Ahora que hemos descubierto que Thor (¡afortunado asgardiano, pues!) está casado con Elsa Pataky y aparece en Facebook, no estaría de más, volver la vista atrás a las raíces, en concreto a una mini-colección muy especial llamada "Tales of Asgard". En verdad, la andadura del hijo de Odín en las viñetas es una de las más singulares.
Corría la década de los 60 del siglo pasado cuando dos nombres propios, Stan Lee y Jack Kirby, revolucionaban el medio, creando lo que los estudiosos de la época, llamaron la Edad de Plata. Los 4 Fantásticos, Spiderman (éste con el genial Steve Ditko), La Patrulla X... Stan, un tipo singular y con una fértil imaginación, empezó a pensar que la creación de personajes se le daba bien y quiso ir un paso más lejos.
En concreto, hacer un cómic de dios... pero un dios como era concebido en la mitología. Si los anteriores tenían habilidades especiales provenientes de medios tan románticos como la energía del átomo, la Guerra Fría o arañas traviesas, éste vendría de tiempos más brumosos y ocultos, alterando todo a su paso, como diría Robert E. Howard, dispuesto a pisotear con sus sandalias los reinos dorados que se cruzaban a su paso. El elegido fue la deidad nórdica del trueno, Thor, aunque el concepto perdió mucha fuerza. Salvo el elemento del mazo de Uru, Thor no dejaba de ser un tipo preocupado por su identidad secreta y con excelsos poderes que lo alejaban del resto de los mortales, pero no más que cualquiera de los otros héroes de Marvel.
No obstante, tras unos complicados inicios en ventas, Lee se dio cuenta de que con un dibujante de la capacidad narrativa de Kirby y el fecundo abanico que daban las propias leyendas, era una pena no jugar más con aquel elemento de fantasía arcana. Conforme avanzarán los años, Thor se mediría tanto con villanos típicos de la época como con criaturas sacadas de la mismísima Asgard.
Del mismo modo, se percataron de que los lectores/as sabían muy poco más allá de una lectura superficial, de lo que había detrás del origen del protagonista de caballos dorados. Lee decidió colocar como suplemento de la revista relatos de cinco carillas donde darían su particular visión de cómo surgió todo... desde los helados dominios de Ymir hasta el fuego omnipresente de Surtur.
El resultado fue una pequeña joya, varias veces recopilada al castellano, en formato Biblioteca Marvel en blanco y negro y más recientemente a color. Figuras como Odín, cobraron una verdadera dimensión y así muchos otros elementos que crearon un universo interno muy rico. Kirby merece buena parte del crédito de aquella concepción homérica a la hora de crear a los personajes. El Reino Dorado, permanentemente amenazado por hechiceras, gigantes, conspiradores, trolls... Siempre victoriosa, hasta que el temido día del Ragnarok, la serpiente se enrrosque definitivamente sobre el Puente del Arco Iris guardado por Heimdall.
Ayudó en aquella labor Vince Colletta, entintador veterano de la compañía. Todo el mundo sabía que los mejores días de Colletta en la industria habían pasado, pero una muy buena relación le unía a Stan Lee, quien además era consciente de que su antiguo camarada vivía apuros económicos, por lo que presionó mucho para que siguiera teniendo trabajo. Como Raimon Fonseca afirmó, parece que en aquellas cinco carillas mensuales, mucho más digeribles que los mastodónticos encargos de las otras colecciones de la editorial, el malogrado Colletta volcó de nuevo energías y resucitó su talento.
Hablando de resurrección, es imposible no tomar en consideración la fascinante recreación de Hela por parte de Kirby. La dueña del Valhalla es presentada sin tapujos como una fría y verdadera señora de la muerte, inexorable incluso con los más bravos a la hora de reclutar nuevas almas a su feudo. Invencible en su territorio como el propio Odín lo puede ser en Asgard, pero con una extraña ética y un sentido del humor muy particular, pero existente.
A nivel de diálogos, Stan Lee, que es indudablemente uno de los mejores creadores que ha conocido el medio y que además es probablemente una de esas personas que parecen haber sido forjadas en la más dura fragua de los enanos para endurecer su talento para la autopromoción, pareció darse cuenta de que su verbórrea (en ocasiones cursi, pero una verdadera revolución para una época donde los héroes míticos de DC parecían acartonados) debía tener un giro de 180 grados al hablar del sueño de Odín.
Así se ha dicho que en ocasiones, Thor emplea un lenguaje formal, atávico, un extraño híbrido entre la fluidez elegantísima de las obras de Shakespeare y la simpe cursilería. El efecto es muy curioso y muy similar al que el propio Bardo provocó para la antigua Roma. A buen seguro, los bardos nunca cantaron al señor de las tormentas hablando de dicha manera, pero encaja muy bien y ameniza la epicidad de muchos de sus pasajes.
Con corte muy digno de Alejandro Dumas, Thor recibió mosqueteros particulares para auxiliarle en sus adanzas. El espadachín Fandral, el voluminoso Volstagg (de asombroso parecido con Falstagg y El Miles Gloriousus), el torvo Hogún o Balder El Bravo se suceden por las páginas. Desgraciadamente, no sería con el tiempo hasta que los cómics se dieran cuenta del potencial de las deidades femeninas, no como mero elemento de rescate y seducción. Con la notable excepción de Hela, en Tales of Asgard se echan en falta más contrapartidas femeninas.
Sorprendidos de la buena acogida que en las cartas de los aficionados encontraban aquellos relatos, Lee y Kirby decidieron hacer cada vez más feluidos continuarás, creando varias sagas. Las fuentes no siempre eran especialmente vikingas, hay mucho de las Mil y una noches en los relatos, así como de La Odisea, pero en verdad, son muy entretenidas y especialmente para un público juvenil, son una verdadera delicia. Elemento que si está muy bien presentado es la figura de Loki, hermanastro de Thor y dios de la mentira y el engaño. En Tales of Asgard se mostró su nacimiento y, tiempo después, Roy Thomas, discípulo aventajado de Stan Lee, los manejó a ambos de una manera extraordinaria en su particular versión de la mítica guerra de Troya, incluyendo el más inesperado de los finales, poniendo de relieve las semejanzas del Loki de Stan Lee con el Ulises de Homero.
En definitiva, un personaje digno de ser empuñado por los autores... siempre que sean dignos y puros de corazón e ideas a la hora de narra las desventuras de dioses y hombres.
En definitiva, un personaje digno de ser empuñado por los autores... siempre que sean dignos y puros de corazón e ideas a la hora de narra las desventuras de dioses y hombres.
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ResponderEliminarOportuna reseña. Esto sí es Thor, y no la amalgamia de tíos engrasados que aparenta la nueva peli XDD
ResponderEliminarPD: Dios, perdona tanto comentario borrado, pero no doy una con la ortografía. Es lo que tiene postear medio dormido a las 4 de la madrugada.
Es lo que tiene, a mí me pasaría igual. A ser posible, Thor en contextos mitológicos, o bien dirigido por guionistas experimentados en Los Vengadores.
ResponderEliminarEs un dios de Asgard, hombre, no un producto de Facebook, por favor.