Habían resucitado un género. No se trataba de una hazaña menor, habida cuenta de que el proyecto inicial se basaba en una atracción de Disney sobre piratas sin mayor trasfondo argumental. Sin embargo, cuando Johny Depp empezó a componer por su cuenta al peculiar capitán Jack Sparrow en 2003, los filibusteros volvieron a la gran pantalla con un notable éxito de taquilla. Hasta tal punto llegó la cosa que hoy en día tenemos ofertada en taquilla nada menos que la quinta parte de la saga, en este caso, bajo la dirección de Joachim Ronning y Espen Sandberg. No pocos cambios existen con respecto a la tripulación de la Perla Negra original, si bien tienen el suficiente gancho para mantenerse vigentes en el interés del público.
Para la ocasión, se ofertan pocas variaciones en la fórmula. Nuevamente, maldiciones y conjuros marítimos llevan a historias de venganza que van conectando con las desventuras de los protagonistas, quienes, pese a lo amplio que es el marco del Caribe, siempre parecen tener estrechos vínculos afectivos y familiares entre sí. Por fortuna, en el casting repiten Depp y Geoffrey Rush (como el carismático capitán Héctor Barbossa), capaces de hacer a su personajes con los ojos cerrados, aunque se han ido sucediendo una serie de pérdidas en el elenco original que van erosionando el navío como si fueran cañonazos.
A pesar de los esfuerzos en la Royal Navy marca Disney, no se otea en su horizonte ningún intérprete capaz de encarnar un antagonista para los bucaneros con el savoire faire de Jack Davenport y su añorado Comodoro Norrington. Por no hablar del encanto como gobernador de Jonathan Pryce. Eso sí, se mete con calzador en La venganza de Salazar un cameo de la pareja romántica que formaron Will Turner y Elizabeth Swann. También hay, incorporada a marchas forzadas, otra historia romántica adolescente (igual que se hacía en Mareas Misteriosas), buen ardid para obtener mayor espectro de audiencia y un entorpecimiento para el ritmo del metraje.
Simple valoración personal, sí creo que el guión planteado por Jeff Nathanson da en la tecla cuando pulsa a un villano interesante. Tras el carismático Barbanegra que firmó Ian McShane, aquí tenemos la antítesis de los piratas con un capitán español obsesionado con darles caza, incluso más allá de la tumba. El Salazar de Javier Bardem tiene prestancia y se enmarca con facilidad en la galería de los antagonistas de la franquicia. Si acaso se echa en falta que se le dé un poco más de humanidad en algunos compases, puesto que parece que todos los rivales en Piratas del Caribe (con la excepción de Norrington que sería más bien un adversario) tengan que ser más malos que un polo de azufre.
Curiosamente, este duelo entre Salazar y Sparrow, donde se verán fuertemente involucrados Barbossa y la pareja formada por Henry (Brenton Thwaites) y Carina (Kaya Scodelario), brindará alguna batalla naval bastante más épica e interesante que el supuesto clímax de En el fin del mundo (2007). Particularmente bien rodado resulta un flashback del primer cruce entre Salazar y un, por entonces, joven Sparrow. Se trata de una escena que resucita alguno de los mejores momentos que hicieron célebre a la saga.
La banda sonora, uno de los puntos fuertes de este género, corre en esta ocasión a cargo de Geoff Zanelli, quien no duda en beber mucho de la gran fuente original; es decir, la factoría Hans Zimmer, siempre muy propicia para esta búsqueda de éxitos de taquilla, trepidantes y pegadizas en sus composiciones.
Sin excesivas explicaciones y alguna coincidencia astral impresionante, se saca para la ocasión un tridente de Poseidón que sirve las veces de deus ex machina para poder deshacer a su antojo todas las maldiciones y magias que impregnen los mares. La caza del tesoro estará servida para intentar atar varios de los nudos que habían quedado abiertos en anteriores entregas.
Una de las delicias del asunto es que cuando los talentos de Depp y Rush convergen, puesto que son dos actores con gran facilidad para inspirarse mutuamente en sus réplicas. También se agradece que algunos de los veteranos de la Perla Negra sean recuperados para la causa.
¿Era necesaria esta quinta entrega de Piratas del Caribe? Rotundamente no. ¿Estorba? Tampoco, se trata de un fim entretenido y que no se hace pesado durante sus más de dos horas de metraje. La cuestión ya no es si habrá sexta entrega o no atendiendo a la recaudación, es si puede quedar algo por explorar en esas mareas ya no tan misteriosas tras tantos años exprimiendo a una de las gallinas de los huevos de oro del mundo de la industria en la actualidad.
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