del crío secuestrado por Killer Croc ya justifica cualquier inversión. Lee en ocasiones no es un buen narrador, tiene tendencia a las escenas apocalípticas cada cinco viñetas, parece incapaz de dibujar personas normales, todos sus héroes parecen súper-homéricos y sus mujeres salidas directamente de una fanfarronada del Playboy. Pero al César lo que es del César, sabe venderse y vender sus dibujos. Los flashbacks utilizados con los padres de Bruce, viaje a Metrópolis incluido, parecen remontarnos a una película de los años 50, con unos maravillosos lápices. Sobresaliente para Williams y Sinclair respetando su trabajo.

Las portadas a su vez son ejemplo perfecto de sentido comercial y hasta lujo. Pero eso nunca será una crítica a este elemento del cómic, el que muchas veces hace que un buen cómic se pierda o no en la estantería. La desafiante expresión del Joker en el tomo 3 o la macabra elegida para la portada de esta modesta reseña reflejan a la perfección lo que se pretende decir.

Admitiendo que viene un buen envoltorio, ¿nos aporta algo Hush? ¿Puede acercarse un aficionado/a (o no) al Murciélago y ver algo nuevo o interesante? Lo cierto es que consideró que Loeb es uno de los mejores y más infravalorados guionistas de los últimos años. Se le criticó en exceso por El Largo Halloween y Victoria Oscura, donde parecía que todo lo bueno era por mérito del dibujante (el excepcional Tim Sale) y que los fallos eran por un mal escritor que se aprovecha de tener dibujantes estrella. Pues bien, es sospechoso que reputaciones como Tim Sale o Lee se arrimen siempre a la sombra de Loeb, que me parece a mí que sabe mucho más de lo que la gente cree. En primer lugar porque sabe qué clase de historia se puede hacer con uno u otro. Si hubiera estado con Sale, hubiera enfocado la aventura de una manera muy distinta, pero al estar con el artista asiático, le ha hecho ser el protagonista absoluto de una montaña rusa con mucha acción y los suficientes elementos dramáticos para tener historia.


Un magnífico crítico de cómics como es David Hernando, califica el misterio que propone Loeb como soso, muy fácil de descubrir. Quizás, como tal vez es forzada la figura de Thomas Elliot, antiguo amigo de la infancia de Bruce. Este tipo de comentarios, que pueden ser ciertos, deberían tener en cuenta homenajes literarios de primer nivel (como la La carta robada de Edgar Allan Poe) o las citas de Hush a Aristóteles. Más que saber quién, que puede resultar hasta sencillo en determinada circunstancia, interesa más el por qué. Además, es encomiable la capacidad del guionista para re-interpretar y volver a hacer dignos de consideración a antagonistas como El Acertijo o Clayface.

Por otro lado, siempre me ha parecido que en la relación de las dos leyendas de la editorial, Superman y Batman, Loeb se ha mostrado mucho más hábil y diplomático que otros autores de la talla de Frank Miller (aunque Miller sea aún tremendamente superior a Loeb en otros aspectos a la hora de construir una trama). Es decir, creo que estamos ante un buen trabajo, que por supuesto, presenta una serie de incorrecciones que no la permiten despegar del todo. Aunque muy amena de leer y propicia para fechas veraniegas, dudo que esta saga pueda estar a la altura de momentos como los que pueda brindar La Broma Asesina, Año Uno, El Contra-Ataque, etc.

En primer lugar, el curioso giro de tuerca que Loeb pretende dar a la relación Bruce-Selina, se pierde en nada en un final algo apresurado y chapucero. Otros personajes como Hardol debieron haber aparecido antes para conseguir el instante dramático esperado. Mucho mejor es el tratamiento dado a personajes como Barbara Gordon, Jim o Harvey Dent, con pocas frases pero siempre interesantes y absolutamente vitales. En otra escala hay que colocar la versión que ofrece Lee de Nightwing, elegante, preciso y capaz de ser algo más que el Watson particular del mejor detective del mundo.

Lo que sí creo que dará muchos adeptos a este conjunto de números, es que es fácil de seguir para gente que no sea consumidora habitual de cómics de El Señor de la Nochw, gracias a que Loeb ofrece aparte de un guión cerrado y autoconclusivo (aunque DC, muy al estilo Marvel, se ha encargado de sobre-explotar la gallina con resurrecciones y nuevos experimentos de lo mismo), un repaso de toda la mitología que rodea al protagonista. En especial, en el primer de los números.



lunes, 22 de junio de 2009

LA FRAGANCIA DE UN GRAN LIBRO

Título: El perfume.

Autor: Patrick Süskind.

Ediciones: Varias.

