Título: Maus
Autor: Art Spiegelman
Si Maus dejase buen sabor de boca, no habria cumplido su objetivo. Si hay historias duras, pocas pueden compararse al drama que presenta Art Spiegelman, basándose en su memoria familiar, de una maltrecha Europa del Este.
Sin duda, hablando del arte del cómic, esta moderna fabula digna de Esopo es la joya de la corona, de momento, las únicas viñetas que han logrado hacerse con el prestigioso y muy cotizado Premio Pulitzer.
Es el recuerdo de un padre y un hijo, de traumas y miedos, risas y llantos. Basándose en los propios recuerdos de su padre polaco, Vladek, se trata de un viaje al pasado con una parada que sin dudas es la antesala del museo de los horrores del pasado siglo... Auschwitz.
Pero, como ahora publicita una serie histórica de calidad "Crees conocer una historia, pero solamente sabes cómo termina. Debes ir a la raíz del comienzo para conocer la verdad". La desventura de estos "ratones" comienza en la década de los 30, con el joven Vladek, a caballo entre Polonia, Checoslovaquia y la propia Alemania. Conoceremos su vida cotidiana, sus desventuras, pequeños fracasos y éxitos, su historia de amor con la joven Anja y los problemas que empieza a causarle su condición de judío en el Viejo Continente de los totalitarismos.
Quizás haya sido Umberto Eco quien lo expresase con mayor tino al afirmar: "Cuando dos de los ratones hablan de amor, te conmueven, cundo sufren, lloras. (...) Suspiras por la secuela que te haga regresar". La naturalidad de las escenas, a pesar del sufrimiento que envuelve todo, intercalado con los momentos del presente donde padre e hijo intentan recordar el pasado, hace que Maus sea una belleza triste, pero belleza al fin y al cabo.
Maus tampoco cae en el error de hacer una historia de buenos y malos. Está claro que el nazismo fue el principal motor de El Holocausto, pero tras estas inocentes páginas hay una valiente denuncia al colaboracionismo y al silencio. La simbología de la fauna (gatos, ratones, cerdos, perros...) nunca queda al azar e incluso hay un diálogo muy brillante cuando al joven Art le preguntan "Ha presentado a su padre y los otros judíos como ratones, si tuviera que hacer un cómic de Israel, ¿qué animal sería". Él responde: "No lo sé, ¿un puercoespín?".
Pero a pesar de tantas intrahistorias fascinantes, Vladek es, y siempre será, el protagonista absoluto de Maus. Una persona con muchos defectos y terribles carencias (tacaño por naturaleza, con prejuicios hacia la raza negra, incluso presentuoso...) pero que basa toda su fuerza en el lecho titánico de haber sido superviviente de varios campamentos de concentración. ¿Qué se puede decir de alguien que haya pasado por esa prueba y encima pueda afrontarlo? ¿Qué mágica combinación de suerte y talento puede lograr eso?
Hablando del dibujo (a fin de cuentas estamos hablando de un cómic), nuestro autor presenta una obra en blanco y negro angustiosa, poco detallista en los decorados, pero misteriosamente expresiva para salpicar emociones como el hambre, la angustia, el dolor, sufrimiento, la redención, el perdón y la sed de vida. En pocos cómics este estilo tan tenebroso (una mezcla de Bob Kane con el expresionismo) quedaría bien, pero a Maus se le acopla como anillo al dedo.
En el plano narrativo, el subjetivismo es imnipresente y es muy positivo que así sea. El pulso del hijo con el padre se refleja en cantidad de antítesis (el artista contra el hombre pragmático, el ideal contra la realidad descarnada, el superviviente de una guerra y el que nació en tiempos de paz...) y lo fantasmas de su pasado, en concreto una madre que terminó suicidándose y un hermano mayor al que no conoció pero con el que siempre mantuvo un pulso. Vladek tuvo que emigrar como un paria de su tierra, su muchacho se crió en New York. Uno nunca pudo olvidar, él otro simplemente no podía recordar.
En mi humilde opinión, Maus no tiene un final feliz tras las apariencias... asimismo, no es triste. Lo mejor de Maus es su tono agridulce... tan real, como la vida misma. Sinceramente brutal y sin tapujos, pero acentuando siempre las emociones y el alma de esos pequeños ratones que tanto no conmueven.
Muy buena entrada dedicada a uno de los mejores comics de la Historia de la novela gráfica, y por méritos propios.
ResponderEliminarSe trata de una increible historia en la que como comentas, no importa la empresividad ni viveza de sus imágenes, sino el guión desarrollado en torno a las emociones que cualquier ser humano sentiría en uno de esos horribles campos de exterminio.
Es una de las mejores historias de supervivencia que haya leido nunca y nos plasma como ninguna, hasta dónde somos capaces de llagar y de ingeniárnoslas para sobrevivir.
Aplaudo el hecho de que hayas rescatado esta obra culmen del 8º Arte y le hayas dedicado una entrada tan acertada.
Desde que oí hablar por primera vez de "Maus" el año pasado tengo unas ganas enormes de hincarle el diente. Y gracias a tu reseña, muchísimo más.
ResponderEliminarUn gran tema que tratar el de este comic, aunque también muy arriesgado. Pero no puedo hablar más sin haberlo leído... Tu entrada, sin embargo, genial, como siempre. ¡Un beso!
Como siempre muchas gracias a ambos. Me congratulo mucho de que Paco haya posteado, porque precisamente gracias a él pude leer esta gran historia por primera vez, al prestármela. Hoy hemos cerrado el círculo.
ResponderEliminarElizabeth, las vacaciones de verano pintan propicias para hincar el diente, como bien dices, a esta obra maestra. Y, por supuesto, en deuda por vuestra fidelidad a este pequeño blog.