domingo, 28 de junio de 2009

LOS SOPRANO: AS EVIL AS I LIKE

Título: Los Soprano.

Director: David Chase.

Guionistas: David Chase, Terence Winter, Frank Renzulli, Robin Green, Mitchell Burgess, etc.

Producción: CBO.

Banda Sonora: Variados temas.

Reparto: James Gandolfini, Lorraine Bracco, Edie Falco, Robert Iler, Jamie-Lynn Sigler, Michael Imperioli, Drea de Matteo, Vincent Pastore, Tony Sirico, Steve Van Zandt…

Galardones: 21 Premios Emmy y 5 Globos de Oro.
Lo prohibido atrae. No lo duden, si alguna vez quieren hacer que la gente se interese en algo en lo que no repararían, declararlo inmoral o peligroso les traerá más público que bajarle la entrada a la mitad. Algo parecido me pasaba a mí de niño con Los Soprano, sabía que era una serie de televisión, que su protagonista no era moralmente muy aceptable y que la echaban en Canal + (lo cual a mí en aquellos días me equivalía a rayitas grises)

No fue mucho tiempo después hasta que la descubrí, vía Internet. Si soy sincero, la magnífica secuencia de opening con el pegadizo tema principal, los cuidados escenarios y el realismo no recibían justicia en una pantalla de ordenador. En efecto, muchos críticos de televisión (recomendable en este sentido es ver el documental “El último golpe de Tony Soprano”) han elogiado esta capacidad casi de pasar la precisión del cine al hogar, en un esfuerzo que ha marcado pauta a numerosas posteriores programaciones. Ha habido un antes y un después, especialmente en Estados Unidos, a la hora de concebir la calidad de una producción para este come-cocos del hogar.
El principal atractivo de la serie parece radicar en la temática, la mafia. Bueno, cierto es, el cine negro tiene muchos adeptos, sobre todo gracias a nombres como Puzzo, Coppola o Scorsese (no es casualidad que haga un cameo en la primera temporada), pero creo que precisamente por ello, una serie de televisión que intentase sobrevivir a las odiosas comparaciones, se exponía a un auténtico reto, por no decir al fracaso más absoluto.

Creo que hay se debe partir una lanza a favor de David Chase, quien dio muchas pinceladas de su propia biografía (sobre todo en la turbulenta relación de Tony con su madre Livia, que al igual que la emperatriz romana, parece empeñada en convertirlo todo en un drama griego) para el personaje principal, Tony Soprano. Aunque no lo parezca, este individuo, orondo y afable en su día a día, perfecto Carl Wislow o Homer Simpson, es uno de los principales capos de New Jersey (una poderosa organización criminal, pero lejos del esplendor de los narcos de Miami de las películas de Brian de Palma o por supuesto, las poderosas familias de New York).

El actor elegido para la tarea fue James Gandolfini. Lo cierto es que estamos ante un gran actor, de mucho temperamento, con amplitud de registro y que ha dado una dimensión desconocida al término protagonista amoral. Aunque muchos de sus actos puedan repeler, la bipolaridad de su vida (las dos familias, la real y la de su trabajo) y su propia prestancia en escena terminan por hacerle “Uno de los nuestros” (por cierto, obra prima con la que esta magnífica serie está en deuda).

La ruptura con la realidad es que los problemas de su vida privada, obligan a Tony a asistir a terapia. Esto produce una maravillosa conexión, pues a través de la doctora Melfi (su psiquiatra, perfectamente encarnada por Lorraine Braco, a quien en un principio quisieron convertir en la esposa Soprano, pero ella no quiso repetir un papel que ya había hecho con Scorsese), vamos desgranando rasgos de la personalidad y el pasado del delincuente. También accedemos así a ver cómo se comportan sus dos familias.

El gran potencial de la serie, como han señalado muchos atinadamente es que resulta tentador proyectarse en los personajes. Puede ser rato teniendo en cuenta su oficio, pero su vida cotidiana no es tan distinta del resto, especialmente en la relación con sus hijos o problemas conyugales. Además, cuenta con un reparto de primer orden, de actores entonces no demasiado conocidos pero que dejan todo en el escenario, Edie Falco presta su talento a Carmela, la esposa de Tony, dando una nueva lectura al estereotipo de la supuestamente sufridora esposa de un miembro de la Cosa Nostra. La relación de Tony con Carmela es diferente a cualquier otra obra de cine negro.

Entre los lugartenientes de la organización de Tony, destaca “Big Pussy”Bompensiero, interpretado por el temperamental Vincent Pastore, eje de algunas de las mejores trama, o el inolvidable Tony Sirico, que presta su instinto de supervivencia de Sal, el soldado de soldados de “la familia”, cuyo discurso no cambia a lo largo de toda la serie, una de las claves de que sobreviva a auténticos bombardeos en guerras de bandas. Mención aparte a Steven Van Zandt.

