domingo, 31 de diciembre de 2017

DESPEDIRSE DEL ABSURDO


Todo termina siendo bastante absurdo en cuanto se analiza un poco en profundidad. Eugène Ionesco lo sabía. Por ello, cuando se estrenó La cantante calva en París asistió estupefacto a las carcajadas del público. Pretendía hacer una sátira burguesa, una burla de las fórmulas sociales y la incomunicación que se da en los diálogos superfluos del protocolo. No obstante, terminó encontrando una nueva forma de hacer comedia, un sinsentido del que luego desembocarían muchos gags de la Monty Python en su célebre Flying Circus



El Gran Teatro de Córdoba acogió en vísperas de la despedida de 2017 una nueva versión de este clásico del teatro del absurdo, bajo la dirección de Luis Luque. La gran bandera del Imperio Británico que preside el escenario antes de subirse el talón, ya advierte de la clave de sátira en la que va a enmarcarse el asunto. Dos intérpretes de las tablas de Joaquín Climent y Adriana Ozores personifican a un excéntrico matrimonio de las tierras de Su Graciosa Majestad que esperan la visita de unos amigos. 



Desde el arranque nos sentimos desconcertados, todo en el texto de Ionesco está hecho para que perdamos cualquier clase de brújula narrativa clásica en el teatro. Incluyendo su peculiar su título, hay un amplio abanico de Mcguffins carentes de pies o cabeza. Luis Luque apuesta por la denuncia social antes que por la simple advertencia, a la hora de plantear situaciones insólitas. 



Los invitados a la casa son un no menos excéntrico matrimonio encarnado por Fernando Tejero y Carmen Ruiz. Su primera escena brinda un diálogo delirante que desmonta bastantes de los presupuestos de la lógica y el método hipotético deductivo. Y es que en esta obra las apariencias engañan, incluso las más obvias. 



En resumen, se trata de un tipo de comicidad que escapa del modelo más tradicional. Hace apenas unas semanas, en este mismo escenario pudo disfrutarse de un delirante ejercicio de género (La comedia de las mentiras), siguiendo de manera excelente las fases y actos que mandan los cánones. Decía Rafael Álvarez el Brujo que en toda pieza había un descubrimiento, una explosión y un clímax en que convergía lo anterior. La cantante calva se escapa de esos senderos. 



La versión del libreto ha sido escrita por Natalia Menéndez, realizando una conveniente actualización a la pluma de Ionesco. La reunión de los dos aburridos enlaces conyugales se verá amenizada por la visita del jefe de bomberos (Javier Pereira), quien confirmará que incluso ante desgracias como los incendios sigue habiendo categorías por cuestión de clases. Asimismo, iremos viendo las explosivas apariciones a ráfagas de la peculiar criada de la casa (una espléndida Helena Lanza). 


De hecho, de la interacción entre Pereira y Lanza surge una de las escenas más recordadas, de claras referencias fellinianas, llevando al paroxismo los recitales de poesía y las supuestas reglas de las veladas educadas en el salón. El compromiso del reparto con el proyecto es indudable y no tienen ningún rubor en prestarse a esta farsa. 



El último acto lleva a la burla final, el juego de la falta de significado y lo absurdo del propio lenguaje. Igual que ocurre con el arte abstracto, surge aquí el debate y la eterna duda acerca de cuál es la frontera entre la genialidad y la tomadura de pelo (y al final la cantante se queda calva de tanto tomárselo prestado). El teatro abanderado por Ionesco se puede permitir unos atajos y comodidades que en otras fórmulas no se perdonarían con tanta facilidad. 



No podría dejarse pasar esta ocasión para desear un muy feliz 2018 a todos los lectores/as del blog, confiando en seguir contando con su amable lectura en el próximo curso. 



FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES:



-"La cantante calva", función del 28 de diciembre de 2017 (Gran Teatro de Córdoba, fotografía realizada por el autor del blog). 



-"La cantante calva", función del 28 de diciembre de 2017 (Gran Teatro de Córdoba, fotografía realizada por el autor del blog). 



