¿Cuánto hemos cambiado con respecto a generaciones anteriores en materia de un sábado por la noche? La primera respuesta que vendría a la mente sería una rotunda sensación de no tener nada que ver con aquellas cosas que harían, si es que somos capaces de imaginarles en un contexto lúdico, nuestros tatarabuelos en su día de asueto. No obstante, Max Ophüls, un cineasta que tiene un sello tan marcado que basta el opening de cualquier cinta suya para saber que solamente podría haberla dirigido él, estima que lo escrito por el gran Guy de Maupassant se aplicaría sin ninguna dificultad en futuras sociedades.
El placer (1952) fue uno de los grandes hitos cinematográficos en Francia tras salir de la terrible experiencia de la II Guerra Mundial. Así lo reconocían figuras como Jean-Luc Godard. Su estructura narrativa se compone de tres relatos. El primero de ellos de carácter sumamente breve, bajo el sugerente título de "La máscara". Un entremés cuya condición no impide un esfuerzo técnico enorme, donde se pone de manifiesto tanto la pericia técnica con la cámara como un gusto exquisito por los grandes referentes pictóricos del arte galo.
Contada con bastante más humor negro del que parece, esta obertura nos marca el tono para el resto del metraje. Es la antesala perfecta para ir al verdadero corazón de la cinta, "La casa Tellier", un momento que nos va a permitir hacer un pequeño alto en el bullicioso París para visitar los agradables encantos de una pequeña comunidad rural en un día tan especial como la primera comunión de la infancia de lugar. Claro que aquí la ceremonia va a tener unas invitadas muy especiales.
Madeleine Renaud da vida y carisma a Julia Tellier, una madame parisina cuyo establecimiento deja desolada a su clientela en pleno fin de semana. Ophüls aprovecha esas quejas para despertar nuestro interés en qué motivos hay detrás del cierre temporal. Y es que Tellier lleva a sus pupilas a casa de su hermano, caracterizado por otro fenomenal intérprete, Jean Gabin. Las damas provocaran una verdadera conmoción en el lugar por su mera presencia.
Maupassant es un influjo tan relevante que el cineasta no se priva de emplear la narración en off para que podamos disfrutar de su narración privilegiada a través de los ojos de la inocencia. Es una técnica que veremos también para El Chavo del 8, usar una infinita ternura para describir situaciones sociales de sumo desequilibrio o sencillamente crueles. Hay escenas en ese hogar con las chicas ayudando a la niña con su vestido que tienen magia en celuloide, en una alquimia extraña y fascinante.
También puede ser terrible. El personaje de Gabin es carismático y cuesta poco encariñarse con él. Le veremos asimismo hacer cosas muy censurables, bajo el pretexto (qué socorrido ha sido a lo largo de la Historia) del alcohol. Hay desilusión al final de ese día con respecto al género humano, si bien luego todo vuelve a una aparente normalidad. Este relato, el más largo de los tres, resulta sumamente sobresaliente en sus relecturas.
La frutilla del postre es un tanto agridulce. Siempre se ha elogiado, con razón, cómo Orson Welles diseccionó el auge y la caída de un matrimonio en un par de escenas en Ciudadano Kane (1941), si bien Ophüls no le va a la zaga en "La modelo", el turbulento romance entre una musa y un joven pintor.
Jean Servais da vida al amigo del artista, quien nos hace las veces de narrador. Un aspecto muy interesante es que no resulta fácil tenerle simpatía, algo normal en un relato que desprende cierta misoginia y desazón sentimental. Hay una palpable toxicidad en las diferentes relaciones humanas que llevan este cierre profundamente normando.
Sensualidad y tristeza. Un triunvirato de historias que nos recuerdan lo joven que sigue siendo Maupassant y lo poquito que hemos cambiado, por mucho que ajustemos la máscara.
