Título: Aquí no hay quien viva
Primera emisión: 7 de septiembre 2003
Última emisión: 6 de julio 2006
Durante cierto tiempo fue un juego, un doble o nada, si lo prefieren. ¿Hasta cuándo podían mantenerse haciendo aquellas piruetas sin red? Durante tres intensos años, Aquí no hay quien viva coqueteó de tú a tú con la grandeza, amenazando a las otras comedias con un desparpajo impresionante.
No obstante, echando la vista atrás y si se permitiera el símil musical, la expresión adecuada para este producto televisivo que lanzaron los sobrinos de José Luis Moreno sería "sinfonía interrumpida". Comenzó con una premisa bastante simple, una serie de relleno para los fines de semana que incluso debía recurrir a cameos como el de Santiago Segura para garantizarse un mínimo de atención de la audiencia. Y, en cuanto a estética, solamente hace falta bucear en las viñetas del genial Francisco Ibáñez para ser conscientes de que no eran precisamente originales.
Pese a ello, convendremos en que desde el principio tuvo algo. Recuerdo pefectamente ver el primer episodio y como una de las personas que la estaba viendo conmigo, cuando José Luis Gil aparecía en entrada y decía aquello de "Juan Cuesta, presidente de ésta, nuestra comunidad", se preguntaba, no sin razón, "¿Y para presentarse este tipo tiene que decir que es el presidente?". No podíamos saberlo, pero pocos meses después, el señor Cuesta sería un prototipo por todos conocido, un españolito medio con el que mucha gente se identificaría y además, con la ventaja de ser interpretado por un actor que da un clinic cada vez que sale a escena.
Como en una especie de montaña rusa, la serie fue ganando en picardía, convirtiendo un aparente hándicap, la coralidad, en una destreza. Es cierto que la historia comienza cuando dos jóvenes prometidos, Roberto (Daniel Guzmán) y Lucía (María Adánez) se mudan a la calle "Desengaño" (no, no es casualidad el nombre y es que, pese a las carcajadas, Aquí no hay quien viva nunca ha dejado de ser una tragi-comedia costumbrista), para descubrir que sus vecinos no son precisamente normales.
¿Y dónde lo son, se preguntará más de uno mirando al respetable de derecha e izquierda? Podemos admitirlo, pero los guionistas (probablemente los silenciosos magos que hicieron que la serie funcionará tan bien, siempre héroes anónimos e imprescindibles) no dudan en deformar el espejo de la realidad: vecinas cotillas que terminan convertidas en "Radio Patio", la eterna pareja de amigas guapa/fea (aunque es discutible a quien le corresponde el adjetivo), el padre divorciado, etc. Personajes viscerales que deben mucho a quienes los interpretaron, una mezcla de savia nueva (no olvidemos que esta serie lanzó al estrellato a Fernando Tejero) y veteranía contrastada (actrices contrastadas como Gemma Cuervo o la añorada Emma Penella).
Del mismo modo hubo una sana valentía a la hora de enfocar la propia vida del día a día en la calle. Luis Merlo encarnó a Mauri, quien junto con su pareja Fernando (que abandonó la serie y luego volvió) encarna a los homosexuales del edificio. Merlo regala un personaje redondo, complejo y con muchas aristas, al fin nos ibamos alejando de los tópicos y se mostraban relaciones modernas que, por supuesto, chocaban con La Vieja Guardia del Edificio, el eterno triunvirato de ancianas.
Aquí no hay quien viva, como entre otras hiciera su ilustre predecesora Siete Vidas, supo hacer los cambios pertinentes cuando la situación lo requería, destacando nuevamente los guionistas por su flexibilidad y los ojeadores del casting. Por citar solamente a los más notables, hablar de Eduardo Gómez (aquel vendedor de enciclopedias que era padre de Emilio, llegó para una visita y cuajó tanto en la serie que terminó quedándose con rol estrella, siendo el Joker de la serie, situación apurada o loca, poner a Mariano y que haga algo entre caradura y chorrada, míticos algunos momentos) o Santiago Ramos, quien se saca de la chistera a Andrés Guerra, el tipo al que nunca querrámos como vendedor de nuestro coche.
