viernes, 18 de agosto de 2017

CRÓNICAS DE LA SERENISSIMA (PARTE V DE VII): EL LEÓN Y LAS LEYENDAS


"¿De dónde saca todo eso? ¿Qué sabiduría es esa que le han enseñado?- (San Marcos, 6, 2).



En la actualidad, Venecia ronda los 60.000 habitantes contabilizados como vecinos. No obstante, el número y la dificultad de tránsito se dispara cuando pensamos en la cantidad de turistas que la muy serena República de Venecia recibe cada año. Lógicamente, meses como julio o agosto son temporada alta, aunque ni siquiera con las inundaciones de invierno decae el influjo de las personas curiosas por un enclave mágico como pocos en un país que no anda precisamente escaso de lugares con encanto. 



Lo primero que se nota al andar por sus calles es una atmósfera irreal, la propia de un cuento. El cine ha tenido buena parte de culpa en ello. No es solamente por el célebre Festival que la ciudad acoge, también hay distintas películas que se han encargado de subrayar el atractivo de sus puentes, canales y góndolas. La más recordada es Muerte en Venecia (1971), dirigida por el maestro Luchino Visconti. No obstante, es menos recordado que el mismo cineasta firmó también Senso (1954), un poderoso melodrama de los días en  que Austria controlaba la ciudad, con una Alida Valli en uno de sus papeles estelares. 



Eso sí, si la ven antes de ir allí, olvídense de recrear los tranquilos y encantadores paseos de la condesa con su amante, puesto que por los callejones venecianos siempre van a soler ir acompañados de una gran columna de colegas turistas que han tenido la misma idea. Permanezcan alertas a escuchar Attenzione, palabra con la que los cargadores de mercancías y carros advierten a los desprevenidos que deben dejarles paso.


Venezia, la luna e tu




Con ese evocador título, el gran Dino Risi filmó una película que narraba, en clave de comedia, los líos amorosos de un gondolero (1958). El tiempo le ha pasado a la cinta, especialmente a la hora de tratar la relación en pareja, quedando, por fortuna, muchos de sus presupuestos como algo atávico. Eso sí, merece la pena verla por su reparto (Alberto Sordi, Nino Manfredi, Ingeborg Schöner, etc.) y por las hermosas imágenes que brinda de esta profesión que solamente puede encontrar demanda y sentido en un enclave como el veneciano. 



Hoy día, el joven Beppi, protagonista de la comedia romántica, se sorprendería al saber que Giorgia Boscolo ha superado una barrera de más de novecientos años, abriendo, al fin, el camino para futuras gondoleras en una profesión que quería venderse como exclusiva de los varones. De una familia dedicada a esa actividad, Boscolo superó el exigente test que se hace por parte de las autoridades para permitir a los navegantes llevar su propia embarcación por las aguas verdes. Se exige una técnica muy depurada, gran fuerza y sentido de la orientación, con especial riesgo en algunos de los puentes de menor altura. 



Tal vez la más notable de todas esas construcciones sea el Ponte dei Sospiri; a pesar del romanticismo que suele emanar en ese lugar, especialmente en los paseos de las parejitas que pueblan la zona, el verdadero motivo del nombre es poco propicio para elevar el espíritu. Se lo conoce así porque eran los lamentos de aquellas personas que lo atravesaban para ser encarceladas. Por cierto, uno de esos reos fue cierto caballero apellidado Casanova, de quien hablaremos el próximo día. 


"El café, antes de media hora, quedará vacío. Igual que un hombre al que se le hubiera borrado de repente la memoria"-La colmena, Camilo José Cela. 



Toda la ciudad se articula alrededor de seis distritos, denominados por los italianos como sestiere. Por peso histórico, el más conocido es el de San Marco, donde, a muy escasa distancia, se reúnen la lujosa basílica cubierta en pan de oro y con orgullosos caballos presidiendo su torre con el Palazzo Ducale en el extremo oriental. Las personas que habitan Venecia están todavía a día de hoy muy orgullosas de lo que fue el sistema de su República, evocando todavía aquellos siglos dorados donde sus navíos exploraban aguas desconocidos y había una gran riqueza que venía avalada por una organización político-administrativa eficaz. 



Como en cualquier cosa, una indagación profunda nos reflejaría fallas en el sistema (igual que en la Atenas de Pericles, todo funcionaba de maravilla mientras uno fuera hijo legítimo de padres atenienses; si no, ya estaríamos hablando de otro tema) pero, comparativamente con lo que sucedía en otros lugares, solamente cabe admirarse. Los diplomáticos extranjeros se sorprendían (todavía a día de hoy lo hacemos los turistas que lo visitamos) por lo costoso de estar en tan mágico enclave, con aquel reloj insolente que no les permitía a los representantes hablar de media hora sin pagar (sudores fríos, de haberlo conocido, para Demóstenes y Cicerón). 



También hablaban de una mágica sustancia oscura que mantenía a sus funcionarios activos y en pleno funcionamiento. De cualquier modo, la mágica droga no era otra que el chocolate. Y, ya puestos a saber que en San Marco la palabra barato es una quimera, no se priven de probarlo (o el mejor tiramisú, a mi modesto juicio, del mundo) en Florian, una cafetería que parecería la función perfecta del Barroco con el local de doña Rosa en La colmena



BIBLIOGRAFÍA:



-CROWLEY, R., Venecia, ciudad de fortuna. Auge y caída del imperio naval veneciano, Ático de los Libros, Barcelona, 2016. 


-NORWICH, J. J., Historia de Venecia, Almed, Granada, 2009. 



FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES:



-Basílica de San Marcos [Fotografia realizada por el autor del blog]



-Góndola por el sestiere de San Marco [Fotografía realizada por el autor del blog]



-Cafetería Florian [Fotografía realizada por el autor del blog]

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