En su absolutamente recomendable obra "Batman: el resto es silencio", David Hernando consideraba que era la historia a la que no hacía falta ni una nota a pie de página. Repetida hasta la sociedad, la fórmula del year one, que incluso la propia industria del cine está intentando copiar, nunca han conseguido los aspirantes desbancar el campeón. La mítica propuesta concebida por Frank Miller sigue erigiéndose poderosa. Puede presumir de ser la fuente que más ha consumido Nolan para a revalorizada saga de El Murciélago.
Apareció publicada entre 1.986 1.987, en la colección regular del emblemático personaje de DC. Como fuere, incluso los lectores menos habituales debieron sospechar que algo raro había, a pocos pudo sorprenderles el hecho de que se recopilase casi de inmediato en tomos de prestigio. ¿Qué tenía aquella gallina de los huevos de oro? En primer lugar, afirmar que gozó del excelente dibujo de David Mazzuchelli. De fino trazo preciosista, como demostró en Daredevil, además, trasmite una sensación de decadencia que se acopla como anillo al dedo a un Miller en estado de gracia, demostando y creando mitos a su antojo.
Cansado de un icono que iba dando tumbos y palos de ciego, Miller recordaba a un héroe muy distinto, mucho más siniestro. El sensacional guionista no dejaba de atender a una gran paradoja: siendo crío había visto una historia de Batman en los grandes almacenes y sintió miedo de sus sombras. Ahora, el guionista empezaba a ser más viejo que Bruce Wayne... que además ya no daba miedo. Y la gente inteligente, cuando ve algo que no le gusta, lo remedia.
Sorprende la redimensión de Batman desde la base. Lejos del súper-héroe, Miller humaniza las mallas y muestra a un muchacho joven, inteligente y al que le queda mucho por aprender para canalizar toda la energía que lleva acumulada desde el frustrante asesinato de sus progenitores. Sin rumbo, Wayne se meterá en barrios propios de Taxi Driver, donde recibirá más de una sorpresa desagradable.
Quedaba claro que ibamos a asistir a una necesaria reorientación de la criatura de Bob Kane, algo que le hiciera atractivo a los ojos de sus contemporáneos lectores y que no desanimase a los viejos. Desde el primer momento, la narración presenta la ventaja de una estructura en paralelo, narrando también la llegada de Jim Gordon, un joven policía de Chicago que no sabe a la corrupción que tendrá delante, destacando su compañero Flash y acabando por el comisario Loeb, dos tipos encantados de conocerse a sí mismos y poner la mano. Éste no es el Gordon mayorcete que conocíamos, es un tipo activo, con buena pericia detectivesca y que además es un tipo resolutivo, no el que ladra las órdenes desde despacho.
Al estilo de lo que Ridley Scott hizo en "American Gangsters", los dos actores caminan en paralelo hasta que el escenario les reúne. Gordon no puede limpiar -y mucho menos sobrevivir- en su Departamento sin un apoyo externo. Por su lado, Wayne -que logra encontrar en la simbología del murciélago la causa de su guerra- solamente conseguirá acabar asesinado en un tugurio con un balazo en la espalda si se sigue postulando como un joven rebelde sin causa al que únicamente aguanta su mayordomo.
Este plot bastaría para considerar la saga como una buena aventura, pero Miller, valiéndose de un artista plástico en estado de gracia, introduce elementos que parecen más propios del cine de Scorsese o Coppola. Gordon vive situaciones muy reales, destacando problemas matrimoniales que son perfectamente simbolizados por Mazzuchelli en las escenas domésticas. Otros secundarios, como Selina, muestran una ciudad verdaderamente real, se acabó la Gotham grotesca, ahora estamos en una gran urbe donde nadie se preocupa por el prójimo.
Aunque no hay propiamente un villano (la frontera entre policía y mafia es muy difusa), destacar entre los antagonistas la trama criminal de Carmine "El Romano" Falcone, especie de "El Padrino" que se ha acostumbrado a gobernar a la manera imperial a sus tutorados. Pero ahora, se han topado con alguien que no les tiene miedo y lo que es peor... que provoca el pánico de sus lacayos.
La montaña rusa de "Batman: Year One" fue una inyección de sensaciones adultas a un cómic que llevaba aún demasiado tiempo arrastando los efectos camp de la serie de televisión de los años 70. Además, ha sido una influencia muy destacada, aunque entre sus herederos, pocos han tenido la sutileza de Jeph Loeb y Tim Sale, ya que El largo Halloween y Dark Victory son primos-hermanos de este presente trabajo. Miller vio catapultada su fama, aunque creo que la labor del dibujante ha sido tradicionalmente subestimada.
En definitiva un trabajo extraordinario, con buenos diálogos y, para los amantes de la acción, con escenas tan míticas como la persecución del héroe a manos de los SWAT, donde Mazzuchelli saca lo mejor de sí. Una obra maestra que jamás peca de pretenciosa y que marcó un antes y un después en el medio.
Por si fuera poco aliciente, al final de la trama principal (que no diremos como se resuelve), un misterioso Joker es enviado como reto a las autoridades... ustedes saben como sigue la leyenda, entonces.
Absolutamente recomendable.
Ha dado en todas las claves. Un maravillón de tebeo, difícil de superar, muy difícil, con unos personajes y una narrativa por parte de Miller de 10. Y encima, apoyado por el dibujo de Mazzuchelli, que (a mi juicio) sigue la estela de Alex Toth o Bernet, artistas de mucho oficio que apoyan maravillosamente el guión, y que tienen un gusto especial por la serie negra. Eso sí, servidor reivindica los tebeos de Neal Adams de "Batman", pero está de acuerdo que "Año Uno" es más importante.
ResponderEliminarLo cual me hace apuntarme que, tras Watchmen y Kick-Ass (quede aquí constancia) he de leerme los Batmans de Miller, y comprobar qué del All Star es provocación gilipollesca o provocación inteligente.
El articulista tiene un buen gusto para los cómics...
ResponderEliminarSobre el All Star podríamos hablar largo y tendido, casi para una nueva entrada, estimado Franchesk.
ResponderEliminarMuchas gracias por recordar a Neal Adams, especialmente si estaba guionizado por O´Neil, devolvieron el aire gótico a la serie. Evidentemente hubo autores que trabajaron muy bien al Murciélago antes que Miller, aunque es un punto de inflexión evidente.
Al señor Francisco darle las gracias por el piropo, precisamente su reseña sobre Kick-Ass (que nuestro amigo Franchesk también menciona) me hizo rescatar este clásico de las viñetas.
Gracias por estar ahí, 1 abrazo
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