Madeleine Renaud da vida y carisma a Julia Tellier, una madame parisina cuyo establecimiento deja desolada a su clientela en pleno fin de semana. Ophüls aprovecha esas quejas para despertar nuestro interés en qué motivos hay detrás del cierre temporal. Y es que Tellier lleva a sus pupilas a casa de su hermano, caracterizado por otro fenomenal intérprete, Jean Gabin. Las damas provocaran una verdadera conmoción en el lugar por su mera presencia.
Maupassant es un influjo tan relevante que el cineasta no se priva de emplear la narración en off para que podamos disfrutar de su narración privilegiada a través de los ojos de la inocencia. Es una técnica que veremos también para El Chavo del 8, usar una infinita ternura para describir situaciones sociales de sumo desequilibrio o sencillamente crueles. Hay escenas en ese hogar con las chicas ayudando a la niña con su vestido que tienen magia en celuloide, en una alquimia extraña y fascinante.
También puede ser terrible. El personaje de Gabin es carismático y cuesta poco encariñarse con él. Le veremos asimismo hacer cosas muy censurables, bajo el pretexto (qué socorrido ha sido a lo largo de la Historia) del alcohol. Hay desilusión al final de ese día con respecto al género humano, si bien luego todo vuelve a una aparente normalidad. Este relato, el más largo de los tres, resulta sumamente sobresaliente en sus relecturas.
La frutilla del postre es un tanto agridulce. Siempre se ha elogiado, con razón, cómo Orson Welles diseccionó el auge y la caída de un matrimonio en un par de escenas en Ciudadano Kane (1941), si bien Ophüls no le va a la zaga en "La modelo", el turbulento romance entre una musa y un joven pintor.
Jean Servais da vida al amigo del artista, quien nos hace las veces de narrador. Un aspecto muy interesante es que no resulta fácil tenerle simpatía, algo normal en un relato que desprende cierta misoginia y desazón sentimental. Hay una palpable toxicidad en las diferentes relaciones humanas que llevan este cierre profundamente normando.
Sensualidad y tristeza. Un triunvirato de historias que nos recuerdan lo joven que sigue siendo Maupassant y lo poquito que hemos cambiado, por mucho que ajustemos la máscara.
ENLACES DE INTERÉS:
- ¡Qué grande es el cine! (El Placer, parte 1) [Propiedad del vídeo: Leandro Sierra García] [Consultado el 23/06/2020]
- ¡Qué grande es el cine! (El Placer, parte 2) [Propiedad del vídeo: Leandro Sierra García] [Consultado el 23/06/2020]
- ¡Qué grande es el cine! (El placer, parte 3) [Propiedad del vídeo: Leandro Sierra García] [Consultado el 24/06/2020]
- ¡Qué grande es el cine! (El placer, parte 5) [Propiedad del vídeo: Leandro Sierra García] [Consultado el 28/06/2020]
- ¡Qué grande es el cine! (El placer, parte 6) [Propiedad del vídeo: Leandro Sierra García] [Consultado el 28/06/2020]
FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES:
- http://www.mubis.es/noticias/todos-los-detalles-del-blu-ray-de-el-placer [Propiedad de la fotografía: Mubis] [Consultada el 22/06/2020]
-http://johannes-esculpiendoeltiempo.blogspot.com/2010/10/el-placer-le-plaisir-1952-de-max-ophuls.html [Propiedad de la fotografía: Blog "Esculpiendo el tiempo"] [Consultado el 23/06/2020]
- http://www.mubis.es/noticias/anuncio-oficial-de-el-placer-en-blu-ray [Propiedad de la fotografía: Mubis] [Consultada el 24/06/2020]
-http://johannes-esculpiendoeltiempo.blogspot.com/2010/10/el-placer-le-plaisir-1952-de-max-ophuls.html [Propiedad de la fotografía: Blog "Esculpiendo el tiempo"] [Consultado el 23/06/2020]
- http://www.mubis.es/noticias/anuncio-oficial-de-el-placer-en-blu-ray [Propiedad de la fotografía: Mubis] [Consultada el 24/06/2020]