Maurice de Bévère no es un nombre que haya pasado a la Historia. Sin embargo, su apodo, Morris, es universalmente reconocido entre aquellos que aman el noveno arte de las viñetas. Uno de los mejores dibujantes belgas de siempre, y, entre otras paternidades a tener en cuenta, el creador de Lucky Luke, el vaquero que disparaba más rápido que su propia sombra.
Gracias a sus viajes por Estados Unidos, con su peculiar pero excelente estilo, Morris supo captar la esencia del género del western. Conforme pasaron los años, su estilo fue refinándose, redundado en una calidad muy pocas veces alcanzada en el género. Pronto, figuras como Jolly Jumper o su eterno cigarrillo (que la absurda censura ha terminado quitando) se hicieron reconocibles entre los lectores del Almanaque de Spirou.
No obstante, la serie no explota su verdadero potencial y popularidad hasta que Morris comete una de las mejores decisiones de su vida en el sentido profesional, asociándose con René Goscinny, sin lugar a dudas uno de los diez mejores guionistas en la historia del medio (qué posición ocupa sería discutible dentro de ese podio, pero sirva de exponente que para un servidor estaría como mínimo, en medalla).
De cualquier manera, incluso tras el fallecimiento del gran Goscinny, Lucky Luke siguió su andadura, con el propio Morris atento a las muchas y populares adaptaciones que su personaje lograba en cine, animación y video-juegos. Desgraciadamente, el genial creador falleca también en 2001.
Y siguiendo este legado encontramos a Tonino Benacquista y Daniel Pennac como guionistas del héroe del lejano Oeste, teniendo en los lápices de Achdé. Por cierto que hay que decir chapeau ante este artista, se ha metido en la piel del Morris más clásico con gran calidad. Eso sí, en la bonita dedicatoria que le hacen al inicio, creo que pecan de subestimar la valiosa aportación de otros colaboradores del genial belga, en especial Gosinny, pero también otros guionistas menos afamados pero que se tomaron muy profesionalmente su función y mantuvieron a flote a la saga. Si bien todo elogio a Morris me parece merecido, no es incompatible mencionar al resto.
La ambientación sucede en unos Estados Unidos emergentes, la terrible Guerra de la Secesión ha terminado, Abraham Lincoln es presidente y uno de sus mejores colaboradores en sistemas de inteligencia durante la guerra norte-sur, Allan Pinkerton, oganiza una agencia de detectives destinada a hacer mucho ruido.
Esta efictividad y sistemas de datos tan organizados, parecen marcar el final de aventureros como el propio Luke. ¿Qué mérito tiene ya seguir a los Dalton comparado con unos ojos que todo lo vigilan? En uno de los grandes aciertos del guión de este cómic premiado en el último concurso parisino del noveno arte, el propio protagonista siente la punzada de los celos, desarrollando una emoción tan humana a la que el beatífico aventurero no nos tenía acostumbrados.
Con buen ritmo aunque quizás de más a menos, la trama sigue adelante, cuando Pinkerton y Luke llevan una rivalidad metodológica a la hora de capturar forajidos hasta la frontera personal, mientras en Baltimore empiezan a sucederse rumores acerca de un futuro atentado contra el presidente. Discípulo aventajado del legendario Albert Uderzo, Achdé da una imagen remasterizada pero fideligna de clásicos villanos de la saga, como Billy El Niño o los ya citados Dalton. No cabe duda que la señora Morris ha depositado el legado familiar en buenas manos.
SPOILER: No obstante, a pesar de las virtudes citadas, la obra no deja de pecar de falta de ambición. El curioso enfrentamiento moral entre Luke y Pinkerton se traduce en un final simple donde el bueno derrota al mano. Apenas queda ese brillante diálogo entre Jolly y su jinete, declarando que costaba pensar que antaño ese hombre de origen escocés luchó por causas como la abolición de la esclavitud corromperse por el poder.
Ha faltado ese último y osado paso que hace que una buena recreación pase a ser algo más. Pero la letra de momento es buena y, aunque este pobre individuo lejos de su hogar sigue alejándose bajo el Sol poniente, los seguidores de este medio nos congratulamos de que su última aventura aún esté por llegar y que, mucho tiempo después, cuando llegue, le pillará como a los viejos rockeros con las botas puestas.
Un buen álbum, sí señor. Me llamó la atención una expresión soez que se cuela por ahí: "me la suda", dice un personaje.
ResponderEliminarTengo curiosidad por ver el original francés.
Saludos.
Sí, esa expresión que sería normal en muchos western, nunca ha pegado en Luke, a fin de cuentas siempre muy políticamente correcto (tabaco mediante y primera etapa de Morris, donde varias veces disparaba primero).
ResponderEliminarGracias por comentar, Chespiro.