domingo, 30 de agosto de 2015

DANIEL Y EL SEÑOR



El pasado fin de semana comenzó con malos augurios para las tablas. Nos dejaba Lina Morgan, una de las grandes damas de nuestros escenarios, símbolo para toda una generación de espectadores en España y personaje entrañable. Como las desgracias nunca vienen solas, poco después se difundía la noticia del fallecimiento de Daniel Rabinovich, uno de los miembros fundadores del grupo humorístico Les Luthiers, puntales de un tipo de comedia inteligente y armonizada con el talento musical de sus integrantes, capaces de fabricarse sus propios instrumentos. Demasiada pérdida de talento en tan escaso margen para los teatros.



En un emotivo comunicado, el grupo argentino afirmó que seguiría permaneciendo unido y con el sano propósito de seguir haciendo reír, tal y como a su hermano Daniel le hubiera gustado. Ernesto Acher, antiguo puntal de Les Luthiers, afirmaba que esta sociedad es una especie de "matrimonio múltiple entre caballeros". Las complicaciones cardíacas de Daniel dejan al resto en una viudedad amarga, sentimiento que uno no asocia a los creadores de Mastropiero, quienes siempre van a ir ligados a la risa y la carcajada.



No es la primera desaparición dolorosa; rescataba Hernán Firpo el hecho de que el mítico quinteto logró sobrevivir al fallecimiento de Gerardo Masana, fundador y auténtico demiurgo de muchas de las características que convirtieron un extraño experimento en una garantía mundial en habla castellana de colgar el cartel: "no hay entradas". No obstante, aquella tragedia tuvo el parche de la juventud, de continuar un legado. La pérdida de Daniel nos plantea a sus fans la duda de si no estamos asistiendo al ocaso de uno de los mejores espectáculos posibles, las últimas páginas de un libro que hemos devorado hasta desgastar sus páginas.       


Ello tampoco debe llevarnos a ser agoreros. Cualquier alineación que incluya los nombres de Carlos Núñez Cortés, Marcos Mundstock, Carlos López Puccio, Jorge Maronna, Tato Turano y Martín O´Connor es garantía de éxito. No se trata de decir, ni mucho menos, que estos trovadores están acabados. Lo que pasa es que la desaparición de Daniel nos ha recordado que el camino tiene un final, que habrá un día en el que nos quedarán las grabaciones, audios y DVDs conmemorativos, pero no habrá nuevas actuaciones. También llegará la época en que no podamos esperar un estreno de Woody Allen o una nueva gira de Lina con sus espectáculos. Eso debería hacer que valorásemos más estas cosas. 



Nobleza obliga y la muerte suele honrar y embellecer los recuerdos, sin embargo, no es descabellado, como algunos medios y público han recordado, afirmar que el señor Rabinovich ha sido uno de los Luthiers más simpáticos. Ya fuera con su barba al completo o su muy reconocible bigote, su contagiosa sonrisa le acompañó representando al citado Daniel en una operística parodia con raíces bíblicas, en la que el afligido defensor de la ciudad reprocha a su dios haberles dejado en la estacada ante los filisteos: "¿Qué te pasa, viejo?".  



No recuerdo con exactitud el motivo (alguna boludez, seguro) por el que no aproveché la oportunidad de verlos en acción en directo cuando vinieron a Córdoba. Concretamente, Daniel hizo la apertura del espectáculo, con la delirante canción de noche de bodas, hipérbole de Las mil y unas noches, un difícil monólogo bajo ritmos orientales que causó un gran impactó entre los afortunados presentes. Pasados los años, no recuerdo el compromiso u obligación ineludible que me hizo no estar aquel día en el Gran Teatro. Lo que no olvidaré jamás es que me perdí a Daniel y al resto de Les Luthiers, eso no se me irá nunca de la cabeza, porque no todos los días se puede ver a Maradona y Messi en la cancha. 




Quedan los recuerdos de una era no soñada donde la música clásica y la etiqueta se amasaron con eclecticismo al sentido del humor, una mezcla difícil de conseguir y aún más de superar. La payada de la vaca o La hermosa y graciosa moza son algunos de los ejemplos que podríamos dar de ello, también el dueto de Marcos y Daniel para representar a dos delirantes comentaristas de radio que entrevistaban al resto, convertidos en el grupo británico London Inspection. 



Nos señalaba el añorado Labordeta que, mientras nos quedasen Los Simpson o las letras de Sabina, aún quedaba una rendija de esperanza. Ahora, empezamos a quedarnos huérfanos de otro de nuestros tótems, de esos hacedores de partituras hilarantes que no dudaban en burlarse de ellos mismos y su indiosincrasia: "A los argentinos se nos tacha de soberbios, aunque no es del todo justo. A veces, nos creemos los mejores de toda América Latina. Otras, los mejores del mundo". O aquella de cuando sus antepasados vieron cómo se fundaba el Río de la Plata: "Che, qué macana, quedamos segundos"



Bien harían en la querida Argentina en cuidar a los Luthiers que nos quedan como un tesoro nacional, porque lo son, los custodios de algunas de las más lindas risas que nos han arrancado. 



FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES:


http://www.diarioveloz.com/notas/148512-murio-daniel-rabinovich-integrante-les-luthiers-una-larga-enfermedad



http://personajes.lanacion.com.ar/1821043-la-vida-de-daniel-rabinovich-en-imagenes



http://personajes.lanacion.com.ar/1821043-la-vida-de-daniel-rabinovich-en-imagenes



ENLACES DE INTERÉS:



http://www.clarin.com/extrashow/teatro/rabinovich-ultimo-acto-artista-enorme_0_1417058649.html

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