Año de publicación: 1.985.
Fue la historia de un hombre genial y abominable... en una época donde abundaron los seres humanos geniales y abominables. Puedo decir sin temor a equivocarme que pocos lectores/as están a salvo de caer en las extrañas sensaciones que suscita el inquietante personaje de esta obra de Süskind, Jean Baptiste Grenouille, el genio más grande que jamás existió para el efímero mundo de los olores.
Para este libro, llegué, como suele ser habitual, tarde y desinformado. Alguna gente me lo había mencionado, pero estaba aparcado en el rincón de los futuribles hasta que en una ocasión, un profesor de Lengua Castellana y Literatura lo elogió encomiablemente. Afirmaba que el primer centenar de páginas era algo absolutamente genial, con un interludio negativo por culpa de un viaje y que volvía ganar impulso al final.
Busqué entonces el libro, aunque por un motivo u otro no apareció, hasta que me topé con él frente a mis narices en la casa de unos familiares en Linares. La cara de ansiedad y deseo de devorarlo debió de ser muy encominable, porque finalmente me lo regalaron, probablemente era eso mejor que aguantarme. Desde entonces comprendía el por qué de la reputación de la obra.
Probablemente sea una de las piezas literarias que más rápido se puedan consumir, especialmente un inicio arrebatador. Históricamente hablando, el contexto es impecable, casi respiramos y andamos por las calles de la Francia pre-Revolución, en unos instantes vemos lo que Grenouille observa, una infancia triste y sumida en la falta de cariño, pero lo que tiene más mérito en la narrativa de Süskind es que casi imaginamos los olores. Expresar tantas ideas a través de este elemento es una muestra de originalidad que no abunda precisamente.
A medida que se avanza, comprendemos el macabro subtítulo "Historia de un asesino". La primera fechoría, siguiendo la pista de la primera muchacha, nos advierte que nos vamos a enfrentar a una auténtica obra maestra, a un relato que merece la pena leer con la luz de la lámpara cuando caiga la noche. Lástima del maldito viaje.
Antes de todo decir que Süskind es un tipo peculiar. El novelista alemán no se ha prodigado, incluso cuando se consiguieron los derechos para llevar la ópera prima a la gran pantalla, siguió sin hacer muchas declaraciones. Es respetable su privacidad, pero parece tener preferencia por la discrección en grado sumo. En especial se ha negado a recoger premios. Hizo algún trabajo más antes de su súper-ventas, pero salvo esta archi-famosa obra, no son muy reconocidos sus otros trabajos, o mejor dicho, se los desconoce mucho porque no están muy publicitados.
Quizás esa extravagancia se refleje cuando Jean Baptiste abandone a Baldini (personaje maravilloso por cierto, muy bien construído) y se embarce en el casi psicotrópico autoexilio que se impone. Probablemente sean mis cortas entendederas, pero no creo que sea un tramo que sea muy agradable de leer, si antes todo era rápido, vertiginoso, fascinante y misterioso, el ritmo se vuelve plomizo y estancado. Cuestión de gustos supongo, pero creo que sin este condenado viaje, tal vez El Perfume pasaría de ser uno de mis libros predilectos al mejor de todos sin duda. Pero bueno, eso es otra historia.
Por fortuna, existe el núcleo central del libro, el nudo de los crímenes, del ague y caída de este gran genio del mal, que como todo este tipo de criaturas, no esconde otra cosa que al más miserable y digno de compasión de los desgraciados. Los sucesos asombrosos de la ciudad de Grasse bien valen leerse todo el libro, sobre todo por una resolución impresionante, cruel y brillante, de una obra amoral en este tramo, donde todo se refleja sin piedad de ningún tipo.
El desenlace final ha generado muchos ríos de tinta, la crítica se obsesiona por hasta el más mínimo detalle de este minucioso rompe-cabezas, ¿por qué Grenouille no puede olerse a sí mismo? ¿Cuál es el secreto de la última muchacha? ¿Por qué es tan complejo y a la vez cercano el señor Richis? Ni puedo, ni quiero, ni pretendo decir nada, porque no estoy seguro de tener el ingenio suficiente, solamente el preciso para comprender que estamos ante algo muy especial.
Pero, y aquí me matarán algunos, me convence más el final de la película, que quizás intenté incluir en alguna próxima ficha. En efecto, si de verdad a Grenouille le pasa lo que le sucede al final de la novela, lo que se ve en las escenas cinematográficas me explica mejor su fracaso que la resolución de la novela, pues tratando de ser amoral, no convence el fracaso final en el momento de gran éxito del criminal. Laura Richis es la respuesta, pero Laura deja todo mucho más claro en la cinta (inferior en otros sentidos a la pieza literaria) que en las páginas escritas.
Quizás simplemente al fin comprendió lo que buscaba... y al encontrarlo, entendió lo qué había sido su vida. Pero siempre nos quedará el recuerdo de la pequeña y desagradable figura de Grenouille en una oscura calle, esperando y aguardando... capaz de detectar el perfume de nuestros sueños, esperanzas e ilusiones... y arrebatarlos.

domingo, 21 de junio de 2009

EL VERDUGO DE LA PENA DE MUERTE



LA FICHA DE LA PELÍCULA:

Título: El verdugo. (1.963).

Duración: 87 minutos.

Director: Luis García Berlanga.

Guión: Luis García Berlanga, Rafael Azcona y Ennio Flaiano.

Fotografía: Tonino Delli Colli.

Productora: Naga Films (Madrid)/ Zabra Films (Roma).
Reparto: José Isbert, Nino Manfredi, Emma Penella, José Luis López Vázquez, Ángel Álvarez, María Luisa Ponte, María Isbert, Julia Caba Alba, Alfredo Landa…




Galardones/Reconocimientos: Premio del Festival de Venecia.