-Programa "La cantante calva", función del 28 de diciembre de 2017 (Gran Teatro de Córdoba). 

sábado, 23 de diciembre de 2017

EL PRIMER REGALO NAVIDEÑO


Daba un poco de miedo la premisa. A estas alturas, en plena etapa de Donald Trump, no estaba la cuestión para que la alianza Pixar-Disney hiciera una historia ambientada en México. La posibilidad de caer en tópicos y lugares comunes en vez de ahondar en la riqueza de un país plagado de ricas tradiciones, siempre estuvo allí. No obstante, el simple opening con la voz de Miguel nos advierte que "Coco" es una cosa seria: un cuento perfectamente encuadernado y con el lazo colocado de forma impecable. El equipo de guionistas ha huido de conformismos y se ha atrevido a hacer un largometraje de animación que aborde cómo se celebra El Día de los Muertos en una tierra que honra la memoria con un estilo propio. 



Desde La novia de cadáver (2005) no se combinaba con un eclecticismo tan audaz un tema tan aparentemente sombrío. El recorrido que se nos propone como afortunada audiencia es el primer gran regalo navideño de la cartelera, la confirmación de que se puede hacer cine infantil de altura, capaz de interesar a un amplio espectro de público. Al más puro estilo Del revés (2015) (CRÍTICA INSIDE OUT), Pixar cumple ese viejo y casi imposible precepto: enseñar deleitando. 



La historia de Miguel es la de una desbordante pasión musical incomprendida por su gremial familia, empeñada en desterrar cualquier cosa que tenga que ver con las partituras tras una desgracia del pasado. Venerando la icónica figura de Ernesto de la Cruz, una celebridad en su localidad, el joven está decidido a participar en un concurso de talento que ocurrirá en la plaza, pese a la imposición del clan de que es el día de recordar a los parientes que ya no están con ellos y no de andar cantando.  


La travesura va a provocar una serie de inesperados acontecimientos que llevaran al chico a cruzar el camino inverso a la festividad: si los muertos vienen a visitar a sus parientes vivos, él hace justo lo contrario. Pronto va a comprender que en ese peculiar universo también hay reglas y que su vocación está a punto de cobrarle un duro peaje si no logra encontrarse con su cotizado ídolo. Un primer acto rápido, directo y aparentemente sencillo. Es la sensación que deja un argumento cuando ha sido afinado con sutileza en cada una de sus cuerdas: que así es muy fácil, mano. 



Nada se ha dejado al azar. Basta ver el equipo de doblaje. Anthony González es prácticamente un guía espiritual de Coco, Benjamin Bratt resulta una maravilla como el afamado Ernesto de la Cruz, además de dos de las joyas de la corona en el elenco de personajes: Mamá Imelda (Alanna Ubach) y Héctor (Gael García Bernal). 



Los guiños a la cultura son constantes y repletos de encanto. Desde el "peladito" don Mario Moreno hasta Frida Kahlo, pasando por El Santo, ha existido un buceo muy serio en dónde arrancan las tradiciones, bien sazonadas por cierto can con el tampoco casual nombre de Dante. Una vez tiene dominado el tema, Pixar logra mover en su forja los metales para que hagan a lo que su estudio se le antoja. Basta ver las impresionantes calaveras de los difuntos para observar lo meticuloso de los diseños, las ingeniosas soluciones presentadas ante la narración gráfica. 


Si todavía no la han visto, quizás les llame la atención que tenga un título como Coco, pues aparentemente no corresponde a ninguno de los miembros del elenco. Y es que aquí está uno de los trucos más audaces de la baraja, un giro de tuerca ingenioso que lleva a uno de los clímax mejor llevados en el género desde hacía tiempo. Como nada hay perfecto, quizás podría quitarse algún acento excesivamente moralizante o discurso pro-familia en plan "con o sin razón son mi sangre", pero eso apenas enturbia una melodía que es excelsa. 



