sábado, 17 de octubre de 2009

Y VAN OCHO...



¿Qué mejor momento para tratar esta serie que ahora que podemos disfrutar de esta animación con su nueva octava temporada en nuestro país? Padre de Familia, o si queremos ponernos angloparlantes, Family Guy, no ha dejado de ser noticia desde 1.999. Tras unos primeros episodios iniciales donde su creador Seth MacFarlane (individuo de sorprendente juventud) y su equipo parecen obsesionados por ser una especie de remedo de Los Simpsons (de eso cuanto menos le acusó la revista Mad en USA), se convirtió en un proyecto propio, una vuelta de tuerca al cartoon y muchas transgresiones.

En primer lugar el giro de Peter Griffin, personaje principal de la trama, magníficamente diseñado en su simpleza y que en buena medida es el eje de todo. Peter es muy distinto a lo que pueda ser por ejemplo Homer Simpson, donde Homer es descuidado, Peter es simplemente un alocado que nunca mide sus consecuencias y repleto de tonterías. No en vano, muchos seguidores de Groening y cía se tiraron de los pelos cuando los guionistas de la serie hicieron lo contrario, que Homer se pareciera a Peter. Son muy diferentes, salvando que ambos son incompetentes declarados y tienen un extraño carisma. Por cierto, cuando estén muy, muy aburridos, busquen Peter Griffin en las imágenes de Google y se llevarán una sorpresa en donde se inspiraron.

Podríamos decir que ese extraño carisma se ha convertido en un quebradero de cabeza para la propia cadena Fox. Tras su cancelación motivada, entre otras cosas por un polémico episodio donde Peter quería colocar a su bonachón y apocado hijo Chris como judío para que fuera más listo, MacFarlane y su equipo han visto con agrado como los DVDs de la serie de consumían y las reposiciones daban buen share. Traducción: El público dio una nueva oportunidad, políticamente correcta o no, la serie estaba allí. Entre su éxito cabe destacar a Brian Griffin, el perro de la familia, novelista frustrado, con problemas de alcoholismo y muy inteligente, desde entonces haciendo más dúo Stewie Griffin, el niño de la familia al que un desafortunado accidente le permitió aumentar su masa cerebral y a pesar de tener las necesidades de un infante tiene deseos muy respetables de dominar el mundo (lo conseguirá, aunque por un breve lapso de tiempo ficticio, en una desquiciante lucha edípica con su madre en la séptima temporada).

Conforme la popularidad de la serie crecía (aparte del omnipresente MacFarlane, no podemos obviar a David Suckerman, usual colaborador de sus trabajos y co-creador, Waler Murphy y Ron Jones, que compusieron el pegadizo opening, entre un largo etceterá), la desinhibición de sus guionistas también. En un homenaje sin parangón a los grandes maestros del cine negro, el pequeño Stewie pegaba una paliza antológica al pobre Brian que le adeudaba cierta cantidad. No sería el último cameo de los dos, sabiendo el juego que podían sacar de pervertir los dos elementos supuestamente más adorables de la familia (un bebé y el perro, guardián protector), los han embarcado en viajes por todo el mundo donde por otra parte se han hecho muchos homenajes (y burlas descaradas) a películas musicales.

Pero como si se tratase de un equipo cuyo atrevido e innovador sistema garantiza tantas victorias abultadas como derrotas sonrojantes, siempre he creído ver una serie de talones de Aquiles en Family Guy. En primer lugar, sin estar exentos de clase (han hecho bromas históricas, literarias, cinéfilas y religiosas de muy alto nivel), ha cultivado de principio a fin un humor cafre y bestia que la ha convertido en la serie de carcajada más fácil. Otras, más elegantes en este sentido, tardan un poco más en arranca, Padre de Familia puede mandarte al suelo de las risas en quince segundos. Por el otro lado, esa falta de respeto a todo ha hecho que invadan territorios muy incorrectos. Bromas sobre el SIDA, enfermedades infantiles o cánceres son terriblemente crueles. Siempre he sido de la opinión de que es más una cuestión de llamar la atención que otra cosa, pero creo que la serie nunca lo ha necesitado y mientras no se quite ese traje, para mí seguirá un peldaño por debajo de otras series igual de buenas pero más sutiles. Sé que en este punto algunos amigos como Easmo, entre otros, me rebatirán, pero es mi perspectiva del asunto.

Estos últimos días hemos sido testigos de ese tipo de burradas. La explicación de cómo hacía dejar de llorar a los niños Peter al principio o la macabra versión de Patch Adams que nos regalan son buena muestra de ello. En término intermedio estarían los flasbacks de Peter. En los primeros años, el abuso y consumo de este tipo de elementos (que dan pie además a los detractores que consideran que la serie es graciosa pero sin pies ni cabeza) fue nefasto, pero, ¿quién puede olvida cuando se rieron ellos mismos de eso? Tanto cuando Brian se lo requimina a Peter o cuando James Woods (desternillante capítulo siempre que sale) le amenaza co robárselos.