Brillante alegato contra la pena de muerte. Película de un elenco de actores en su mejor momento. Un amargo espejo donde ver deformada una dolorosa realidad. Tres guionistas ácidos en su apogeo. Un gol a la censura franquista y un ejemplo de lo mejor del cine español e italiano. Y mucho más…

El Verdugo, definida como Emma Penella “como un regalo del cielo”, quizás sea la mejor película de Berlanga, aunque él diga (y muchos otros) que prefiere a la soberbia Plácido; como fuere, es un regalo… pero un regalo para nosotros, los espectadores. ¿Cómo funcionaba el sistema de funcionarios en España? ¿Qué significaba ser ejecutor de la justicia a escala social? ¿Era fácil adquirir un piso? ¿Qué implicaba emigrar a Alemania? Muchas cosas que quedan bien reflejadas por esta maravillosa película…una comedia negra muy elegante.

Como es sabido, fue la espléndida Emma Penella la gran galardonada del festival de Venecia, y la improvisada defensora de Berlanga durante una protesta en las cercanías. Pero no es la única gran artista, ¿qué decir de José Isbert? Dejemos que lo defina el propio Berlanga lo haga: “Era un monstruo como actor, tenía una forma única de hablar… de moverse… de expresarse”. El gran “descubrimiento” de esta película es él, el auténtico verdugo como diría Nino…

Por cierto que el señor Manfredi parece ser presentado siempre como una imposición de la productora italiana, algo que puede llevar a pensar que no cuaje en el papel, o que la primera opción, José Luis López Vázquez, hubiera sido mucho mejor. Berlanga prefería a Vázquez porque ya lo conocía, sabía que era un actor espléndido, pero sobre todo, porque era español y sabía cómo se pondría el sombrero un español, cómo hablaría… bien, como demuestra haciendo de hermano de Nino, ese extraño sastre que desconfía de las luces de los hijos habidos con su esposa, es un actor como una casa… pero Manfredi también, no es un simple galán encasillado. La angustia, los gestos, la expresión y sus miradas son únicos, su diálogo final con Isbert, Nino era un candidato perfecto para esta película, y su química en pantalla con Emma Penella es maravillosa.

El punto crítico será cuando Nino se tope con los funcionarios de la cárcel, Berlanga se basó en la historia real de un verdugo que pasó muy mala noche y que iba peor que el propio preso. Las últimas escenas en la cárcel son de gran tensión, humor negro que no llega a excederse y que muestra que nadie es tan bueno ni tan malo como parece. Un comentario soez de uno de los presos, y una escena de cama fueron las dos únicas partes de la película que la censura no admitió que se proyectasen. Sorprende que no se fijasen en aspectos mucho más trascendentales que permanecían ocultos. Eso sí, también suprimieron el ruido de las cadenas mientras avanzaban. Pero como la banda sonora que acompaña es tan maravillosa, tan cínica… no hacía falta el sobre-entendido.

La última escena en el puerto quizás sea excesiva, muy amarga, en plan como luego sería “La Vaquilla” o “Vivan los novios”, una broma dramática excesiva, con una buena moraleja de Isbert. El adiós a esas islas es una auténtica pena, con baile final, muy amargo, como a Berlanga le gusta.

El angustioso desembarco en Palma de Mallorca sí está muy bien conseguido, José Luis (Nino Manfredi), va viendo como se estrecha su salida a una vida normal. Poco a poco, obstáculos al principio amables (el piso, el niño…) y al final terribles, lo llevan a la amarga disyuntiva de renunciar a todo o convertirse en un asesino. Isbert, como siempre, captando su atención y manipulándolo.

Otro gran punto de apoyo de la película son sus secundarios (Ángel Álvarez, María Luisa Ponte, Alfredo Landa…) y que hasta la escena más aparentemente tonta (la feria del libro) tiene detalles únicos y refleja la situación del país. En concreto, Ángel Álvarez está sublime en la escena de la merienda campera, mientras el bueno de Isbert le enseña cómo se colocan bien los grilletes por el cuello. Precisamente el personaje de Ángel Álvarez, junto con su morbo y su supuesta asma, es quien lleva indirectamente a José Luis a conocer al verdugo Amadeo.

Conocido es que el embajador español en Roma, Alfredo Sánchez Bella, acusa a la película de contener propaganda comunista. Quizás, por ironías del destino, la película también muy exhibida, con muy buena crítica, por el Festival de cine de Moscú. Los franceses, en sus festivales, calaron muy bien su real espíritu, y la destacaron como una extraordinaria comedia de humor negro, que creo es lo que es básicamente, aunque se le pueden sacar muchas otras lecturas.
De las películas de Berlanga, una de las que sin duda mejor ha resistido el paso del tiempo ha sido El Verdugo. Vemos el cartel de su más que digna versión teatral, con el famoso maletín de la discordia. Inolvidable la escena en la que Isbert pregunta al pobre José Luis si le impresionan sus instrumentos de trabajo, mientras intenta tomarse su café, en una mesa rodeada de hierros y grilletes. Una película a la que el tiempo ha tratado francamente bien.

