lunes, 15 de junio de 2009

UN LIBRO COMIQUERO


Título: W de Watchmen.

Autor: Rafael Marín.

Editorial: Dolmen.

Año de publicación: 2.009.


Rafael Marín es un tipo que sabe lo que habla. Admitiendo eso, en ocasiones se puede estar de acuerdo o en desacuerdo con sus consideraciones. Sabido es su conocimiento sobre el tema del que versa este libro, Watchmen, archi-celebrada obra del genial Alan Moore y el tremendamente talentoso dibujante Dave Gibbons. Del mismo modo, quizás por la edad de este afamado crítico, también es visible para todo aquel que rastree sus intervenciones en Dolmen, últimamente predica la coletilla de “cualquier tiempo pasado fue mejor”.

La estructura del libro satisface sin duda el ambicioso hilo conductor que pretende llevar a cabo Marín. Con un impresionante y hábil rastreo, en primer lugar hay que descubrirse ante el detectivesco trabajo que realiza para ir recopilando las entrevistas que el siempre heterodoxo guionista británico ha ido dejando, pequeñas piezas que hay que juntar para hacernos una idea de qué pretensiones y qué conclusiones sacó de su ópera prima.

No obstante, si bien de las alabanzas al trabajo de Moore son cosa usual a la hora de criticar esta pieza maestra, en mi humilde opinión mal llamada novela gráfica (recordemos que se pensó como una mini-serie de doce cómics-books, que además era una re-versión de antiguos personajes, lo cual ha traído no pocos problemas de marketing con DC), Gibbons ha permanecido siempre como el gran desconocido. Muchos pensábamos que sin Moore jamás hubiera habido Vigilantes Vigilados, pero tras leer la obra de Marín, quedo convencido de que aunque sin el dibujante hubiera podido salir una saga bastante potable, la maestría y cotas de magia de esta auténtica pionera.

Y no es porque lo diga yo, sino porque cuando es el propio Moore quien dice que hubo detalles que captó del dibujo a la séptima lectura, es que porque el dibujante se volcó en el proyecto, embarcado y dispuesto a sacar todas las lecturas posibles. Sobre las sesudas disertaciones y simbología de Watchmen, pocos peros se le pueden poner a Marín, certero, agudo y siempre muy positivo con este proyecto. Recomendable sería a cambio, leer un reciente artículo de Pedro Angosto, con fecha de junio del 2.009, donde sin dejar de hacer lo mismo, muestra una sana irreverencia, especialmente señalando aspectos de la denostada película que empiezan a equilibrar justamente la balanza.

En cualquier caso, el crítico gaditano ha realizado probablemente la mejor obra de referencia en lengua hispana para está gigantesca pieza, este inmenso test de Rorschach como él mismo lo llama en algún momento. Otra cuestión que podrá sorprender a los más expertos en el tema, pueden ser las propias decepciones y sorpresas que los creadores vieron al culminar la obra.

Por ejemplo, el ya citado Rorschach, maltratado sistemáticamente como neofascista, conservador enfermizo y de comportamiento de psicópata, ha generado mucha atracción entre los consumidores de producto, no pocos lo consideran el gran eje de la trama y a fin de cuenta, su personaje favorito. Moore quiso ponerle como muestra de algo repulsivo, pero como su propio talento de guionista sin par le obliga a dar personajes grises, con sus virtudes y defectos, no se puede negar que muestra el tremendo poderío de captación que tiene una personalidad que incluso ante el Apocalipsis terminaría actuando igual. Tal vez Moore no acabó satisfecho, pero es el precio de la fama.

Como vemos, estamos ante una nueva forma de acercarse a este fenómeno de la década de los 80, a este Quijote de lo súper-héroes, a un tremendo What if…? histórico si los Estados Unidos hubieran ganado la Guerra del Vietnam, asistiéndose al final de Camelot, a muchas dudas morales, al lado oculto de la sexualidad de los héroes de capucha, a una mezcla de imagen visual con relatos en primera persona, a metáforas dentro de leyendas y a infinidad de cosas más…

Eso sí, para enriquecer al lector, será muy aconsejable darse una vuelta por otros excelentes críticos, Julián María Clemente (siempre agradablemente nostálgico pero abierto a todo lo nuevo), el novedoso enfoque de Helio Mira, o, cómo no, Tony “Fabulador” Ruiz, que presenta una historia ficticia para confrontar al fenómeno literario con el cinematográfico. Los interesados en estas otras perspectivas, solamente tienen que dejarse caer por el número 161 de la revista Dolmen.

Todo ellos nos ayuda para acercarnos a un libro que es clave. Un libro que es una W… una W de Watchmen.

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