domingo, 14 de septiembre de 2014

CRIMEN EN ESCARLATA



Lazy legs. Unas piernas vagas, aunque espléndidas, aguardan en la oscuridad, rozando suavemente una farola digna de Clara de Noche. Hay días en los que es mejor no levantarse de la cama, pero es imposible saber discernir cuándo el destino decide jugar perversamente con nuestros destinos. ¿Quién le iba a decir al bueno de Christopher Cross, honesto y trabajador contable, que una pequeña fiesta de la empresa en su honor iba a ser el desencadenante de acontecimientos tan dramáticos? 



Fritz Lang embarcó a uno de sus repartos favoritos de siempre a un relato noire de proporciones épicas, un descenso a los infiernos en un blanco y negro preparado para la ocasión por el maestro Milton Krasner. Una historia que es prima-hermana de otro clásico del género, La mujer del cuadro (1944), dirigida también por el cineasta austriaco y con buena parte del reparto de la anterior en esta peculiar "secuela". Lo insinuado en la primera ocasión sobrepasa muchas de las barreras morales de su tiempo en Perversidad (1945), la maduración de las ideas de la anterior. 



Amparado en la magia cotidiana de Edward G.Robinson, la carrera de míster Cross se convierte en una pequeña aventura que va complicándose. Infelizmente casado con la viuda de un policía, su honrada y esforzada trayectoria es soportable, únicamente, por su afición a la pintura, realizando cuadros en la soledad de su cuarto de baño, supliendo con imaginación la falta de medios. Sin embargo, tras una noche de reconocimiento donde su jefe le regala un reloj de oro por su leal servicio todos esos años, encuentra en el callejón a la clase de mujer bella con la que ha soñado desde joven: Kitty March (Joan Bennett). 


Dudley Nichols, uno de los guionistas más eficaces en el Hollywood de aquellos días, fue el responsable de realizar la adaptación de la obra en la que se basa Perversidad, la novela francesa de Georges de La Fouchardière, La Chienne, la cual fue llevada a las salas por primera vez de la mano de Jean Renoir (1931). El remake de Lang, conservando el espíritu del halo trágico de esta particular versión de los riegos del cherchez la femme, ofrece la suficiente cantidad de aspectos novedosos para justificar esta nueva revisión. 



La química de Robinson y Bennett, el ilusorio y alocado enamoramiento de este hombre apresado por su vida ante una idealizada mujer joven y bella, hace que se sostengan los cimientos de un juego de engaños en el que todos participan. Buscando atraer la atención de la chica, Cross se vende asimismo como un artista de renombre en la gran ciudad, aunque, pese a ser un pintor aficionado de notable talento, jamás antes había enseñado sus obras a nadie. Por su lado, Kitty se pone en conveniencia con su amante/chulo, interpretado con gran solvencia por Dan Duryea, decididos a hacer chantaje a este hombre casado que parece tener buenos dólares en la cartera. 



Igual que Perdición (1944), el halo de fatalidad va envolviendo la atmósfera de una opresiva ciudad de calles vacías, apartamentos en callejones y donde todo el mundo esconde sus cartas. Junto al carisma de Robinson, Bennett logra dibujar una Kitty realmente perdurable, una mujer que, tras su fachada de gran belleza, esconde a una criatura egoísta, sin escrúpulos y algo ingenua. Pese a ello, y aquí se nota el talento de la actriz, tiene más aristas que una simple mujer fatal, por ejemplo, su forma de cazar y mantener la atención del señor Cross es muy similar a la propia de situación de dependencia que ella tiene de Johny (el personaje de Duryea). Un fresco de cazadores cazados. 


 Las decisiones que el triunvirato de protagonistas van tomando muesstran las consecuencias que puede tener todo ello al final. No obstante, el firme rodaje de Fritz Lang, la ingeniosa adaptación del guión y dos o tres giros inesperados y bien llevados, los cuales convierten el tercer acto de este perverso retrato en el broche de oro escarlata para este relato de cine negro, un perfecto exponente de la categoría que pueden alcanzar este tipo de filmes. 



Un final (que, por supuesto, permanecerá silenciado en el blog por respeto a esos afortunados que todavía no la hayan visto) con poso para el espectador que lo disfruta. En una fantástica crítica sobre la película que hoy nos ocupa, el usuario Burton (Santander) de la página filmaffinity, hace un completísimo recorrido de las referencias y equipo creativo involucrado en este proyecto, destacando el aire de cuento de Edgar Allan Poe que impregna buena parte de los compases del mismo. No podía haber un símil más acertado. 



Absolutamente recomendable.  

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