Y es que hay un amor doble en Coco: por México y por la música. Acaso terminen siendo la misma cosa. No le anda esta cinta muy a la zaga a esa obra maestra llamada Amadeus (1984) a la hora de reflexionar sobre el arte, el deseo de posteridad, la frontera entre el talento y la popularidad, además de una de las frases más hermosas que se han dicho en la pantalla grande sobre qué es una fuente de inspiración.  



Acaso todo lo que quede de nosotros dentro de mucho tiempo apenas sea una foto borrosa. Pero bastará con que alguien a quien quisimos nos guarde en su memoria para no irnos del todo. El primer regalo navideño viene de la mano de Pixar. No podría pasar el blog la oportunidad de aprovechar la ocasión para desear unas muy felices fiestas e inmejorable año nuevo a sus lectores/as. Gracias por estar ahí. 



FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES:



-https://www.cinepremiere.com.mx/coco-pixar-datos-curiosos-64203.html



-https://codigoespagueti.com/noticias/cultura/dia-muertos-inicia-nuevo-trailer-coco/



-https://www.youtube.com/watch?v=ZvvNu9DLdPI

domingo, 17 de diciembre de 2017

LA DUDA RAZONABLE (BETTER CALL SAUL, TERCERA TEMPORADA)


Tras dos primeras temporadas excelentes, había llegado el momento de iniciar la transformación. Como los fieles parroquianos de Breaking Bad recuerdan, hubo un instante donde Jimmy McGill terminó convirtiéndose en el el brazo legal de clientes infames, el astuto y poco escrupuloso Saul Goodman. La tercera entrega del spin-off nos lleva, como bien me indico hace algún tiempo un amigo con olfato fino para las series, a la primera vez que surge la duda razonable: ¿Es ya Better Call Saul tan buena como la majestuosa andadura en la caja tonta de míster White? 



A estas alturas, Bob Odenkirk nos leva por donde quiere con su personaje. Igual que sucede en el show con su clientela, siempre encuentra el resquicio para engañarnos, logrando ponernos de su parte incluso cuando desafía toda lógica. De cualquier modo, su antiguo éxito en el pleito entre hermanos le lleva a exponerse a la feroz venganza de Chuck (Michael McKean, de menos a más todo el programa), quien no piensa permitir que el miembro más joven de su familia quedé impune por su afrenta. Pese a sus problemas de salud, Chuck es un tipo inteligente y que asimismo sabe golpear donde más duele a sus adversarios. 



Como ya veníamos oteando en el horizonte, Vince Gilligan, Peter Gould, Gennifer Hutchison y el privilegiado equipo de guionistas han colocado las piezas para ligar las vidas paralelas del protagonista y Mike (imperial Jonathan Banks, otro de esos tipos con cara de que todo les sucedió la noche de antes). Las subtramas del segundo no solamente no estorban, son pequeñas piezas de noir que nos van arrastrando hasta cierto local de comida rápida. 


Un camino que Mike anda con una facilidad pasmosa. Lleva demasiado tiempo en el negocio para saber que en ese local entra mucho dinero. Por bueno que esté el pollo y la ración de patatas, hay gato encerrado. Sus averiguaciones van a arrastrar a Jimmy hacia uno de los rostros malvados más apacibles que existen: "Gus" Fring (Giancarlo Esposito). Se trata de uno de los tipos más racionales y tranquilos para cometer fechorías de la ficción televisiva, un excelente empresario que sabe que es más útil reclutar el talento que ponerlo en su contra. Jimmy y Mike deberían tomar nota de todo ello. 



Rasgo distintivo de las buenas series es que no se introduzcan elementos prescindibles en el reparto. Michael Mando lleva desde el capítulo piloto cocinando a fuego lento el arco de Nacho Varga, un antihéroe que va a verse contra la espada y la pared a la hora de tomar decisiones. Y es que trabajar a las órdenes de Héctor Salamanca (Mark Margolis) tiene una serie de riesgos que no solamente afectan al empleado en cuestión, incluye el contrato a todo el clan familiar. 



