Dibujante: Albert Uderzo.
Colección: Asterix El Galo/Asterix Le Gaulois.
Cronología: 1.959-Presente.
No quisiera desmerecer esfuerzos de maestros, programas didácticos y otros estímulos, pero no os mentiría si para una versión muy pequeña de mí mismo se convirtió en necesario leer, era porque las aventuras de un gran personaje estaban así escritas, al contrario que la memorial tradición druídica, e impresas en una estantería baja que me permitía manosearlos sin piedad.
En realidad se trató de un hábil ardid de mi madre que como los buenos relatores de cuento me leía en la cama las desventuras de este simpático galo, con una mente que por ejemplo no tiene nada que envidiarle a la de Ulises. Poco a poco, si quería conocer el desenlace debía leer con ella los diálogos y a veces en solitario. Aunque no lo sabía, el bueno de R. Goscinny estaba teniendo una labor educativa muy importante. Hay quien dice, no creo que sea cierto para nada, que leo con una notable rapidez. Pues bien, si este bulo fuera suerte, el mérito debería ser repartido entre varias viñetas, considerable número de ellas de galos que tiraba menhires a la cabeza.
Como habrás comprendido, paciente lector o lectora, Astérix no es para mí un tema objetivo, nunca lo ha sido y nunca lo será. Tiene el respeto de las canas y de haberse mantenido en la cresta de la ola, como una de las puntas de espada del cómic francés que además se ha expandido mercado en videojuegos, películas a la gran pantalla (tanto con actores reales como de animación) y por supuesto, juguetes. Un icono fácilmente reconocible, con su inseparable amigo Obelix y el fiel perrito Ideafix. Cualquier nuevo album o recopilación hace saber a los editores que no habrá pérdidas y las ventas serán buenos. Eso es complicado, muy complicado.
¿Y qué es Astérix? Es un tópico, no lo duden. Un ejemplo perfecto de chauvinismo francés, una sucesión de generaliades en los diferentes países que visitan (las aglomeraciones urbanas en Hispania, la cerbeza tibia de Britania, el cuadriculado esquema militar de los godos...). Esto no parece muy halagador, pero si recordamos la reseña sobre Friends, ya establecimos la diferencia entre contar un estereotipo tal cual y hacerlo a la perfección. Pues bien, Asterix roza la perfección en muchos aspectos.
En primer lugar el dibujante elegido, Uderzo, perfecto con esa nariz de Cleopatra tan puntiaguda, ese César tan estirado y digno, nunca exento de clase, la bondadosa expresión de Abraracurcix, nuestro jefe, esos galos siempre enfrentados pero unidos ante la amenaza comun, ese bardo... en fin, no sigo que podríamos enrrollarnos demasiados párrafos. Uderzo da una dimension a Asterix que en Europa encuentra muy pocas comparaciones, probablemente la de Morris con Lucky Luke sea la que más similitudes presenta. Uderzo nació de niño con seis dedos en cada mano, quizás un reflejo de su talento avanzado. Ah, y muy agudos ambos creadores quitándole ese primer diseño a pecho descubierto para darle la eterna camiseta negra y los pantalones rojos.
El primer cómic de Asterix que sale de historias cortas de revistas a tebeo independiente, apenas contaba con Obelix, aunque se presentaban conceptos tan fascinantes como la poción mágica y al venerable Panoramix. Es el druida y Asterix quienes se insertan en el campamento roman vecino y a base de astucia han de conservar el secreto de su fuerza sobrehumana y volver felices para comer jabalíes con su pequeño pueblo, el único que justifica la etrada eterna que aún hoy sigue: "Toda la Galia ha sido conquistada? ¿Toda? No, una pequeña aldea que resiste, y sigue resistiendo...".
Trotamundos como su creador, Asterix se verá obligado a salir de la Galia con notable frecuencia, creando una red de amigos que también se las hacen pasar canutas a los romanos, quienes sin embargo nunca llegan a ser ridiculizados del todo, payasos dignos y a su manera muy respetables en algunas facetas. Pocas veces estarán más finos que en "Los laureles del César", donde Uderzo sobrecoge a todos con una visión de la caput mundi impresionante y Goscinny nos desternilla con su particular versión de porque los romanos le cogieron el gusto a las borracheras nocturnas.