Por último, y para no aburrirles más y no quitarles el tiempo de ver esta gran película, me permito citar a Isbert y me silenciaré a mí mismo: “Eso mismo dije yo”. Cuando encuentren la escena, sabrán a lo que me refiero. Como complemento perfecto a esta película también es muy recomendable el maravilloso documental “Mis queridísimos verdugos”.

miércoles, 17 de junio de 2009

LOS SIMPSONS, APERTURA A UN NUEVO ESTILO



Título: The Simpsons.





Fecha de emisión: 1.987- Actualidad.





Género: Animación, Comedia familiar.





Palmarés/galardones: Más de dos decenas de premios Emmy, un Peabody, 24 premios Annie, considerada por la revista Time como la serie de televisión más influyente del siglo XX, etc... 20 temporadas en emisión, superando a vacas sagradas como Cheers.

Las mejores cosas suceden de forma inesperada en ocasiones. Coppola no sabía que aceptando una obra por encargo iba a dar una nueva dimensión a una gran saga de Mario Puzzo, Cervantes no tiene ni idea de la caja de los truenos que ha abierto al criticar las novelas de caballerías... del mismo modo, Matt Groening solamente pensaba en ahorrarse dinero mientras escribía en un vestíbulo. En concreto, un vestíbulo propiedad de James L. Brooks, uno de los productores ejectuvos claves de la serie, probablemente solamente tuteado por Sam Simon, que abandona la serie en 1.993, no así los generosos dividendos que deja esta gallina de los huevos de oro.
Avalada por crítica y público durante mucho tiempo, ¿dónde radica el truco de este fenómeno que tantos millones de dólares -no es ninguna hipérbole, sumen audiencia, publicidad, derechos de taquilla por la película, juegos de mesa, videojuegos, cómics-books, libros sobre la serie...- que sigue manteniéndose? Probablemente, creo que si nos paramos un momento a reflexionar, la animación tiene sus ventajas. Las comedias familiares, incluso las de peores guiones, juegan a veces con maestría con la simpatía que da ver a alguien real... un niño pequeño, el público adolescente que se proyecta en el chico/a de la serie... Los Simpson nunca han podido hacer eso, pero tienen algo que esas comedias no tienen... los personajes no tienen por qué envejecer. Sí, habrá que hacer cambios de dobladores - por cierto, el nivel global ha sido fantástico de los que han tenido-, cambios de diseño... pero los protagonistas son los dibujos, no hay necesidad de una representación real. Una serie como Malcolm tiene que ir adelante conforme suben en edad sus intérpretes, los Simpsons pueden concentrarse, adelantar y ponerse en el punto que les salga de las narices, porque no habrá problemas para flashbacks y saltos en el tiempo. Cuando tienes buenos guionistas - y esta serie los ha tenido- todo se convierte en mucho más fácil.
Como ya dije en la anterior entrada, con los "amarillos" tampoco me va a permitir ser objetivo. Para mí son de mi misma época, ha sido la televisión que más he consumido, y espero, de la que más sentido del humor he aprendido. De repente, en un vacío, los Simpsons supusieron un cambio, una sonrisa elegante, inteligente e irónica. ¿Qué no me creen? Antes de los Simpsons no existía ni American Dad ni Family Guy, tampoco South Park, y recordemos que esta última serie, también muy interesante, titula uno de sus capítulos "Ya se hizo en los Simpsons".
Es más, aquí creo que me meto en camisa de once varas, pero hay una generación de alumnos y profesores que se entiende mejor porque han "bebido" de este estilo. Y es que, creo que aquí hay que puntualizar, esta serie es un ejemplo de la importancia del guión. No en vano, veamos uno de los puestos clave del desarrollo de la obra, el jefe de guionistas, quien conjuga ideas brillantes - y no tan brillantes- durante una temporada, para que exista cierto sentido en el conjunto de una temporada. Uno de ellos es J. Stewart Burns, el amigo es Licenciado en Matemáticas por la Universidad de Harvard y tiene su Máster en la no menos prestigiosa Berkeley. Con ello no estoy diciendo que haya que ir a la universidad - Woody Allen es el mejor, pero no único ejemplo de lo contrario- para hacer reír, ni mucho menos, pero tampoco es casualidad que un tipo como Stewart Burns sea uno de los guionistas de otra serie tan original como Futurama no debe de ser casualidad.
Basado en esa fuerza - y en una evolución de dibujo que por mucho que nos pongamos nostálgicos siempre ha ido para mejor, las primeras temporadas tenían unos colores espantosos, sobre todo Lisa y Bart han ido ganando en presencia con los años-, han ido mostrando muchas virtudes. La principal creo que es saber homenajear - en ocasiones rozando incluso la frontera del plagio, pero, ¿qué mejor forma de admiración- gran cantidad de fuentes. Desde libros de Edgar Allan Poe, a películas de toda clase y pasando por musicales, los Simpsons es un constante "referencia a". ¿Quién puede resistirse a la versión de Troy McClure del Planeta de los Simios? La primera vez que vi este capítulo de crío no entendía nada, me pareció de los peores de la serie, ahora cada vez que lo ponen me gusta más.
Otra cuestión es el carisma per se de los protagonistas. Todos sabemos cuando Homer va a decir "Ouh", nos cabreamos como él por lo pesado y perfecto que es su vecino Flanders, nos alegramos de la infinita paciencia de Marge- el único nudo que explica porque esta familia no se hunde en el caos-, a todos nos cae bien Maggie - por cierto, preciosos los capítulos de su primera palabra y de su nacimiento- , quien más y quien menos se ha topado alguna vez con Lisa- una mezcla de Annie Hall con algo de Virginia Wolf y de Madame Curie- y por supuesto, a todos nos gusta que Bart tenga nueve puntas y a sus creadores no le asuste reconocer que es Daniel El Travieso- tirachinas incluído- pero a escala mundial y con más picardía práctica.
Luego, no podemos extendernos porque esta critica se convertiría en infumable- bueno, más infumable todavía-, pero por favor, si algún día tenéis tiempo y ganas, averiguad cómo se le ocurrrió a Matt Groening la idea de Krusty El Payaso, está en Bongo Cómics, os prometo que merece cada una de las líneas robaros algo de vuestro valioso tiempo. Es decir, personajes redondos, diálogos inmortales- aquí parece ser que el gran "culpable" es George Meyer, el alma del Bullpen creativos y aclamado por muchos cómo uno de los mejores y más agudos responsables del éxito de la serie, eso es decir mucho"-, Halloweens que los quieres o los odias, pero nunca te dejan indiferente, etc.