De repente, el patito feo se había convertido en cisne. Tele 5 lo comprendió a las malas cuando movió Los Serrano a competir con ella, las dos habían sido programas punteros y arrasaban sus respectivas noches, pero Aquí no hay quien viva no tuvo inconveniente en barrerla hasta que las aguas volvieran a su cauce. Pero, utilizando la metáfora histórica que el británico Andrew Roberts hizo, aunque discutible, al igual que en el meteórico y genial ascenso de Napoleón, el mejor momento de ANHQV llevaba ya insertadas las semillas de su destrucción.
La marcha de Loles León así lo demostró. Loles había sido una de las estrellas de la primera temporada, poniendo todo su talento al servicio de Paloma Cuesta, la esposa del personaje de José Luis Gil, muy iracunda ella. Las discrepancias y la soberbia de la artista propiciaron una salida, hasta ahí normal, lo que nadie esperaba, es la mala uva que guionistas y productores iban a tener con el que antaño fuera su buque insignia. Desde tirararla por un balcón a dejarla en coma al más puro estilo culebrón venezolano... toda humillación era poca. Especialmente de pésimo gusto fue uno de los episodios donde la inconsciente Paloma en silla de ruedas y comatosa es conducida por todo el edificio, como la moneda falsa. Hubo cartas de protesta por parte de personas con familiares en ese estado.
Y es que a diferencia de otros divertidos shows como Frasier, la ya citada Siete Vidas o Cheers, Aquí no hay quien viva, jamás brilló en cuanto a feeling que diría Guardiola o simple capacidad de permitir a la gente salir por la puerta grande. Conocido fue que el affaire de Alberto Caballero, uno de los directores con la escultural Vannesa Romero en detrimento de María Adánez, provocó la marcha de La Pija, en un terremoto poco claro que deparó salidas muy poco dignas a la propia Adánez, Carlos (D. Martín, un gran personaje y excelente actor), Roberto y Andrés Guerra. En aquellos días, se decía medio en serio medio muy en serio, que si los guionistas te subían a el ático, estabas en la cuerda floja.
Pero, siguiendo con el símil napoleónico, Waterloo aún estaba lejos y las posibles carencias se ocultaban bajo éxitos sin cuento, no hubo una Batalla de las Pirámides o un Austerlitz, pero delirantes momentos como Juan Cuesta regentando una escuela privada para las mujeres de la calle, su relación con "La Hierbas" (Isabel Ordaz), Mariano torero, la evolución del videoclubero, la eterna guerra de los sexos de Belén (gran Malena Alterio) y Emilio, el episodio del colegio de curas, etc...
Recuerdo que como gran aficionado a la serie, me molestaban algunos comentarios como el de José Luis Gil, quien declaraba que el ritmo de la sitcom iba demasiado rápido, que apenas existía descanso y que se iban a quemar. Naturalmente, de joven uno es aún más fanático y tonto, así que yo atribuía este comentarios del actor a búsqueda de aumento de sueldo y por mí, que fueran capítulos de 120 minutos, porque la verdad es que ANHQV encantaba. No obstante, no es Gil una persona que no hable con seriedad y profesionalismo y creo que intuía, muy acertadamente, otro de los pies de barro de este gigante televisiso... La maldita tendencia de las series españolas de estirarlo todo, convirtiendo lo muy bueno en bueno y lo bueno en mediocre. Afortunadamente, lo que hoy nos ocupa se quedó en bueno, pero uno no deja de pensar que de no haberle metido Antena 3 ese ritmazo y haber adaptado el bendito formato de 20 minutos (venga, al ser coral, 40), su logenvidad hubiera quedado garantizada.
Cuando la serie cayó, aunque ya había legiones de críticos que hablaban de decadencia, no podemos negar que aún contaba con más argumentos que muchas otras competidoras. Seguían incorporándose caracteres tremendos como Higinio, pero el pulso de José Luis Moreno ansioso por salir con Antena 3 dio lugar a la esperpéntica solución de las termitas. La genial comedia precisaba de otra salida más honrosa.