Nada hubieran sido esos viajes sin Obelix. Menos inteligente que Asterix, el único que aún tiene los efectos de la poción permanentes por un suceso ocurrido de niño en la marmita, es una persona afable, enamoradiza y de buen corazón (salvo cuando los romanos atacan o hay que cazar jabaíes), la perfecta compañía y el Watson que este eterno solterón con alas en el caso necesita. Los diálogos entre ambos han sido más que analizados, a la par que cuando han tenido un tercero en discordia (inmortal su viaje a Gergovia con su jefe) las carcajadas están garantizadas. Obelix convenció como elemento cómico a raiz de las aventuras de los godos, que de haber sido así, hubieran sido mucho más agradecidos de estudiar por los pobres estudiantes.
La particular caída de Damasco de esta gallina de los huevos de oro es en 1.977, la muerte de Goscinny. Cuenta la leyenda que cuando los editores le hablaron a Uderzo de su nuevo compañero de trabajo creyó erróneamente que sería támbién de antepasados italianos, pero que no fue ninguna decepción averiguar que no era así, ya que su comunión fue total. Es esa complicidad que mágicamente se da, igual que el amor a primera vista, muy contadas amistades parecen más fáciles y rápidas. Naturalmente, si el más Romeojuliético de los romances necesite currar para superar la primera noche en el balcón, no hay sintonía que no deba ser cincelada con paciencia para que se traduzca en algo verdaderamente grande. Uderzo influía a su guionista y René al revés. Cuando se produce la fatal noticia, aún no se había acabado la incursión de los dos galos en las tierras de los valientes belgas. Había muerto uno de los padres, pero las lágrimas no enturbiaban que la boca pidiera nuevas aventuras de las creaciones.
Esto deja a Uderzo solo. Si hubiera sido al revés, el nuevo dibujante hubiera sido crucificado antes de entregar su primera página. Como no fue así, mucha crítica y público estaban dispuestos a no perdonar ni un fallo argumental, mimados por el genial Goscinny a lo largo de las décadas. Aunque Uderzo se desmarca con algún guión de relieve como "La gran Zanja", si bien el dibujo sigue en sobresaliente (aunque quizás por la edad hay menos detalle), otros cómics como el muy reciente "El cielo se nos cae encima", parece una locura que no tiene mucha lógica ni es fiel al espíritu original de la serie.
Pero aún sigue al timón de la nave y es un acontecimiento que acapara titulares cuando sale una nueva aventura. No importante incongruencias históricas siempre que sean divertidas, seguimos aplaudiendo esas peleas de los galos en la pescadería por un quíteme de allí esas pajas, no dejaremos cantar al pobre bardo y solamente Panoramix con sus serenos consejos nos hará desviar la vista de las hermosas extranjeras que desfilan por la ruta de viaje de estos dos genios... Goscinny y Uderzo, uy, perdonen, quería decir Asterix y Obelix. Ah, e Ideafix.
En nuestros días, el mercado del cómic han quedado reducido, solamente las grandes potencias de súper-héroes americanos y el creciente y popular medio japonés siguen luchando... ¿Solos? No, porque un pequeño héroe galo y su aldea siguen resistiendo, ahora y siempre, el terrible paso de la edad, con una sonrisa en los labios, humor elegante y recordándonos que hay que disfrutar del camino cuando emprendemos un viaje.
Un artículo delicioso, como merece el tema.
ResponderEliminarA pesar de que el cincuentenario de este personaje estaba resultando algo soso, parece que los fastos están a punto de comenzar.
Me has tocado la fibra, amigo Viejo, con las palabras que les has dedicado a estos autores que significan tanto para mí.
Están locos estos romanos...
ResponderEliminarDoble agradeciminto: Gracias por calificar de "delicioso" el artículo, amigo Chespiro, uno nunca es objetivo cuando se trata del pequeño galo.
ResponderEliminarY Elizabeth, por supuesto que están locos esos romanos, por Tutatis.