sábado, 3 de agosto de 2019

VERITAS (CRÓNICAS DE BOSTON, PARTE V DE VII)


"Bueno, Harvard también comete errores, ¿sabes? Kissinger estudió allí"- Woody Allen.



Fundada en el año de 1636, la universidad de Harvard se encuentra muy próxima Boston, en la ciudad de Cambridge. Institución de enseñanza privada, surgió durante la época colonial y debe su nombre definitivo a John Harvard, un clérigo que hizo mucho por dotar de recursos al lugar. Es muy frecuente que decenas de turistas se hagan fotos tocándole un pie, lo cual se supone que da fortuna. No es tan sabido que el rostro es falso, puesto que carecemos de descripciones físicas del personaje en sí y el homenaje, como suele suceder, se produjo tiempo después de su muerte. 



Lógicamente, todo en el campus gira alrededor de esta vida universitaria, donde se incluyen las célebres casas/hermandades. Si hemos de creer a cierto género cinematográfico estadounidense, esos lugares son lo más alejado a la cultura y cordura que podría hallarse, si bien se comprende que será una hipérbole y que entre vulgares novatadas o fiestas, incluso se abren los libros. No en vano, Harvard conserva todavía a día de hoy una reputación que hace a muchas personas soñar con ingresar allí debido a su prestigio. 



De forma gratuita (aunque recuerden que la propina es un arte), se ofertan algunos recorridos y visitas guiadas que informan a las personas visitantes sobre las singularidades y anécdotas que se han generado en una institución con siglos a sus espaldas. Presten atención al "gran experimento", una buena demostración de lo que les costó el ingreso a las estudiantes a esos niveles de educación. Y también hubo instantes al comienzo donde en esos templos del saber hubo esclavos/as sin que se cayesen los anillos. 


"Ha llegado un momento en mi vida en que estoy más orgulloso de los libros que he leído que de los que he escrito"- Jorge Luis Borges. 



Hace tiempo existía en televisión un programa sobre literatura que comenzaba con el entusiasta lema: "Todo está en los libros". Podríamos afirmar que es una hermosa mentira. Por desgracia, por lo que la realidad enseña, el camino para la felicidad suele ser bastante más corto desde la ignorancia. Eso no quiere decir que sea una inconsciencia positiva. Así, si bien la cultura no da todas las llaves, sí que se trata de una gratísima compañera de viaje, un escudo elegante que se desprestigia cuando se utiliza como arma de ataque. 



Por supuesto, Harvard está bien nutrida de libros. A destacar la Harvard Book Store, un buen exponente de organización por temáticas y con precios realmente razonables. A destacar joyas como las memorias del general Ulysses S. Grant o secciones de política sobre una gran cantidad de países extranjeros. En definitiva, un rincón muy agradable donde las matemáticas se encuentran a apenas un pequeño pasillo de las grandes obras teatrales.  



Bastante cerca de la misma, también se puede disfrutar de una librería de segunda mano muy cuidada: Raven Used Books, la cual se caracteriza asimismo por una excelente organización por temas y donde, como el propio título indica, podemos ver cuervos en sus estanterías. Naturalmente, se trata de un homenaje al gran Edgar Allan Poe, un magnífico escritor adelantado a su tiempo, pero víctima de una vida profundamente azarosa y dramática. 


"La cuestión importante es no dejar de hacernos preguntas. La curiosidad tiene su propia razón de existir"- Albert Einstein. 



Hubiera sido excepcional en cualquier sitio. El MIT (Instituto de Tecnología de Masachussetts) puede presumir de que Sabrina González Pasterski escogiese a la prestigiosa institución para realizar su Doctorado. Joven estadounidense cuya familia es de origen cubano, su vocación por la Física ha llevado a algunos mentideros importantes de Harvard a afirmar que se trata de la próxima Einstein. Al igual que él, parece no ponerse límites en pensar a lo grande y estar dispuesta a equivocarse. En una época donde algunas luminarias quieren construir muros, conviene recordar que algunos de los mejores éxitos de las universidades del país se lograron con la máxima de un mandamiento que debería ser obligatorio en educación: honrarás al talento por encima de todas las cosas sin importar su nacionalidad o creencia. 



Originario de Alemania, Einstein es hoy un logo tan reconocible en tazas y demás merchandising como Marilyn Monroe o el Che Guevara. Hábilmente rescatada la anécdota para la ocasión por un guionista hábil como Alan Moore, no es tan conocido que este genial físico judío dejó una frase inspirada cuando descubrió los efectos que tenía la aplicación práctica de muchas de las cuestiones tratadas en las académicas pizarras: "Si lo sé, me hago relojero".



A mediados del siglo XX, Harvard era el perfecto exponente de una educación orientada para élites socioeconómicas, un engranaje bien retro-alimentado. Actualmente, es de justicia hablar de sus programas de becas que han permitido una apertura que prima las capacidades y esfuerzo, si bien su tasa de ingreso sigue siendo una de las más reducidas. Deja tantos exponentes brillantes como polémicas sobre algunas cuestiones de financiación.



Cuando visitamos este templo del saber, conviene que mantengamos siempre una mirada de profunda admiración que no debe estar reñida con un espíritu crítico, esa curiosidad que tiene un motivo de existir. 



FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES:



- Estatua de John Harvard [Fotografía realizada por el autor del blog]



- Harvard Book Store [Fotografía realizada por el autor del blog]



- Adams House [Fotografía realizada por el autor del blog]

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