Uno sabe que se encuentra en buenas manos desde el principio. Los primeros episodios de House of Cards son dirigidos por David Fincher, director de reconocido prestigio. El casting presenta como pareja protagonista a Kevin Spacey y Robin Wright, dos intérpretes con rango de estrella que, casi con su sola presencia, garantizarían una buena taquilla en cualquier película. Todo tiene bella factura en este relato socio-político de Washington, a través de los ojos del avispado congresista Francis Underwood (Spacey), un perfecto conocedor de los resortes que mueven el poder en la Casa Blanca.
Frank tiene una mente de primer orden para la intriga, no desentonaría en lo absoluto en una discusión entre Meñique y Varys. Sin embargo, todas sus previsiones le fallan cuando su partido gana las elecciones y él es descartado de la Secretaría del Estado, la cual prácticamente le había sido garantizada. La decepción se agrava a través de su propia esposa, Claire (Wright), la cual azuza a su marido para tomar cartas en el asunto. Se acababa de desencadenar un progresivo terremoto que pondrá patas arriba a varios de los departamentos más importantes del nuevo gobierno.
En primer lugar, el matrimonio Underwood es un rara avis en la ficción televisiva, puesto que ambos son extremadamente complejos. Uno se vería tentado a pensar que Francis sería el taimado manipulador y su cónyuge la mirada dulce que lo suvizaría. En lo absoluto es así, puesto que las expectativas de ellas son también muy altas y ni siquiera se conformaría con los objetivos de lady Macbeth, puesto que algunos de sus proyectos personales (una fundación dirigida por ella) no tienen relación directa con los del congresista. Dos astutas serpientes en cuyo nido se va a meter una joven periodista sedienta de información, Zoe Barnes (Kate Mara).
Imberbe reportera del Washington Herald, miss Barnes juega con habilidad los pocos ases que tiene en su baraja para hacerse alguien en el mundo mediático de la prensa política. Estableciendo una insólita y peligrosa asociación con Underwood, empieza a tener una información privilegiada de primera mano que alcanza al círculo más íntimo del presidente. A cambio, las columnas de Zoe enfocarán su contenido para beneficio de los intereses del frustrado aspirante a secretario de Estado.
Hay una excelente crítica por parte de Toni Ruiz (ENLACE) sobre el arranque de esta arriesgada apuesta de la plataforma Netflix, la cual se ha consolidado y actualmente se halla en su quinta temporada: retrato sin alma de políticos desalmados. Eso tiene la gran ventaja de que no se trata de ninguna visión edulcorada, las altas instancias del poder están mostradas en una crudeza que no debe ser lejana a la realidad. Por otro lado, la sensación viendo House of Cards obliga a formularse la pregunta: ¿hay alguien con quien poder empatizar en este enjambre de ambiciosas y crueles avispas?
Lo más cercano en este arco inicial es Peter Russo, miembro de la Cámara de Representantes, interpretado por Corey Stoll. Peter no es ningún cúmulo de virtudes, pero sus defectos y debilidades lo acercan al público. Aupado en la elección por sus antiguos compañeros de sindicato, el elevado tren de vida, los trajes caros y las adicciones le han hecho alejarse de lo que una vez fue. De cualquier modo, sus flaquezas lo hacen perfecto para Francis, quien pretende auparlo en el partido y usarlo como una útil herramienta. Stoll consigue algunas de las secuencias más humanas, algo digno de agradecerse en un ambiente de constante pragmatismo.
La manera narrativa es atractiva y peligrosa. Usando el gran talento y carisma de Spacey, el show muestra soliloquios en primera persona ante la cámara de un Francis encantado de explicar sus maniobras y hacer cómplice a la audiencia. Buen recurso en muchos casos, pero también cansino cuando el lema de esta saga podría ser: la política en Washington es muy complicada y hay muchos intereses en juego... y al final los Underwood se salen con la suya.
En verdad, se desaprovechan muchos momentos de tensión y de duda. La manera de resolver el pulso del congresista con el sindicato de profesores está vendida con apariencia de sutiles maniobras pero, si se rasca en la superficie, todo resulta muy chusquero y evidente. Es quizás el gran pecado de soberbia de House of Cards, tras una puesta en escena impecable, los guionistas cometen el error de no atreverse a poner contra la espada y la pared a sus carismáticos protagonistas, como si fueran a resultar menos seductores por sufrir algún revés.
Con todo, la velocidad que va alcanzando hace que uno quede con muchas ganas de ver la continuación de esta historia de monstruos gobernando el moderno Camelot con una encantadora sonrisa...
https://en.wikipedia.org/wiki/House_of_Cards_(season_1)
-http://www.vulture.com/2014/02/house-of-cards-season-one-recap-episodes-4-5-6.html
-http://www.taringa.net/comunidades/las-series/8397908/House-of-Cards-Primera-Temporada.html