Para finalizar, hablar de la consabida decadencia. Esto me ha generado muchas discusiones- amistosas eso sí- , sobre todo si los amigos somos españoles. Y es que la prostitución que Antena 3 ha hecho con los antiguos capítulos de esta serie raya lo machacón, haciendo que caiga el mismo una vez, y otra, y otra... hasta que te sabes de memoria todas las bromas telefónicas a la taberna de Moe. Criticando esta postura de la cadena, incapaz de darle un respiro a la frescura de la serie,
mi pregunta malévola es, ¿se alegra la 2 de Televisión Española de haber renunciado a esta serie a cambio de no ser acusada de cansina? Mi respuesta es que solamente hay dos momentos comparables: cuando los troyanos vieron un caballo muy bonito y lo dejaron pasar y cuando unos "avispados" General Managers dejaron escapar a un tal Michael Jordan en el Draft.
Sobre-explotación aparte, los Simpsons ya no son lo que eran. El abuso de actores famosos es en ocasiones cargante. Pero me gustaría matizar que no siempre ha sido así. Hay veces - sobre todo en el pasado- que no han sido meros cameos, sino auténticas comuniones, especialmente los referidos al Actor Secundario Bob, que para muchos son la unión totalmente necesaria de dos de las mejores comedias de su tiempo, "Los Simpsons" invitando a cenar a la familia de "Frasier".
No obstante, el agotamiento de ideas, ha ido lentamente notándose, no tan dramáticamente como creo que muchos pregonan, pero cierto es (y creo que ellos mismos lo saben cuando firman un delicioso episodio firmado: "Los Simpsons: detrás de las risas"). Siguen teniendo muy buenas espadas, John Vitti casi siempre firma buenos argumentos, Mike Scully es otro de los "culpables" de la gallina, etc. Pero creo que esto se acaba. Sobre todo porque últimamente los Simpsons viajan a demasiados sitios, hay demasiadas bodas y como bien piensa el señor Simpson, cuando Bart te dice que quiere conocer una fábrica de persianas en otro Estado: "Es la última temporada". O quizás no, no es la primera vez que hacen una puesta arriesgada, pregunta, ¿Qué diferencia Cheers, Matrimonio con hijos y los Simpsons? Las tres son muy buenas, pero la tercera es la única que se ha atrevido a funcionar sin risas enlatadas. También han osado cargarse personajes, eso es muy importante, especialmente el capítulo de Maude Flanders es uno que bajo las risitas tiene un transfondo bastante más desagarradoramente real del esperado en inocentes dibujitos.

Creo que la serie habla a sus aficionados con la discusión de Bart y el dueño de la tienda de cómics. Dice el segundo "Como seguidor fiel, están deuda conmigo. Puse una queja por el capítulo de Poochie. El peor de toda la historia del show de Rasca y Pica". A estos, contesta el pequeño Simpson, digno heredero de su padre, Homer- dijo Meyer en una ocasión que todos querríamos ser Homer como muchos quieren ser Bugs Bunny, porque no es alguien real y le puedes poner en cualquier pose- "Un momento, te han dado miles de horas de entretenimiento, en cualquier caso, estarás tú en deuda con ellos". Touché.
Por ello, aunque algunos lo vean como un concort en llamas cuyas plegarias han sido escuchadas... por el diablo, hay que decir simplemente chapeau y hasta lueguito, porque hay cosas que a veces sobrepasan las fronteras de "bueno" y "malo"... simplemente están allí para siempre. Como el rock and roll, como la Coca-Cola, la tarta de manzana, Naranjito... como los Simpsons, iconos de nuestro tiempo para bien y para mal.
Toma ya, y este artículo sin poner gags del sofá... ¿cómo? ¿Qué lo he puesto? ¡Ouch!

martes, 16 de junio de 2009

CÓMIC CORDOBÉS DE RABIOSA ACTUALIDAD

Título: Evelyn. El extraordinario caso del doctor Corman.

