Faltan diez años para los acontecimientos con los que arrancó El regreso del Caballero Oscuro, un futuro alternativo donde Frank Miller imaginó a un Batman retirado que se veía obligado a volver a enfundarse el traje de Murciélago, quizás por última vez. Aclamado por crítica y público, ese envejecido Bruce Wayne concebido por Miller parecía cerrar un excelente círculo que dicho autor había comenzado con Batman: Año Uno, la cual se enmarcaba en plenos orígenes, cuando la obsesión de una víctima se convirtió en una figura inspiradora para una ciudad a la que le gustaba estar sucia, sembrando de pánico los corazones de los abundantes criminales que campaban a sus anchas en Gotham City. No tiene nada de extraño que esta mirada a una década atrás en La última cruzada, haya sido esperada como agua de mayo por legiones de fans.
Las noticias que llegaban no podían ser más alentadoras. John Romita Junior sería el dibujante estrella de la operación, reencontrándose con Bats tras el célebre cruce con Punisher que él mismo llevó a cabo con sus lápices. Para el argumento, Brian Azzarello prestaría sus contrastados servicios como guionista, trabajando, nuevamente, con Miller. DC Comics aprovecharía la tercera secuela del universo de El regreso del Caballero Oscuro para insertar este número único que narraría la forma en la que se produjo la muerte de Jason Todd. Todas las expectativas parecían justificadas, si bien estaba el recelo surgido por la no muy afortunada anterior secuela, El contra-ataque del Caballero Oscuro.
A nivel gráfico, basta decir que la primera escena ya confirma que Romita no ha perdido un ápice de su talento. Se las ingenia con facilidad para mostrar a un Joker apaleado que, pese a su reciente derrota frente a los dos justicieros (Batman y Robin), parece dueño absoluto de la situación. Inquietante y seguro en su locura genial, el villano parece convencido de que no durará mucho su cautiverio. Esa sensación ya se ve augurado por la portentosa portada que invita a pensar que esta precuela tiene todos los ingredientes para cuajar.
Sin embargo, conforme arranca el inicio, queda claro que el suceso con Jason será lo de menos, puesto que la trama de Miller y Azzarello se ralentiza en otras aspectos que quizás no sean tan prioritarios. Aunque suavizado, parece seguir apostándose por ese Bruce un tanto rencoroso que terminará de explotar en El contra-ataque del Caballero Oscuro. Alfred y su señor parecen coincidir en que los únicos motivos por los que Bruce escogió primero a Dick y luego a Jason (Tim Drake es completamente obviado en esta continuidad) fue por el dolor que los tres compartían de pérdidas graves. El fiel mayordomo parece suspirar porque algún día recluté a alguien que tenga la brillantez del Murciélago. Claramente, Miller abona el terreno para su Robin, Carrie Kelly.
Desde el principio me ha parecido un terrible error, impropio de un guionista tan experimentado como el padre de Born again (reseña). Carrie fue una idea muy bien acogida desde El regreso del Caballero Oscuro, una de las pocas ocasiones en las que Batman tiene una pupila femenina (en cierto sentido, Barbara Gordon también lo habría sido). Conforme ha expandido su universo, Miller parece verse impelido por recordar lo extraordinaria que es su nuevo Robin, lo cual sería lícito si no fuera por un deseo irreprimible de hacer mil barbaridades a sus predecesores. Desastres como Batman and Robin: The Boy Wonder o este Jason impulsivo pero sin subrayar esa nobleza que tuvo en su concepción original, son una provocación que ha terminado haciendo que algunos fans no otorguen a Kelly las simpatías que merece por sí misma.
Mucho más madura parece la versión de Salina, si bien aquí juega mucho el talento de la dinastía Romita para hacer personajes femeninos. La ex Catwoman se presenta como un punto de cordura imprescindible para un Bruce empeñado con no aceptar el paso de la edad; mientras que la señorita Kyle ha logrado superar su etapa de saltar por los azoteas, el Murciélago parece inseguro de dar su legado a su aprendiz, aunque extraña que un artista de la talla de Azzarello no haya dejado algún diálogo o secuencia memorable como a las que nos tiene tan acostumbrados.
Poison Ivy y Killer Croc también harán acto de aparición en una especie de caso de transición que da la sensación, demasiado frecuente en un cómic que tiene un equipo artístico de esta categoría, de ni estorbar ni agradar. Los momentos más memorables son casi siempre debidos al Joker y la tranquila maduración de sus planes, perfectamente cómodo en el infierno. Personajes como Jim Gordon, Harvey Dent o Dick Grayson son sumamente añorados mientras no se profundiza en las verdaderas causas de la posible fricción entre Bruce y Jason.
Conforme pasen los años, parece que El Caballero Oscuro seguirá gozando de un merecido estatus de obra maestra. Su madurez, tono noire y revisión aguda de un icono de las viñetas así lo exigen. No obstante, los derivados que están surgiendo de la misma parecen casi una desmitificación de un gran legado, algo prescindible. Con ello, no es que La última cruzada sea un mal cómic, en lo absoluto, es, simplemente, que no termina de llegar a las costas que promete.
Y es una pena porque el excelente desempeño de Romita y los responsables de entintado y color hubieran merecido más desvelos para hacer de la última noche de Jason Todd algo mucho más memorable...
-http://es.batman.wikia.com/wiki/The_Dark_Knight_Returns:_The_Last_Crusade_Vol.1_1
-http://www.lacasadeel.net/2016/09/resena-regreso-del-caballero-oscuro-la-ultima-cruzada.html
-http://www.planocritico.com/critica-batman-o-cavaleiro-das-trevas-a-ultima-cruzada/
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