Quien come aparte en la trama es la espléndida evolución de Kim Wexler (Rhea Seehorn). Si Jimmy es un personaje de brújula dudosa a la hora de elegir lo correcto y lo incorrecto, su compañera letrada es la capacidad de asumir la responsabilidad conociendo el coste. Agudamente, Liz Shannon Miller expresa en una crítica de esta temporada que, irónicamente, esta obra centrada en un busca-vidas nos está planteando algunos de los compromisos éticos más atractivos para la ficción televisiva. 


Cada personalidad es una pieza del puzzle. No subestimen Francesca Liddy (Tina Parker, excelente acierto de casting) o a ese maravilloso reparto coral de personas de la tercera edad a las que asesora (en ocasiones, con poco honor) el siempre ambivalente abogado. Pese a la química existente, parece que el guión nos invita a pensar que el affaire Kim-Jimmy tiene un halo de tragedia griega. Bien llevado, la manera de explicar por qué no siguieron juntos puede ser el clímax de este proyecto. 



No se confundan por ello. Si bien hay asuntos serios y de bufetes, el humor negro seguirá siendo omnipresente en el show, es el sello de fábrica de esta franquicia. Hay mucho de la clásica picaresca, del tono agridulce las personas que se buscan la vida como buenamente pueden, a base de que el espectáculo debe continuar. 



Un último regalo son esos flashbacks elegantes, firmes y eficaces, dignos de una cinta de Scorsese. Como en los mejores días de Breaking Bad. Lo dicho, ya tenemos la duda razonable. Esperaremos con paciencia la cuarta temporada para afinar el veredicto. 



ENLACES DE INTERÉS:



-CRÍTICA DE LIZ SHANNON MILLER A LA TERCERA TEMPORADA



-RESEÑA BETTER CALL SAUL PRIMERA TEMPORADA



RESEÑA BETTER CALL SAUL SEGUNDA TEMPORADA



FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES:



-https://www.supermadre.net/netflix-amor-eterno-better-call-saul/



-https://www.diariocritico.com/television/better-call-saul-critica-witness



-http://www.imdb.com/title/tt5719532/mediaviewer/rm3843438336

domingo, 10 de diciembre de 2017

LA COMEDIA DE LAS MENTIRAS



Venía con gran aval. El texto de Pep Anton Gómez y Sergi Pompermayer había cosechado laureles en el pasado Festival de Teatro Clásico en Mérida. Mérito nada escaso, más atendiendo a que se trataba de una comedia, género que suele encontrarse en desventaja ante la valoración crítica si se enfrenta a temáticas trágicas, más sí tienen acento heleno. El pasado fin de semana, Córdoba pudo disfrutar de este homenaje a la confirmación de que, como bien dijo el maestro Sabina, la verdad es solamente un cabo suelto de la mentira. La comedia de las mentiras mostró sus galones de las Termópilas en el tablado a base de carcajadas. 



La experiencia de Anton Gómez con la exitosa representación "El eunuco" (El eunuco: Seamos un poco sinceros) sin duda habrá servido a todo el eficaz equipo para llevar a cabo esta medida sátira sobre muchos de los clichés del mundo clásico, salpicado todo de pertinentes referencias a nuestra actualidad. Nuevamente, se ampara en el liderazgo de un magistral Pepón Nieto como el sufrido Calidoro, personaje que tendría conexiones con esos avispados criados que entendían mejor la situación que la poco perspicaz familia de sus amos. A estas alturas sobra hablar de la experiencia y valía del intérprete andaluz, más que capacitado para llevar la función sus kilométricos diálogos a cuestas con la paciencia de Atlas. 



Y el gran acierto es que La comedia de las mentiras se resiste a caer en esa cómoda tentación. Si bien tiene a un actor excelente para llevar a cabo monólogos con una naturalidad pasmosa, se trata de un libreto generoso que da tiempo para que cada miembro del reparto brille con luz propia. Un ejemplo sería Degollus (Paco Tous), con menos escenas quizás que el resto, pero absoluto rol protagonista cuando entra en escena. Además, su química con Nieto es envidiable, fruto de anteriores trabajos que han realizado.  