Autor: Andrés G. Leiva.

Editorial: Sinsentido.

Premios/galardones: Premio de cómic de la Diputación de Cuenca.
La objetividad no existe. Cuánto menos al existir lazos de afecto hacia el objeto de estudio a debatir. Sin ser íntimo suyo, si puedo jactarme de tener importantes vínculos de amistad con el círculo de alumnos del dibujante Andrés G. Leiva. Es más, gracias a ellos pude ir a la presentación de la obra en el instituto Góngora de Córdoba. En dicha visita, perfectamente ambientada y con un Salón de Actos a rebosar, pude tener la oportunidad de que Andrés me dedicase uno de los ejemplares, incluyendo un dibujo incorporado que hizo sobre la marcha para todos los presentes en cada uno de sus cómics.

Por estos motivos, espero que no me traicionen demasiado los colores y pueda recomendar esta pieza artística por lo que vale, sin dejarme llevar por sentimentalismos. En primer lugar, hay que decir que el título nos recuerda a viejos cuentos de terror de plumas tan celebradas como Poe, especialmente por el subtítulo. Asimismo, como el propio Andrés reveló, Evelyn fue finalmente una recomendación de su círculo familiar, pues estuvo a punto de terminar apareciendo con el nombre de Vlad (esta elección a mí personalmente no me gusta, porque está archi-explotada en todas las películas o cómics que tienen alguien con colmillos entre su casting) o incluso el de Cortman. Lo cierto es que son un triunvirato importante donde es muy difícil destacar a nadie, pero si hay un hilo conductor es Evelyn, quizás la más fascinante criatura dentro de la narración.

Hay que destacar también la notable edición y la buena promoción que hizo la editorial, a un precio razonable para los tiempos que corren, que es muy propicia para un ritmo muy positivo, ligero y ameno. Si acaso, es posible que determinados personajes exigiesen mayor desarrollo, el mentor de Corman bien hubiera merecido alguna línea más. No creo que teniendo en cuenta la buena capacidad de síntesis del aturo (recordemos su revisión del mito de Juana de Arco), no hubiera podido explayarse un poco más, sin llegar a ralentizar la trama.

En lo que se refiere al dibujo, hay que descubrirse ante el que quizás sea su mejor trabajo hasta la fecha. El trazo es dinámico, las escenas (especialmente en el tramo de Londres) parecen en muchas ocasiones estar orientadas con un efecto cinematográfico de película de vampiros en blanco y negro muy acertado. Le mezcla de blanco, gris y negro se logra con tino, ambientándonos en este marco impreciso de cualquier momento a finales del siglo XIX.

Bajo mi humilde prisma, la escena es la inocente canciocilla “1, 2, 3, el niño se quiere esconder…” infantil, encaja perfectamente con la atmósfera de cuento cruel que Leiva en bastantes momentos consigue. Llegas a preocuparte por ese niño desconocido mientras recibe el cebo, en un instante donde el alma de Evelyn empieza ya a flaquear entre la fidelidad a su amo salvador y su conciencia. Por supuesto, para todos aquellos que aún no lo hayan acabado, el desenlace queda reservado hasta que lo consigan, bajo un tupido velo.

En lo que se refiere a los amantes de la escrupulosidad, hay que decir que Leiva viajó a Inglaterra durante su búsqueda de inspiración de la obra, lo cual se refleja y muy bien, pues tuvo que recrear pasajes de las islas, incluyendo durante un tramo la zona irlandesa. El trasfondo histórico también está muy logrado, sobre todo por las víctimas escogidas de Vlad, los grandes oprimidos, las sombras que escondían el esplendor de la Revolución Industrial.

Para los que reclamen extras, decir que se incluyen bocetos e ilustraciones que harán las delicias de los aficionados. En definitiva, un trabajo muy recomendable, aunque el margen de mejora de Leiva es todavía muy grande cara al futuro. Lo mejor está por venir para el artista cordobés.


lunes, 15 de junio de 2009

UN LIBRO COMIQUERO


Título: W de Watchmen.

Autor: Rafael Marín.

Editorial: Dolmen.

Año de publicación: 2.009.


Rafael Marín es un tipo que sabe lo que habla. Admitiendo eso, en ocasiones se puede estar de acuerdo o en desacuerdo con sus consideraciones. Sabido es su conocimiento sobre el tema del que versa este libro, Watchmen, archi-celebrada obra del genial Alan Moore y el tremendamente talentoso dibujante Dave Gibbons. Del mismo modo, quizás por la edad de este afamado crítico, también es visible para todo aquel que rastree sus intervenciones en Dolmen, últimamente predica la coletilla de “cualquier tiempo pasado fue mejor”.

La estructura del libro satisface sin duda el ambicioso hilo conductor que pretende llevar a cabo Marín. Con un impresionante y hábil rastreo, en primer lugar hay que descubrirse ante el detectivesco trabajo que realiza para ir recopilando las entrevistas que el siempre heterodoxo guionista británico ha ido dejando, pequeñas piezas que hay que juntar para hacernos una idea de qué pretensiones y qué conclusiones sacó de su ópera prima.

