lunes, 22 de junio de 2009

LA FRAGANCIA DE UN GRAN LIBRO

Título: El perfume.

Autor: Patrick Süskind.

Ediciones: Varias.

Año de publicación: 1.985.
Fue la historia de un hombre genial y abominable... en una época donde abundaron los seres humanos geniales y abominables. Puedo decir sin temor a equivocarme que pocos lectores/as están a salvo de caer en las extrañas sensaciones que suscita el inquietante personaje de esta obra de Süskind, Jean Baptiste Grenouille, el genio más grande que jamás existió para el efímero mundo de los olores.
Para este libro, llegué, como suele ser habitual, tarde y desinformado. Alguna gente me lo había mencionado, pero estaba aparcado en el rincón de los futuribles hasta que en una ocasión, un profesor de Lengua Castellana y Literatura lo elogió encomiablemente. Afirmaba que el primer centenar de páginas era algo absolutamente genial, con un interludio negativo por culpa de un viaje y que volvía ganar impulso al final.
Busqué entonces el libro, aunque por un motivo u otro no apareció, hasta que me topé con él frente a mis narices en la casa de unos familiares en Linares. La cara de ansiedad y deseo de devorarlo debió de ser muy encominable, porque finalmente me lo regalaron, probablemente era eso mejor que aguantarme. Desde entonces comprendía el por qué de la reputación de la obra.
Probablemente sea una de las piezas literarias que más rápido se puedan consumir, especialmente un inicio arrebatador. Históricamente hablando, el contexto es impecable, casi respiramos y andamos por las calles de la Francia pre-Revolución, en unos instantes vemos lo que Grenouille observa, una infancia triste y sumida en la falta de cariño, pero lo que tiene más mérito en la narrativa de Süskind es que casi imaginamos los olores. Expresar tantas ideas a través de este elemento es una muestra de originalidad que no abunda precisamente.
A medida que se avanza, comprendemos el macabro subtítulo "Historia de un asesino". La primera fechoría, siguiendo la pista de la primera muchacha, nos advierte que nos vamos a enfrentar a una auténtica obra maestra, a un relato que merece la pena leer con la luz de la lámpara cuando caiga la noche. Lástima del maldito viaje.
Antes de todo decir que Süskind es un tipo peculiar. El novelista alemán no se ha prodigado, incluso cuando se consiguieron los derechos para llevar la ópera prima a la gran pantalla, siguió sin hacer muchas declaraciones. Es respetable su privacidad, pero parece tener preferencia por la discrección en grado sumo. En especial se ha negado a recoger premios. Hizo algún trabajo más antes de su súper-ventas, pero salvo esta archi-famosa obra, no son muy reconocidos sus otros trabajos, o mejor dicho, se los desconoce mucho porque no están muy publicitados.
Quizás esa extravagancia se refleje cuando Jean Baptiste abandone a Baldini (personaje maravilloso por cierto, muy bien construído) y se embarce en el casi psicotrópico autoexilio que se impone. Probablemente sean mis cortas entendederas, pero no creo que sea un tramo que sea muy agradable de leer, si antes todo era rápido, vertiginoso, fascinante y misterioso, el ritmo se vuelve plomizo y estancado. Cuestión de gustos supongo, pero creo que sin este condenado viaje, tal vez El Perfume pasaría de ser uno de mis libros predilectos al mejor de todos sin duda. Pero bueno, eso es otra historia.
Por fortuna, existe el núcleo central del libro, el nudo de los crímenes, del ague y caída de este gran genio del mal, que como todo este tipo de criaturas, no esconde otra cosa que al más miserable y digno de compasión de los desgraciados. Los sucesos asombrosos de la ciudad de Grasse bien valen leerse todo el libro, sobre todo por una resolución impresionante, cruel y brillante, de una obra amoral en este tramo, donde todo se refleja sin piedad de ningún tipo.
El desenlace final ha generado muchos ríos de tinta, la crítica se obsesiona por hasta el más mínimo detalle de este minucioso rompe-cabezas, ¿por qué Grenouille no puede olerse a sí mismo? ¿Cuál es el secreto de la última muchacha? ¿Por qué es tan complejo y a la vez cercano el señor Richis? Ni puedo, ni quiero, ni pretendo decir nada, porque no estoy seguro de tener el ingenio suficiente, solamente el preciso para comprender que estamos ante algo muy especial.
Pero, y aquí me matarán algunos, me convence más el final de la película, que quizás intenté incluir en alguna próxima ficha. En efecto, si de verdad a Grenouille le pasa lo que le sucede al final de la novela, lo que se ve en las escenas cinematográficas me explica mejor su fracaso que la resolución de la novela, pues tratando de ser amoral, no convence el fracaso final en el momento de gran éxito del criminal. Laura Richis es la respuesta, pero Laura deja todo mucho más claro en la cinta (inferior en otros sentidos a la pieza literaria) que en las páginas escritas.
Quizás simplemente al fin comprendió lo que buscaba... y al encontrarlo, entendió lo qué había sido su vida. Pero siempre nos quedará el recuerdo de la pequeña y desagradable figura de Grenouille en una oscura calle, esperando y aguardando... capaz de detectar el perfume de nuestros sueños, esperanzas e ilusiones... y arrebatarlos.

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