Siguiendo los mandatos del canon, encontraremos una serie de tramas y enredos de tipo amoroso que van confluyendo en esta utópica Atenas, donde vemos que los problemas de la juventud con sus mayores son cuestiones que vienen de antiguo. Y es que el joven Leónidas (Raúl Jiménez) se ha empeñado en formalizar su affaire con la célebre cortesana Gimnasia (Marta Guerras), lo cual exige suculentos dracmas que deberá intentar conseguir de su poco generoso progenitor, algo que además choca con las pretensiones de Hipólita (Angy Fernández) de obtener su dote para poder casar con un joven de Mileto. Como diría Calidoro, en el fondo son buenas estas criaturas... muy en el fondo. 



Los tejemanejes y ayudas que solicitan de su servicial esclavo afectarán también a las vidas de su tía Cántara y Tíndaro, el joven milesio, no precisamente la bombilla más brillante en el mundo de las ideas de Platón (un muy divertido Canco Rodriguez). María Barranco encarna con una gracia y prestancia excelente a esta antigua lectora de Safo que ha terminado muy desengañada de las argucias de Afrodita. Claro que no hay desamor que cien años dure ni cuerpo que lo aguante, por lo que quizás alguna de las confusiones le hagan darle otra oportunidad al flechador Cupido. 



La armonía del sólido reparto es visible, siendo cada pieza un apoyo vital de las otras para saber mantener el ritmo en un campo donde hay que afinar mucho para que la audiencia no desconecte o adivine las cosas demasiado rápido. Los números musicales amenizan la velada y llevan en volandas al respetable a este divertimento que combina los gags más frecuentes en estas lides con veladas referencias metaficcionales a algunos de los textos más clásicos de la Antigüedad. 


Como ocurre en muchos de los grandes clásicos literarios de siempre (pensemos que en Los miserables una ciudad bulliciosa como París parece el patio de una comunidad de vecinos por cómo se encuentran y reencuentran los personajes), La comedia de las mentiras hace equilibrios para establecer conexiones y pasados familiares que se revelan en los momentos más insospechados. El buen hilado y la gracia de los diálogos son colocados como cimientos para alcanzar esa última carrera que será la resolución de todos los conflictos. 



Lo más bonito que nos presentan los autores de la farsa es que al hacer cariñosa burla de las tragedias más inolvidables (Edipo, Medea, etc.), pueden permitirse conducirse a unos desenlaces agradables, un guiño simpático que nunca está de más en estos tiempos que corren. A fin de cuentas, las incontables mentiras de Calidoro son siempre con un buen fin. ¿No consideraría el jurado que se trata de un claro motivo de absolución? 



Y al final nos quedamos sin saber la historia de la dueña de la casa ateniense... buena excusa para volver a recibirles el próximo año y que nos la cuenten. 



FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES:



-Programa La comedia de las mentiras [Gran Teatro de Córdoba, sesión del 8 de diciembre de 2017]



-Fotografía escenario La comedia de las mentiras [Realizada por el autor del blog, sesión del 8 de diciembre de 2017]



-Programa La comedia de las mentiras [Gran Teatro de Córdoba, sesión del 8 de diciembre de 2017]

domingo, 3 de diciembre de 2017

GOTHAM CENTRAL: EN EL CUMPLIMIENTO DEL DEBER (PARTE I DE IV)


Una de las tareas más difíciles en un guión es lograr la sensación de atmósfera. Si la historia no está bien trabajada, las costuras se notan de inmediato. De igual manera, un exceso de detalle puede llevar a una lectura farragosa, arisca, apabullante cara al público. La compleja alquimia que debe lograrse es dar la sensación del cotidiano café de la mañana sin pretensiones, como si nos hubiésemos colado en el día a día de los protagonistas. Como audiencia de Gotham Central, nosotros no sabemos qué turno tienen los agentes Nate Patton o Marcus Driver, sin embargo, en todo momento somos conscientes de que Greg Rucka y Ed Brubaker se han hecho el cuadrante. No atosigarán con la verosimilitud, aunque si nos ponemos quisquillosos, las relecturas mostrarán que nunca dejan nada al azar. 