No obstante, si bien de las alabanzas al trabajo de Moore son cosa usual a la hora de criticar esta pieza maestra, en mi humilde opinión mal llamada novela gráfica (recordemos que se pensó como una mini-serie de doce cómics-books, que además era una re-versión de antiguos personajes, lo cual ha traído no pocos problemas de marketing con DC), Gibbons ha permanecido siempre como el gran desconocido. Muchos pensábamos que sin Moore jamás hubiera habido Vigilantes Vigilados, pero tras leer la obra de Marín, quedo convencido de que aunque sin el dibujante hubiera podido salir una saga bastante potable, la maestría y cotas de magia de esta auténtica pionera.

Y no es porque lo diga yo, sino porque cuando es el propio Moore quien dice que hubo detalles que captó del dibujo a la séptima lectura, es que porque el dibujante se volcó en el proyecto, embarcado y dispuesto a sacar todas las lecturas posibles. Sobre las sesudas disertaciones y simbología de Watchmen, pocos peros se le pueden poner a Marín, certero, agudo y siempre muy positivo con este proyecto. Recomendable sería a cambio, leer un reciente artículo de Pedro Angosto, con fecha de junio del 2.009, donde sin dejar de hacer lo mismo, muestra una sana irreverencia, especialmente señalando aspectos de la denostada película que empiezan a equilibrar justamente la balanza.

En cualquier caso, el crítico gaditano ha realizado probablemente la mejor obra de referencia en lengua hispana para está gigantesca pieza, este inmenso test de Rorschach como él mismo lo llama en algún momento. Otra cuestión que podrá sorprender a los más expertos en el tema, pueden ser las propias decepciones y sorpresas que los creadores vieron al culminar la obra.

Por ejemplo, el ya citado Rorschach, maltratado sistemáticamente como neofascista, conservador enfermizo y de comportamiento de psicópata, ha generado mucha atracción entre los consumidores de producto, no pocos lo consideran el gran eje de la trama y a fin de cuenta, su personaje favorito. Moore quiso ponerle como muestra de algo repulsivo, pero como su propio talento de guionista sin par le obliga a dar personajes grises, con sus virtudes y defectos, no se puede negar que muestra el tremendo poderío de captación que tiene una personalidad que incluso ante el Apocalipsis terminaría actuando igual. Tal vez Moore no acabó satisfecho, pero es el precio de la fama.

Como vemos, estamos ante una nueva forma de acercarse a este fenómeno de la década de los 80, a este Quijote de lo súper-héroes, a un tremendo What if…? histórico si los Estados Unidos hubieran ganado la Guerra del Vietnam, asistiéndose al final de Camelot, a muchas dudas morales, al lado oculto de la sexualidad de los héroes de capucha, a una mezcla de imagen visual con relatos en primera persona, a metáforas dentro de leyendas y a infinidad de cosas más…

Eso sí, para enriquecer al lector, será muy aconsejable darse una vuelta por otros excelentes críticos, Julián María Clemente (siempre agradablemente nostálgico pero abierto a todo lo nuevo), el novedoso enfoque de Helio Mira, o, cómo no, Tony “Fabulador” Ruiz, que presenta una historia ficticia para confrontar al fenómeno literario con el cinematográfico. Los interesados en estas otras perspectivas, solamente tienen que dejarse caer por el número 161 de la revista Dolmen.

Todo ellos nos ayuda para acercarnos a un libro que es clave. Un libro que es una W… una W de Watchmen.

domingo, 14 de junio de 2009

MUERTE ENTRE LAS FLORES



Título: Muerte entre las flores. (Miller´s Crossing). 1.990

Duración: 115 minutos.

Dirección: Joel y Elthan Coen.

Guión: Joel y Elthan Coen.

Producción: Elthan Coen.

Música: Carter Burwell.

Fotografía: Barry Sonnenfeld.

Productora: 20 th Century Fox y Circle Films.

Reparto: Gabriel Byrne, Albert Finney, John Turturro, Marcia Gay Harden, Jon Polito, J. E. Freeman, Steve Buscemi…


El camino más enrevesado para obtener lo que se quiere. Aníbal tuvo los Alpes, el personaje principal de esta trama de mafiosos en los años 20, Tom (Gabriel Byrne), funciona por esta motivación, engañando con sus añazagas a propios y extraños, incluyendo al espectador, cual moderno Ulises. En una ciudad indeterminada, hombres como Tom, fiel consejero del jefe delictivo de la ciudad (un temperamental y carismático Albert Finney, para un papel inicialmente pensado para Trey Wilson, tristemente fallecido), Leo, tienen en estos recursos su método para sobrevivir. Una vez comprendamos mejor a Tom, tendremos la llave para abrir la caja confusamente envuelta que nos presentan los peculiares hermanos Coen.