No obstante, es difícil de decir por qué se va siguiendo la serie capítulo tras capítulo. Momentos de gran importancia se alternan con otros que parecen que no llevan a ninguna parte, pero no se preocupen, el equipo de guionistas, excelente y variado como en otras grandes series como los Simpsons, sabe perfectamente dónde quiere llegar y cómo sorprender al espectador. Resoluciones como la sucesión de Jackie Aprile, la guerra con Johny Sack, la trama de Adriana o el primo de Tony metido entre rejas… justo cuando creemos que se han olvidado de ellos, nos cae cual piedra de toneladas en un charco.

Pocas veces he cometido el riesgo de desembolsar por una serie de televisión completa, con todas sus temporadas, sin haberla consumido entera, pero en el caso de Los Soprano parecía apuesta a caballo ganador. En honor a la verdad, la jugada pudo haber salido pésimamente, pero la adicción a los capítulos se eleva con fina precisión, conforme mejor se dibujan perfiles de personajes. Eso y un excelente desembolso, porque no es fácil arriesgarse a traerse a actores como Steve Buscemi para papeles secundarios, o rescatar a Frank Vincent para hacerle uno de los principales antagonistas… Si algo ha enseñado este dramón es que a veces hay que invertir para ganar.

Si las cinco primeras temporadas gozan de buena salud y reconocimiento, la sexta, la más oscura de todas, siempre está en debate. No es para menos, es la que más abandona el sano humor negro que en cierta medida suavizaba los acontecimientos principales de las anteriores. En ella, vemos a un Tony Soprano más despiadado y fuera de moralidad que nunca, aunque si se recogen bien las pistas, él siempre ha sido así, lejos de la pantalla hogareña y los abrazos en las comuniones y bautizos. Nos enfrentamos ya a la verdad sin tapujos y nos topamos con los momentos más macabros de toda la historia de la serie.

En especial, hay que subrayar el trabajo de Michael Imperioli, joven actor de nariz aguileña que interpretar a Christopher, sobrino y protegido de Tony. Imperioli va evolucionando y mejorando a lo largo de toda la serie, ofreciendo más y más matices a su turbulento personaje, un tipo que tiene todas las oportunidades de ser el más feliz del mundo y las quema absolutamente todas. La extraordinaria resolución de su relación con su tío y el horrible sacrificio que es capaz de cometer para seguir en la familia, cuajan un personaje oscuro, inestable y que sin embargo al final nos mueve a la más fuerte de las compasiones. Es la total ambivalencia de esta serie, donde jamás se dan juicios de valor, no por falta de moralina, sino porque si se busca bien, son evidentes.

Sobre el capítulo final hay una serie de teorías y múltiples ángulos para mirarlo, pero creo que es un ejemplo de una más de las muchas virtudes de la serie. Pocas veces se deja al espectador tal capacidad de elección y se logra crear esa sensación de incredulidad.
¿Puntos negativos? Varios, por supuesto, puesto que nada es perfecto. En primer lugar hay que decir que esta producción tiene la bendición de haber durado 6 temporadas, cifra respetable, pero que evitar quemarse como en algún momento puntual le ha pasado a obras tan renombradas como Los Simpsons, Cheers, etc. Probablemente, de haber durado más, teniendo en cuenta el pulso entre actores y productores por los emolumentos y el deseo de hacer nuevas cosas que algunos tenían (sobre todo Gandolfini, pieza clave de la trama), quizás su calidad se hubiera deteriorado a cambio. Si hay una lección de Los Soprano, es que una retirada a tiempo a veces es la mejor de las victorias.

En lo que se refiere a la trama, el excelente árbol trazado peca de poco ambicioso en algunos momentos. Personajes tan bien construidos como el padre de Tony, Jackie Aprile o los comienzos de Bompensiero vagan con breves pinceladas, con flashbacks muy logrados pero que dejan con un irremediable deseo de saber más. Por un lado, se puede pensar, “genial, los guionistas lo han conseguido”, pero por otro, más propicio que una película siguiendo los acontecimientos de la serie (lo cual sería un suicidio teniendo en cuenta el final de la sexta temporada, para dejar a todos contentos), creo que la única vía que le quedaría a Chase y su equipo sería una especie de Soprano´s Year One.
Pese a lo dicho, siempre recomendable, aunque hay que admitir que presenta una temática limitada y donde hay que empatizar mucho con lo que es la sociedad norteamericana, creo que es un chapuzón interesante en la piscina... como ciertos patos que un día abandonaron el nido en un espisodio piloto que la cadena FOX aún lamenta no haberle dado luz verde.

2 comentarios:

  1. Caramba, hacía mucho tiempo que no me metía en esta entrada. Muchas gracias por tu visita, Gerardo.

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