A la altura de 2003, DC Comics permitía a los dos escritores, quienes tienen una excelente amistad, aunar fuerzas para un giro de tuerca a la fecunda franquicia de Batman, uno de los iconos de las viñetas. Lo interesante del asunto es que iba a ser una colección centrada en el departamento policial de una ciudad a la que le gusta estar sucia. ¿Cómo sobrellevan esos curtidos hombres y mujeres el tener que recurrir a un tipo parco en palabras que se disfraza de murciélago por las noches? ¿No es acaso una declaración de desconfianza en sí mismos tener que recurrir a una trabajadora en prácticas para encender esa señal que ellos no pueden tocar por cuestiones burocráticas? 



Desde el número uno, donde presenciamos como dos policías se topan siguiendo un soplo falso con Míster Frío, entendemos que esto es el mundo real con toques superheroicos. En justicia, un tipo con los poderes de Victor Fries debería barrer el suelo con adversarios sin poderes o habilidades especiales. Y exactamente eso sucede. No aparecen ni Robin ni Batgirl sobre la bocina para salvar a estas personas honradas. En apenas unas viñetas, Rucka y Brubaker nos tienen justo donde quieren, preocupados por los problemas de estas gentes (familiares, de salud, inquietudes por el pago de las horas extras, etc.).   


En definitiva, una historia coral muy especial que requería a un dibujante igualmente único. El elegido no fue otro que Michael Lark, una forma perfecta de escoger. Junto con David Mazzucchelli, nadie ha sabido en las últimas décadas combinar de una manera armónica la inseguridad que transmite esta gran metrópoli y también su atractivo. Su lápiz además es muy minucioso con cada integrante de la comisaría, aunque quizás su debilidad sea Renee Montoya, el personaje idóneo para que el equipo creativo nos lleven sin descanso en un trepidante primer arco. 



Rucka en persona ya había dado relevancia a Montoya en el pasado. Creada en los fecundos días de la pareja formada por Paul Dini y Bruce Timm, era una carismática detective de ascendencia latina que luchaba por hacerse un lugar en las calles más peligrosas para lucir placa. En la coyuntura en la que se encuentra el cuerpo policial (con Jim Gordon recientemente jubilado tras la saga "Agente herido" y un Harvey Bullock suspendido) es el momento de poner los focos en una historia que, sin duda, merece la pena ser contada. 



Una sádica trampa urdida por uno de los muchos genios criminales que rondan por Arkham la va a hacer enfrentarse a los secretos que ha intentado ocultar a muchos de sus compañeros de trabajo. Incluso su familia desconoce la información que se hará pública. En la odisea a la que la someten en Gotham Central, Montoya se revela como la primera gran estrella del show. No es solamente un gran cómic, si nos olvidásemos de que hay tipos con capa, podría ser el impecable argumento de una excelente cinta noir. 


Cuando se presentan defectos y virtudes creíbles en los protagonistas, resulta muy fácil quererlos. Las incertidumbres que rodean a la comisaría tienen un aroma de género policial digno de la mejor novela negra. Los diálogos son sólidos, maduros en la interacción entre unos y otros, no existiendo nada que parezca intrascendente que luego no vaya a tener su reflejo en futuros números. 



Batman y Gordon gravitan en toda la atmósfera, si bien hay sagacidad en no abusar de sus carismáticas presencias. Involuntariamente podría provocar que dejásemos de prestar atención a las verdaderas estrellas de esta función. Realmente es una pena que no haya existido una adaptación televisiva de esta serie porque habría dado muchísimo juego al poco que recibiese un presupuesto decente. 



Cuando parece que la cosa no podrá mejorar para los siguientes arcos, Rucka y Brubaker lanzan otro descarado as en la manga: el Joker. Pero ahora no será un duelo con la Bat-familia. Su enfrentamiento será con estos tipos que intentan cumplir con su deber. Y a ello nos referiremos dentro de cuatro semanas. 



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