La primera escena ya nos recuerda un poco a grandes clásicos, como El Padrino, pero todo es un poco distinto. Las peticiones del italiano corredor de apuestas (impresionante Jon Polito, uno de los actores más peculiares de la Historia) reflejan que pronto nos hallaremos ante la típica guerra de bandas. La presencia de un despiadado lugarteniente, apodado “El Danés”, solamente sirve para poner una Némesis a Tom, un consejero menos físico y más sosegado. En su inicio, el “malvado” iba a ser interpretado por Peter Stormare e iba a ser apodado “El Sueco”, pero por problemas de agenda, terminó siendo Freeman, quien cuaja muy bien en el papel de duro y despiadado. Además, Stormare se encontraba en una versión de Hamlet, así que no pudo sentir mucha morriña, ya que en ambos trabajos hay una coincidencia: mueren muchísimos personajes principales.

El punto de ruptura que el guión ofrece para que la contienda entre jefes mafiosos no caiga en clichés, se da cuando Tom y Leo separen sus caminos. Pero el motivo no es precisamente el más original del mundo, una mujer. En este caso es la atractiva Marcia Gay Harden, que usa sus encantos para que Leo proteja a su verdaderamente desagradable hermano, que al parecer a estado timando a la banda del italiano. Por supuesto, también tiene un affaire con Tom, lo cual explica que separen sus destinos, perdiendo Leo a su mejor consejero y además dándole un fichaje a la banda de su rival, que le espera con los brazos abiertos… o eso parece.

Finalmente, la prueba de fuego para el converso será cuando se le pida por parte de sus nuevos amos, ejecutar al hermano de su amante, un inquietante John Turturro. A partir de este momento, todo empieza a cambiar, como en los cuentos infantiles, sucede algo que cambia el curso de los acontecimientos y los hermanos Coen parecen transformarse por instantes en unos crueles hermanos Grimm. No se debe desvelar nada más de la trama, pues a partir de entonces empieza a alcanzar cotas mucho mayores que al principio y con instantes realmente memorables.

En este sentido, hay que decir que la banda sonora acompaña magníficamente bien esos instantes, en especial dos macabros paseos por el bosque que si lograrán mantener la atención del espectador totalmente en vilo, sobre todo con su milagrosa resolución cuando nadie lo esperaba. A partir de entonces, Tom (un papel que Byrne parece haber nacido para encarnar) asume todas las riendas de una película tramposa que solamente puede ser conducida por este eterno embaucador. La calidad de los personajes secundarios (por ejemplo: un nervioso Buscemi) permite mantener la estructura, además, hay cameos bastante curiosos, como Sam Raimi.



Sobre la valoración global del producto, parece haber bastante unanimidad en que se trata de una excelente ópera sobre el cine negro, un giro de tuerca más a un tema que está rondando peligrosamente ser muy trillado. Pese a ello, no todo son parabienes y hay quien juzga que presenta un ritmo lento y un final mal concebido. Creo que si se analiza en profundidad la personalidad de Tom tal y cómo la van presentando, se debe de admitir que el desenlace no es ni ilógico ni tan inesperado, una vez comprendemos su peculiar forma de comportarse, todo es mucho más sencillo. Además, coincidiremos en que un hombre está ridículo tratando de recuperar su sombrero.

¿Es como se ha pregonado en algún medio la mejor película de este género desde “El Padrino”? Bueno, esa es la eterna discusión, pero realmente creo que algunos casos como el de “Uno de los Nuestros”, pueden perfectamente plantear una batalla cuerpo a cuerpo a lo orquestado por los Coen y salir vencedores a los puntos. Esto no implica menospreciar a dos pioneros que siempre nos ofrecen cosas jugosas. Además, siempre podrán presumir de, que cuando tuvieron un bloqueo trabajando en esta cinta, se permitieron el lujo de escribir un argumento en apenas tres semanas, que versaba sobre un escritor sin ideas. Pequeñas frivolidades que a veces se conceden los talentos naturales.

A título de mera anécdota, siempre suele salir el dichoso título. Efectivamente, la edición española se toma una gran licencia, que no respeta para nada el mensaje original. Los Coen querían simplemente homenajear a Michael R. Miller, quien había elaborado sus montajes. Por fortuna, creo que nuestra traducción es muy bonita, sonora y además encaja perfectamente con las carátulas de la cinta. Pasa un efecto similar a “Uno de los Nuestros”.

En lo que se refiere a los conflictos, pues no están nada mal, especialmente porque el personaje de Polito y su temible lugarteniente dan mucha fuerza, junto con personajes como Leo o Verna, que aunque no tengan todo el metraje que podrían desarrollar, están muy bien construidos. Eso sí, creo que llega a ser has cansino la presencia de una policía que raya la estupidez y la mediocridad más absoluta, acercándose mucho a lo que debe de ser la comisaría de Clancy Wiggum (pero sin su simpatía y rosquillas). O no deberían insistir tanto, pues ya sabemos que la alcaldía y el departamento son corruptos, o haber presentado cierta resistencia. En ningún momento da la sensación de que sean una fuerza a tener en cuenta por los mafiosos o que pueden influir en lo más mínimo en la ruleta de acontecimientos.

Para concluir, invitar a los que conozcan esta obra a que la conozcan. Es un viaje que merece mucho la pena y que impacta mucho, sobre todo la primera vez que se ve, pero al contrario que otras piezas cuyo gran éxito radica en el final, la película no pierde mucha magia en los siguientes visionados, pues se puede profundizar en los personajes. En definitiva, estamos ante una de las mejores películas que salieron en cartelera a principios de los 90.