Posteriormente, sería sustituida por "La que se avecina" (el gusto de Moreno por las rimas también parece ser otro rasgo que comparte con el creador de Mortadelo), que a pesar de contar con casi los mismos actores (e incorporando nuevos de calidad), con apenas alteraciones en los nombres, con algún buen momento, no ha abandonado ese sabor no malo, pero si a "pre-fabricado"
No creo que sea ninguna deshonra acabar después de tres años habiendo demostrado la desenvoltura de esta gran obra, que aún hoy sigue teniendo buenas audiencia en las cadenas privadas con las re-emisiones, ni tampoco quedarte a apenas un peldaño por debajo de las mejores. Lo que fastidia en el caso de ANHQV es que tenía lo más difícil, el talento, con mayúsculas y hasta sobrante... fueron otros factores lo que impidieron ese último ataque para culminar aquella sinfonía... una sinfonía inconclusa.
Inconclusa...¡pero qué bien sonaba! Una combinación así de buenos guiones y de talento actoral es difícil de repetir.
ResponderEliminar"Antena 3 Rue del Percebe". El título no podía ser más acertado. Me alegra mucho leer esta entrada. ANHQV fue una gran serie que cumplía a la perfección con su cometido: hacer reír, y mucho. Todo esto, como habéis dicho, con mucho talento.
ResponderEliminarSiempre tendemos a valorar sólo los productos extranjeros y a menospreciar lo que tenemos más cerca. Nadie es profeta en su tierra, supongo. ¡Gran entrada!
Evidentemente que sonaba bien, suele pasar cuando a la orquesta le sobra el talento a raudales.
ResponderEliminarY sí, Elizabeth, a veces no vemos lo que tenemos más cerca.
Muchas gracias a ambos por vuestros comentarios
Sin duda, una de las series que posee un hueco en mi ranking personal. Marcó un hito muy importante y es que podemos decir que mientras se emitía, las semanas se medían conforme al tiempo que faltaba para que se emitieran el próximo capítulo. El domingo de esas semanas, era el martes por la noche... y al día siguiente el tema de conversación estaba de sobra garantizado rememorando los momentazos del capítulo.
ResponderEliminarQué personajes, qué situaciones más inverosímiles, qué dinamismo, qué capacidad para divertir, y sobre todo, qué panzadas de reir cada vez que ponían un capítulo.
No te falta razón en que la columna vertebral de esta locomotora de la risa eran sus personajes tan dispares pero unidos todos por un nexo común...una dosis de excentricidad y locura que venían como anillo al dedo al guión de la serie.
Buena entrada como siempre, y es que ultimamente estás que te sales del pellejo. Te ha venido bien dejar Howard por un tiempo, ¿eh?.
Pd.: ¿Cuántos quebraderos de cabeza os ha dado a los cules la temporada pasada el maltido feeling de Guardiola, verdad? (jaja, la rivalidad sana siempre presente).
Pd. 2: Perdón por este peazo de comentario tan largo.
Hay un fallo en tu comentario, querido amigo Paco... no hace falta pedir disculpas, ni mucho menos y cierto, en nuestro instituto también se medía el tiempo a.M (antes del martes) y d.M (para comentar las ocurrencias de Cuesta y cía).
ResponderEliminarComo manifiestas en tus interesantes reflexiones, personajes viscerales y mucha, mucha clase, en ocasiones malgastada, creo más que por la política de la cadena que por estos talentazos, que exprimió a la gallina de los huevos de oro (pensemos en lo que hacen con otra de las joyas de la Corona, Los Simpsons).
Chorradas de la vida, siempre recordaré el mítico "Dimitri, pásame el kalashnikov" de Mariano cuando están en la cochera y les asalta la poli, imborrable. Le debemos muchas carcajadas a esta serie.
PD: Rivalidad sana, jejejeje... en fin, Guardiola se le perdona todo por como es, pero desde luego, el feeling que lo use para poner los muebles, porque vamos...tiene tela
Ah, y muchas gracias por lo de que la salida de las mazmorras de Gryffindor nos sienta bien, yo también lo creo... nos vemos pronto fenómeno.
ResponderEliminarAcertado título para la entrada.
ResponderEliminarDe hecho, debo elogiártelos globalmente, ya que no te limitas a poner el nombre de aquello que pasas a analizar, sino que siempre tienes algún título creativo, que tenga que ver con el post pero sin decir simplemente sun nombre.
Gran entrada.
Muchas gracias compañero, se hace lo que se puede. Se agradece el comentario. 1 abrazo
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