Joe Face había muerto. La suya era la historia de un maleante de poca monta, alguien que incluso traicionaba a alguno de sus compañeros de francachelas en determinadas ocasiones. Sin embargo, el guionista J. M. DeMatteis sabía que Peter Parker iría a su funeral. En una noche lluviosa y desapacible, pero el amistoso vecino no olvidaría llevarle dos monedas para Caronte a un tipo al que, en ocasiones, persiguió por callejones. Es el punto de partida de La última cacería de Kraven, una de esas sagas que no se olvidan.
Con el eficaz dibujo de Mike Zeck, aquellas viñetas sumergirían al cabeza de red, por aquel entonces con su famoso traje negro, en uno de los viajes más inesperados de su trayectoria. Corría el año de 1987. Siempre que se suele publicitar una nueva historia superheroica hay coletillas como "nada volverá a ser lo mismo" o "un Spiderman como jamás habrías pensado". Rara vez es verdad. En un porcentaje alto, al finalizar la historia casi todo habrá vuelto a su status quo. No obstante, el prometido enfrentamiento con Kraven, el nombre de guerra de Sergei Kravinoff, sí cumplió aquellas ambiciones de hacer un novedoso planteamiento sobre un personaje icónico.
Y eso que, hablando con honestidad, el bueno del cazador no estaba en su mejor momento. No era Norman Osborn, el enigmático Duente o un señor del crimen como Wilson Fisk. Había sido un meritorio villano con Steve Ditko y algo más estilizado bajo el lápiz de John Romita, pero su fecha de caducidad estaba pasada a finales del siglo XX. Sus ademanes de señor de los monos y estética de villano surgido del Batman de Adam West llevaban a la sonrisa cómplice en el mejor de los casos. Pero DeMatteis iba a sorprendernos.
Resultó que no conocíamos a Sergei. Nos burlábamos de lo que no comprendíamos. Aquel nuevo equipo artístico desarrolló una trama en las cabeceras de Web of Spider-Man, The Amazing Spider-Man y The Spectacular Spider-Man donde descubriríamos que los Kravinoff eran una atávica familia de la nobleza rusa diezmada de forma feroz durante la revolución. El progenitor del cazador acabó mal y su madre perdió la cordura. De repente, era menos fácil reírse de aquel villano. Kraven era una reliquia de un pasado que quería marcharse acorde a su código del honor. Buscó la presa más complicada que se le ocurrió, aquella prodigiosa araña que copaba los titulares del Daily Bugle.
Un gran peso. Un tremendo honor. La rivalidad que para Spidey ya era asunto de un par de mamporros y a la que audiencia no prestaba mayor atención era algo realmente especial para el antagonista. Dicen que el boxeador su disciplina busca ganar su respeto, no arrebatárselo al contrario. El cazador tuvo ese último asalto. Al poco de terminar el funeral de Joe Face, narrado con difícil sencillez por Zeck y con las tintas de Bob McLeod, tuvo su oportunidad. Una trampa. Un tiro fácil. Igual que el señor Parker, todos los lectores/as esperábamos algo que le salvase, el típico error del malo de turno. No ocurrió. Sonó la bala y el resto fue oscuridad.
Rara vez un cómic del trepa-muros ha sido más siniestro y absorbente. El antagonista nos llevaba a un retorcido universo donde, a su manera, había lógica. Quería demostrarse algo y nos escogía como albaceas. Paralelamente, el sobrino de May Parker debía decidir quién era: hombre o araña. Compartidos la inquietud de Mary Jane Watson, la cual tendría una escena también atípica. Obligada a matar una rata en su nuevo hogar, sola, sin saber si su pareja volvería alguna vez. No le faltó el valor a la pelirroja, pero se desmoronó en cuanto terminó la misión. La tristeza de la lucha por supervivencia.
La última cacería de Kraven es una obra maestra lo más alejada posible de la pretenciosidad. Su equipo artístico potencia al máximo sus virtudes y oculta siempre los posibles defectos. Incluso se aprovecha el periplo de Zeck con el Capitán América para recuperar a una monstruosa criatura que viene de perlas a este relato de terror. Un abismo donde sigue existiendo una carta de amor a la supervivencia, una oda a la fe casi inquebrantable.
Su lectura es un golpe directo al hígado. Nunca nos dejará recuperarnos la historia, una vez nos engancha nos arrastra sin piedad. No es una obra que se pueda dejar a medias. Tampoco importa que sepamos el final. Arrastra, subyuga esta ligazón entre dos perfectos desconocidos. Sergei y Peter no podrían volver a ser los mismos tras esa experiencia.
Habría más historias con Kraven, algunas meritorias. Pero nunca habrá otra como esta.
FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES:
- https://comicbookrealm.com/series/1964/26913/Spider-Man:%20Fearful%20Symmetry%20-%20Kraven%27s%20Last%20Hunt
- https://geekrly.com/2019/05/16/losmejorescomics-spider-man-kravens-last-hunt/
- https://weheartit.com/entry/181027698
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