miércoles, 5 de mayo de 2010

TO BE OR NOT TO BE



Título: To be or not to be (Ser o no ser).





Dirección: Álvaro Lavín. Ayudante de dirección: María García de Oteyza.





Basado en: La película original de Ernst Lubitsch.





Versión de: Julio Salvatierra y Nick Whitby.





Reparto: José Luis Gil, Amparo Larrañaga, Diego Martín, Mauro Muñiz de Urquiza, Santiago Nogués, Alfonso Montón, Alfonso Torregrosa, Carlos Chamarro, etc.




Jefe sonidos y audovisual: Alberto Santos.




Iluminación: José Manuel Guerra. Diseño Audiovisuales: Isaías Muñoz.




Música: Mariano Marín.




Fotografía: Paolo Taglioni.




Diseño escenografía y vestuario: Elisa Sanz.




Peluquería y maquillaje: Mauro Gastón.




Regidor: José Ángel Navarro.




Realización de escenografía: Mambo decorados.




Jefe Maquinaria: David González.




Sastrería: Alma Azagra.




Distribución: Salbi Senante.




Gerencia: Jesús Morgado.




Producción: Carlos J. Larrañaga, Marisa Pino y Mario Vega.




Director técnico: David González.




Transporte: Transdecor.




Seguros: F. y A. de Lope.




Asesoría fiscal: Impetax.

Caviar del bueno el pasado viernes en el Gran Teatro de Córdoba. La mítica película "To be or not to be" se trasladaba al escenario, de la mano de una excelente dirección y un reparto de auténtico lujo dentro del panorama nacional. Las desventuras de una compañía teatral polaca ante la inminente llegada de los alemanes a su frontera, en pleno clima de tensión internacional, 1.936. Como bien me comentó un amigo que también asistió a la representación, la entrada en el recinto recordaba a Malditos Bastardos, al ver tanto uniforme nazi entre bambalinas, un diez a vestuario, por cierto.

Las sospechas del primer actor, Joseph Tura (un José Luis Gil que no necesitará presentación), acerca de la fidelidad de su esposa (Amparo Larrañaga), se acrecientan con la visita a su representación de Hamlet de un apuesto capitán de aviación (Diego Martín, que caracteriza a André Sobinsky). Lo que podría ser un simpático enredo amoroso, queda borrado del mapa por la clausura del teatro con motivo de la aparición del simpático Adolf y sus peculiares mapas europeos. Estos primeros compases nos sirven para conocer a los miembros de la compañía (sobresaliendo unos simpáticos Santiago Nogués y Alfonso Torregrosa), siendo sin duda, el momento de colocar las piezas en el tablero.

No mentiríamos al afirmar que es la parte más tibia de la pieza teatral. Esto pasaba también la película (por otra parte magnífica) y a medida que avancen los actos, irá cautvando más. En especial, comentar una arriesgada puesta en escena (hay muchos inconvenientes en traspasar una obra como ésta, con tantos espacios, al escenario, así que una merecida ovatio a los trabajadores que lo hicieron posible) y algunas intervenciones especiales por sorpresa, como la que ya comentamos en El Pisito con Juan Luis Galiardo (por ejemplo: en ésa, Enrique San Francisco es uno de los regalos, con una intervención inesperada).

Conforme todo se complique, con la llegada de colaboracionistas la obra gana en intesidad, fina ironía y humor de guante blanco. A los amantes de los monólogos, les divertirá ver a su "Don Mauro" pasando con nota la representación dramática, con varios gags de altura. Los seguidores de "Camera Café", verán un rostro que les debe ser muy conocido, Carlos Chamarro. A nivel de diálogos, todo ganas mucho con los oficiales de la Gestapo, el Coronel Ehrnhrdt y Schultz, divertidísimos, igual que sucedía con la cinta original. El juego de dobles papeles se multiplica y alcanza la nota más alta de la comedia.

Mención aparte merece el soberbio clinic que dejó José Luis Gil, de menos a más toda la obra (eso también pasa con Amparo Larrañaga y Diego Martín, por cierto), hasta terminar a un nivel excelso, con los dos divertidísimos interrogatorios, donde especialmente, sobresale la pareja de "hoy te confundo más que ayer pero menos que mañana" de Tura y Ehrhardt, con el subordinado de éste como Skinner, perdón, quería decir, el payaso serio. Sin desmerecer a unos actores y actrices en estadode gracia, Gil le da un plus al clímax, como bien dijo Chespiro: "Se echa la obra a la espalda y resuelve". Y eso, para los devotos de los artista, profesionales o deportistas a los que le gusta presión, son palabras mayores.

Por buscarle los tres pies al gato, afirmar que esta versión, muy correcta y que solamente modifica lo necesario (es obvio que sí estás ante un público castellano-parlante debes adaptar algunos juegos de palabras y modificar algunos chistes por otros), quizás pequé por exceso en esta tragicomedia. Se apuesta mucho por lo cómico, pero muy poco por lo trágico, trivializándolo todo, lo cual no es malo, pero en los últimos monólogos en el teatro, me quedó más con los de la película, que se puso por un momento seria. En cada uno dependerá objetar o aceptar esta sugerencia.



El sabor de boca de la pieza teatral es soberbio, con una gran satisfaccón en cuanto a haber pasado un muy buen rato gozando de unos excelentes artistas.Decir que el Gran Teatro estuvo a la altura, tanto sus responsables (la película obligó a que las instalaciones y palcos tuvieran que estar atentos a cameos y permitir alguna carrerita o persecución) y el público también, brindando una cariñosa y rendida rista de aplausos, mientras prácticamente todo/as nos levantábamos de nuestras butacas. No era para menos, vistas las energías desplegadas.
Como suele ser ya ritual, bastantes esperamos en busca de felicitaciones, fotos y autógrafos. Espero que fuésemos educados/as y a nadie volviéramos loco. He de decir que de los artistas que mejor impresión me han dado en este "tête a tête" ha sido Pepe Viyuela y varios otros integrantes de El Pisito, muy cordial y caballeroso,a la par que notablemente paciente. Ahora habré de incorporar a una Amparo Larrañaga que demostró una simpatía natural que la gente agradeció mucho, mientras don Mauro daba una gran alegría a un amigo mío humorista, al recordarle de una de sus anteriores visitas para verle actuar a las órdenes de Paramount Comedy.
Destacar que tras un aspecto un poco sobrio, D.Martín fue muy gentil y paciente con nuestras cuestiones. Pude preguntarle qué opinión le merecía la película original, a lo que él contestó que tenían un listón alto, realmente alto... muy difícil. Chespiro, por su lado, se las apañó para hacer una referencia a la época de doblador de José Luis Gil, quien tenía el aspecto exhausto del sobre-esfuerzo que hemos mencionado, algo que probablemente, acostumbrado a que le pregunten cosas de Juan Cuesta, debió agradecer.
En definitiva, los hermanos Marx una noche en el teatro. Como siempre, una experiencia muy grata.

3 comentarios:

  1. Muy buena reseña, Viejo. Y la obra, altamente recomendable con ese inmenso José Luis Gil que supo decir: ´"Váyase, señor Cuesta", para bordar otro papel memorable.

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  2. Y yo me he perdido esto? Demontre. Bueno, al menos tengo la peli por ahí, a ver cuando me la veo.

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  3. Hombre señor Franchesk, una persona de su buen gusto debe ver esa joya cuanto antes.

    Ah, y gracias como siempre a Chespiro. Sí, el váyase señor Cuesta le permite seguir regalando actuaciones como la de la pasada semana.

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