Están todos los elementos. Los paisajes desérticos de la Texas más profunda. Un par de forajidos que comparten el estrecho lazo familiar de la hermandad. Hay un sheriff que busca hacer cumplir la ley, mientras empieza a desarrollar una fuerte empatía por una de sus dos presas. Hay indios también; no solamente eso, hallamos a los últimos comanches, formidables y orgullosos adversarios. Comanchería (2016) es un western, una película del Far West de magnífica factura. Da igual que David Mackenzie escriba sobre nuestro tiempo, el género puede trasladarse perfectamente a nuestro presente de crisis económica.
Si nos dijeran que es una cinta de los hermanos Coen, lo creeríamos sin ningún problema. Tal vez sea el mejor piropo posible, la señal de que se ha alcanzado el objetivo. Aunque pudiera parecer que es simple la trama, el truco es que está muy bien contada. Cada personaje del drama tiene motivaciones terrenales, creíbles y acordes con su contexto. Cada cual juega su papel y nos acercamos a un final dramático, esta aventura de carretera, polvo y sudor no debería acabar bien. Pero nunca se sabe. Con los elementos clásicos bien agitados, Mackenzie logra sabores nuevos sin desvirtuar la verosimilitud.
En apenas una escena, sabemos cómo son nuestros improvisados atracadores. Tanner (Ben Foster) es impulsivo y violento; disfruta al poder fastidiar a esas sucursales bancarias frías que han especulado con los ahorros de modestas familias como la suya. Toby (Chris Pine) supone el otro reverso de la moneda, uno de los grandes atractivos del libreto, un tipo listo y agotado por los problemas de su extracción social, alguien que ha seguido siempre las reglas pero al que ya no tiene nada que perder. Ambos muestran química en pantalla e involucran de inmediato a la audiencia con su causa.
Mucho más tópico podría haber resultado su cazador, si bien hay un acierto de casting que evita ese problema de manera admirable: seleccionar a Jeff Bridges. Su composición de Marcus Hamilton raya la perfección, cogiendo sin estridencias los tics de un veterano agente al borde de la jubilación, cascarrabias, atávico pero, eso sí, perro viejo de olfato fino para entender que este no es un caso de simples atracadores. Hay un método en la locura, un plan confeccionado por uno de los integrantes, sabiendo exactamente cuáles son los pasos a seguir.
La réplica a un personaje tan visceral y carismático la da Gil Birmingham como el sufrido compañero de Hamilton. Nuevamente, Mackenzie y su equipo usan una fórmula archi-conocida, la pareja de agentes con distintas procedencias étnicas y abismo de edad. Lo que podría ser cansino se solventa con buenos y escuetos diálogos, además de lo bien que se complementan Bridges y Birmingham, hasta el punto de que transmiten esa sensación de que llevan ya muchos viajes de coche a cuarenta grados a la sombra.
El resto del reparto está más que a la altura de las expectativas. Si hay una camarera en un restaurante de paso en medio de ninguna parte que depende de las propinas para poder sacar a su prole, la actriz es nada menos que Katy Mixon. Asimismo, un viejo vaquero retirado resulta encarnado por Buck Taylor, a quien tan bien se le da este género. Excelentes apoyos para este recorrido de bistecs grasientos, pozos de agua y petróleo, casinos indios, etc.
Con paso firme, cada integrante del mosaico texano nos va aproximando hacia un tercer acto donde los arcos de los personajes exigen un tiroteo en O.K. Corral. Por cierto, que aquel mítico duelo de Wyatt Earp no debió de durar mucho según los libros de Historia, aunque, claro, como nos enseñó John Ford, en el Oeste siempre termina prevaleciendo una hermosa leyenda sobre la verdad cuando las dos realidades colisionan.
Música y fotografía se ciñen como anillo al dedo para que el director haga su última jugada. Nos brinda esa dosis justa de acción, no olvidemos que eso es un requisito en todo neowestern que se precie. Eso sí, se aleja de las exigencias más comerciales, llevando el duelo a donde quiere y mostrando las consecuencias. No hay lugar para héroes y villanos en este tiempo. Impera el tono grisáceo en cada cual.
La historia se despide en un original epílogo del que no se dirá nada por respecto a las personas lectoras que no la hayan visto. Baste decir que, tras más de dos horas, no hubiéramos tenido ningún inconveniente en seguir disfrutando de ese lugar texano y sus protagonistas.
FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES:
-http://www.fotogramas.es/Peliculas/Comancheria
-http://histeriasdecine.es/opinion/hell-or-high-water-comancheria-2016-film/
-https://www.reddit.com/r/TrueFilm/comments/5dbi9b/john_ford_influence_in_hell_or_high_water/