domingo, 21 de octubre de 2012

EL DESCANSO DEL GUERRERO

A la altura de 1938, el mundo estaba en vísperas de entrar en una serie de cambios, algunos de ellos terribles. A la Guerra Civil Española le faltaba apenas un año para llegar a su sangrienta resolución, mientras, en el resto de Europa, se respiraba un clima de tensión que ningún observador agudo podía ignorar como el preludio de una de las más terribles contiendas que jamás se produjeron. El siglo XX, que ya había vivido una Gran Guerra, iba a ser una época convulsa.
 
 
 
 
 
No obstante, mucho más agradable era pensar que también fue el año donde la revista Action Comics, mostraba que, contra las leyes de Newton, el hombre podía volar. De la imaginación de dos autores que se hicieron tan inmortales en el recuerdo como su creación, Jerry Siegel y Joe Shuster, aparecía un súper-hombre que había venido casi con un carácter mesiánico, para convertirse, junto con Batman, en el buque insignia de la compañía DC Cómics.
 
 
 
 
A lo largo de la trayectoria de tan lucrativo icono de Krypton (infinidad de colecciones, libros dedicados a su figura como uno de los puntales de una nueva mitología en las viñetas, video-juegos, películas, series de animación...), diferentes autores dejaron su impronta en el Hombre de Acero, un concepto que resultaba tan atractivo (especialmente en un público juvenil, como pueden imaginar... ¡un tipo que podía volar) como difícil de mantener (¿qué amenazas y vínculos personales podía colocar un guionista tratando con un personaje que, al igual que le ocurría a Homero con Aquiles, casi no presentaba ningún punto flaco?).
 
De cualquier modo, a veces se cruzan en el camino personas excepcionales que dan soluciones originales a problemas que se suponían imposibles; pero ellos muestran que la cuestión era buena, que el problema es nuestro por la forma de plantearlo. Alan Moore, un joven guionista británico, aterrizaba en la colección, con muchas ganas, como dijo Jorge Valdano sobre el fútbol de Cruyff, de parar el esférico mientras todo el mundo corría como pollo sin cabeza... para que empezasen de nuevo.
 
 
 
 
 
Corrían vientos de cambio en la compañía de DC, donde la tradición parecía imponerse a la lógica de los acontecimientos. La censura de los 60 y 70 había cortado mucho de la oscuridad inicial de sus personajes, como acontecía con los cuentos de los hermanos Grimm, mientras en sus rivales, especialmente Marvel, había una modernidad que había humanizado a aquellos ridículos uniformes y los había hecho tan atractivos para el público infantil como otro más crecidito y que había dejado los pantalones cortos. 
 
 
 
 
Moore, pese a ello, ha entrado en el mejor momento posible, de la mano especialmente de dos geniales creadores, Marv Wolfman y George Pérez, entre otros, han dado un salto de madurez a los iconos de la compañía. "Crisis en Tierras Infinitas" (comentada en una entrada previa de este blog), había marcado una pauta, un guante que Moore, que ya había dado algunas muestras de lo que posteriormente se traduciría en uno de los mejores guionistas de cómics-books de su época, aceptó ese reto y decidió embarcarse en una aventura que no sería olvidada por ninguna persona que alguna vez hubiera pensado en el tipo que podía volar y derretir aluminio con sus ojos.
 
 
Curt Swan, un excelente y sobrio dibujante, con la suficiente experiencia para afrontar los kilométricos y temibles argumentos del inglés, cuyo nivel de detallismo se haría legendario, se puso al frente, mientras en la editorial quedaba claro que antes de dar el paso a la Modernidad, el Superman más clásico de gafas como antídoto de curiosos, debía despedirse por todo lo alto. Julie Schwartz, cabeza rectora de la franquicia de Clark Kent y Lois Lane, tuvo varios conversaciones con Moore, quedando impresionado por el descaro del joven... lo suficientemente loco para ser un iconoclasta que no perdiera la esencia.
 
 
 
 
 
Con unos flashbacks elegantísimos, dignos de Mankiewicz, Moore situará al público en una extraña tesitura, el décimo aniversario de la muerte de Superman, quien, como los héroes griegos clásicos, había muerto en la flor de su juventud y dejando una estela de leyenda. Como acontecía en la maravillosa película de John Ford, "El hombre que mató a Liberty Valance", un joven reportero, en este caso del Daily Planet, hace una última entrevista a una retirada Lois Lane... quizás la única persona que sepa exactamente lo que pasó.
 
 
 
 
A partir de hay, solamente queda elogiar nuevamente la estupenda narración de Swan, un dibujante de altura para el ambicioso proyecto. Todos los seguidores del mítico héroe deberían conocer este relato... e incluso sus detractores podrían reconciliarse si le diera una oportunidad a esta pequeña joya...
 
 
ENLACES DE INTERÉS:
 

http://archivo-de-comics.blogspot.com.es/2008/11/superman-alan-moore.html

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