Otras opiniones dicen que aunque la animación ha mejorado muchísimo (me impresionó tremendamente las escenas de combates aéroes en el viaje de Neil, Brian y Stewie a Polonia en 1.939), nunca ha habido perfiles de personajes claros, sobre todo con Lois, la madre y Stewie. Personalmente estoy en descuerdo, Stewie ha sido concebido para ser tanto un niño malcriado, de tendencia claramente bisexual y aspirante a malo de película de James Bond, que muy pocas situaciones en las que se viera envuelto no lo justificarían, mientras que Lois, sobre todo tras los primero compases, se aleja muchísimo de adorables señoras de la casa como Marge Simpson. Más intelignte que Peter y sensible, alguna justificación tenía que haber para que se casase con semejante descerebrado, y es que ella tiene graves desequilibrios. Homenajeando la gran cinta "Sueños de Seductor", en la sexta temporada, se trazó un triángulo amoroso con Brian-Lois-Peter.

Steve Fonti, el artista del storyboard también merece sus renglones de reconocimiento, porque al igual que Groening, el carismático MacFarlane (no hay nada más que ver el ingenioso sistema de entrevistas que montó para el especial capítulo número 100) oscurece demasiados focos que deberían ser compartidos con otros. Asimismo los doblajes son fantásticos, la he escuchado tanto en versión origina como en castellano y el parecido llega a ser asombroso. Todo parece funcionar en algunos momentos en Family Guy, algunos secundarios son maravillosos (Joe, Cleveland, Quagmire, Loretta, Tom y Linda de las noticias...) pero en no pocas ocasiones parece que falta algo para rematar la faena.

No quisiera que esto pareciera una crítica descabellada a una serie a la que además le debo muchos buenos ratos. ¿Quién puede olvidar la versión de Peter de Han Solo en la parodia de La Guerra de las Galaxias? "Hola, soy Han Solo, seré nterpretado por Harrison Ford... el único actor que no se verá condicionado en su carrera por esta película". O, ¿Por qué se han convertido las absurdas, pero hilarantes peleas con el pollo en los mejores homenajes jamás vistos a Indiana Joes, Godzilla e infinidad de cosas más? De hecho, en no pocas ocasiones da la sensación de que las cabezas pensantes de este proyecto, como acusaba el personaje de Danny De Vito a Jim Carrey en "Man on the Moon", hacen chistes privados que quizás sean maravillosos, pero solamente pueden ser comprendidos en su totalidad por tres o cuatro personas. Son capaces de estar riéndose de He-Man y los Masters del Universo y desbancarse a cuestiones económicas. Personalmente no veo un fallo en eso, más bien un reto que espero que les salga bien.

Por último no querría cerrar esta modesta reseña sin habar de las religiones. Quizás algún sector del catolicismo se hubiera tirado de los pelos ante la inminente aparición de Jesus de Nazaret en la nueva temporada (algo que además ni siquiera es una idea original, ya ha pasado varias veces en South Park)... y al final, nada de nada, damas y caballeros, ni frío ni calor. Los guionistas pierden la cabeza (normal en esta serie) y Peter se encuentra con este personaje histórico en cuestión y lo invita a su casa, algo que un tipo como Peter hubiera hecho con Napoleón o cualquier otro, quizás incluso Hitler (por cierto, muy brillante y con dardos versión de este infame señor, del que no se había sacado tanta punta desde la época del genial Chaplin, maestro de maestros y del que beben estos dibujitos en no pocas ocasiones).

Pero he de decir que a mí sus pullas a la fe, las comporta o no, no me han hecho sentir incómodo. En primer lugar porque se han jugado el cuello, judaísmo, cristianismo, protestantismo, budismo... incluso el tan traído tema hoy de la religión musulmana han sido cuestionadas, no tanto en sus deidades y figuras señeras (que si es que aparecen suelen ser en bromas inofensivas, lo digo en serio, creo que MacFarlane y los suyos no son tan tontos como para perder audiencia tan gratuitamente, sobre todo después de los beneficios que sacaron tras la huelga del 2.007) de su fe. Más bien se ve burla del fanatismo (impresionante el chiste de las vírgenes en el Paraíso), la intolerancia (Francis Griffin fue inquisidor en otra vida, lástima de muerte tan absurda) y el propio miedo a cuestionarse las cosas.

El camino que ha tomado Family Guy ha de llegar a un a su final. Sabe que las comparaciones, siempre odiosas con Simpson, South Park y cía estarán allí, pero deberían quitarse de complejos. Cuando han estado a su altura no deben envidiar a nadie y pueden dar muchas gracias, de que el público ése del que tantas veces se ríen de forma encubierta, les haya dado un pulgar hacia arriba que otras series como "Undergrads" no han tenido a pesar de su talento.

Ah, y no, no he metido aún nada sobre la sexualidad y cómo se concibe satíricamente en esta serie, porque resulta que no tenemos tiempo para tres volúmenes encuadernados. Baste decir que... entre otras virtudes (y defectos), estos personajes no tienen pelos en la lengua. No, señores, no.

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