Pizze a Credito
Era una torre de fuego que, sin embargo, tardó años en ser descubierta. Criada en Pozzuoli, a poca distancia de Nápoles, nadie podía imaginar que Sofia Scicolone Villani iba a ser conocida por el mundo entero como Sophia Loren. Una actriz galardonada con los más prestigiosos premios y un mito erótico a través de las décadas. No obstante, tuvo que ser un genio de olfato fino, Vittorio de Sica, quien se diese cuenta de que no había ningún problema con aquella chica tan alta que eludía la preceptiva y que era bastante más que un rostro bonito para folletines de culebrón. Había un pasado de privaciones y una relación repleta de altibajos con su madre, una herencia y esencia que él iba a explotar, especialmente cuando le encontró a la pareja de baile perfecta: Marcello Mastroianni.
Uno de los primeros papeles que De Sica le encomendó fue el de una hermosa pizzera en una obra coral conocida como El oro de Nápoles (1954), un film que retrata como muy pocos las singularidades de la ciudad. La cinta es divertida, trágica, terrible y, ante todo, profundamente humana. La Loren se encarga, con su desprevenido esposo, de vender pizza frita a los convecinos. Una comida fácil de preparar y deliciosa, una ingeniosa solución de la cocina local al drama alimenticio de la posguerra.
Hoy en día, sigue siendo uno de los productos estrellas por esos lares. Uno de los locales más renombrados es el de Zia Esterina Sorbillo. Fácilmente reconocible por la inhumana cola a sus alrededores, lo mejor es solicitar número, pagar el encargo y hacer un poco de callejeo durante más de una hora hasta que llegue el turno. Ideal para ir degustando su masa mientras se anda, sigue siendo asimismo un alivio para el bolsillo.
"Qui 100 anni fa nacque la pizza Margherita"
Así reza el orgulloso letrero junto al restaurante Brandi. Llamada Margarita en honor de su regia tocaya perteneciente a la dinastía Saboya, se trata de una pizza de una simplicidad tan grande como deliciosa en su sabor, un recurso que miles de turistas agradecen cada verano para cenar bien sin tener que irse pesados a la cama. Su calle de nacimiento tiene motivos para presumir de la creación gastronómica.
Si la cocina local se caracteriza por la sencillez y el sabor, en la sobremesa se encuentra una gran heterogeneidad en Nápoles. A través de cada quartieri se pueden observar muchos locales con el pastel que más abunda en la ciudad, de raíces rústicas, cuyo consumo empezó siendo exclusivo de la fiesta de Pascua. Su sabor al paladar recuerda mucho al estupendo arroz con leche que las personas que han estado en Asturias bien conocen, siendo muy importante dar unos días de reposo al pastel desde su confección hasta que llegue a la mesa.
Otro dulce típico y renombrado lo podemos disfrutar en la Via San Biagio Dei Librai, donde se encuentra una de las tiendas más famosas de Taralleria. La idea en su fundación era simple y eficaz: permitir a la gente elegir dentro de una gran variedad de rosquillas, tal como lo concibió décadas atrás Leopoldo Infante. Suele ser uno de los souvenirs que más aprecian los parientes y amigos de los turistas que los meten en sus maletas.
- ¿Una taza de café, coronel?
- Si es café sí, si es lo del otro día...
Il generale Della Rovere (1959)
El café no es una cuestión baladí entre la comunidad napolitana. Generalmente servido en taza pequeña e intensa, suele tener una calidad media muy alta. Si hay una cafetería de referencia indudable es Gambrinus, ubicada en la Piazza Trieste, muy céntrica. Se trata de un sitio delicioso cuyos salones tienen vistas al precioso palacio de la plaza contigua. Deja la sensación de trasladar a otra época, además de ser de coste aceptable para la ubicación verdaderamente excepcional del lugar.
Su abanico de dulces y batidos es excelente, pudiendo recomendarse las millefoglie alla marmellata o al cioccolato, justa recompensa si a lo mejor han decidido hacer una mañana de senderismo en el camino hacia la cima del Vesubio. Se respira una atmósfera de calma de otro tiempo, de tertulia decimonónica y donde leer el periódico mientras se desayuna casi parece un ritual. Entre muchos ilustres visitantes, por allí pasaron Oscar Wilde, Jean Paul Sartre, Hemingway, etc. Tal vez se fijen en el retrato de otro ilustre visitante con barba un poco a modo de chivo, con expresión de refinado sibarita y mirada inquieta. Quizás estén ante el poeta Gabriele D´Annunzio, un personaje que casa bien con el perfil que imaginamos en este sitio hace décadas.
Aventurero inquieto, fue el impulsor de alguna extraña acción durante la I Guerra Mundial, incluyendo aquel exceso (que incomprensiblemente no tiene todavía una película o novela como merecería) que fue Fiume. Aquella personalidad sería, paradojas de la Historia, uno de los impulsores de lo que luego seria la trágica experiencia fascista italiana. Incluso Mussolini, quien recelaba de él por poder rivalizar con su liderazgo, tuvo que hacer uso de algunas de las consignas de D´Annunzio, encargándose posteriormente de sepultarle en el olvido. Pensamos en camisas negras, aceite de ricino y violencia en las calles, si bien algunas de las manifestaciones más violentas de la civilización tienen su origen en los entornos más cultos y en las mentes más afiladas.
Existe un libro rico y repleto de fotografías valiosas a cargo de Sergio Lambiase y G. Battista Nazzaro sobre Nápoles entre 1940-1945. El triunfo de Mussolini llevó a la alianza con Hitler y el caos de la II Guerra Mundial que se tradujo en mil penurias. Si alguna vez pueden hojearlo, no se priven de ello, tal vez puedan llevarlo a la cafetería Gambrinus para analizarlo con calma mientras sorben un chocolate caliente...
BIBLIOGRAFÍA Y ENLACES DE INTERÉS:
-LAMBIASE, S. y NAZZARO, G. B., Napoli (1940-1945), Longanesi & C., Milán, 1978.
-LOREN, S., Ayer, hoy y mañana: Mis memorias, Lumen, Madrid, 2014.
-LOZANO, A., Mussolini y el fascismo italiano, Marcial Pons, Madrid, 2012.
FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES:
- Local de Pizza Fritta da zia Esterina Sorbillo [fotografía del autor del blog]
- Calle de la Pizzeria Brandi en Nápoles [fotografía del autor del blog]
- Vitrina de dulces en la cafetería napolitana Gambrinus [fotografía del autor del blog]
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