Duración: 90 minutos.
Dirección: Mariano Ozores.
Guión: Mariano Ozores.
Fotografía: Hans Burmann.
Reparto: Andrés Pajares, Fernando Esteso, Mariano Ozores, África Prat, Norma Duval, Florinda Chico, Rafael Alonso, Isabel Luque, Pilar Muñoz…
Casposa. Este adjetivo tan temido por espectadores y espectadoras se cumple a la perfección en un momento concreto del cine español: años 70, transición y destape en las grandes pantallas. Fenomenales actores y buenos guionistas que se ven supeditados a abrirse a los nuevos tiempos, a exigencias de productoras y momentos realmente escandalosos, de calidad dudosa.
La que hoy nos ocupa es una perfecta prueba de ello, una película que es fundamental en el cine español, mal que les pese incluso a algunos. Quieran o no, los números están allí, por ejemplo, en los cines de verano de Cartagena, esta película se fundió (literalmente) en taquilla a una producción hoy considerada tan mítica como la primera entrega de Star Wars. También, alcanzó mayor recaudación que la extraordinaria “La Colmena” de Mario Camus, algo que por cierto puso en un apuro a Andrés Pajares cuando se encontró con Cela. Quitando hierro al asunto, el actor le dijo “Don Camilo, no hay que hacer caso a estos números…”, a lo que Cela respondió con buena educación: “Naturalmente que sí, además, estoy seguro de que esa película tiene que ser mucho más divertida que mi novela”.
Pero la casposidad no debe quitar méritos a la que sin duda es una pieza clave, quizás ya lo sería solamente el hecho de que juntó por primera vez a dos humoristas que darían lugar a una breve (pero fructífera en audiencia y recaudación) etapa del cine nacional. Es curioso que existiera durante mucho tiempo entre los productores el falso bulo de que ambos se llevaban mal, por lo que nunca se les proponía aparecer juntos. En realidad, sus biografías eran curiosamente paralelas, de hecho Esteso había ido a ver de niño con su madre a un joven Pajares actuando en el teatro.
Ponerlos a bordo de un proyecto, que simplemente tenía que ser una comedia ligera sobre algo que se estaba dando en la península, la aparición del juego, por ejemplo, bingos y casinos que se estaban abriendo en el país. Tanto Pajares como Esteso daban perfectamente el tipo de españolitos que se abrían al fin al mundo, desinhibidos y creyéndose que podían arrasar con suecas, noruegas y demás…
En definitiva, una comedia alocada y sin más pretensiones. Sin embargo, esto nunca ha sido un problema precisamente en este género (Cantinflas por ejemplo ha hecho milagros de carcajadas con premisas muy simples), de hecho, entre los alicientes de la cinta, hay que destacar un potentísimo reparto, incluso en los papeles más menores (Luis Barbero, Rafael Alonso, Florinda Chico…). A base de diálogos disparatados y el sencillo vicio del bingo (que como el genial dibujante Vázquez demostró puede ser un auténtico campo de cultivo de historias), los dos personajillos van a ir complicándose su existencia en la búsqueda del dinero fácil.
Es difícil explicar el éxito de este tándem, aunque quizás el director Alex de la Iglesia, uno de los grandes, dé en la tecla cuando afirma que: “La gente no quiere generalmente a un humorista solo. Quieren a Pajares y Esteso, a Martes y Trece, a Faemino y Cansado…”. En aquella época los dos eran jóvenes, prometedores y divertidos, probablemente Pajares fuera el más completo de los dos, con más variedad de registro y como demostró después, capaz de hacer papeles de nota en películas como “¡Ay Carmela!”. Es triste pensar como los dos han terminado siendo más noticia por cosas externas a su arte que por sus trabajos posteriores.
Sobre la dirección y guión se puede escribir mucho, pues bastante hay que decir de Mariano Ozores, un nombre clave del cine español. Con más de un centenar de películas a su espalda, hermano del genial actor cómico, buen guionista para el género cómico, Ozores han sido en muchas ocasiones criticado hasta el extremo. Él se defiende con bastante tino recordando que si bien hay que estudiar para ser buen cineasta o actor, no hay ninguna Academia para ser crítico, sino que generalmente sueles escribir una columna en el periódico sobre ello porque eres amigo o cuñado del director del mismo.
Muy particularmente, pienso que el gran problema de la carrera de Ozores como cineasta es que generalmente los “expertos” en el séptimo arte le han considerado menos inteligente de lo que sin duda es, aunque él por su parte también ha cometido una serie de errores a lo largo de su carrera. Por ejemplo, se defiende de que el nunca usó el destape como reclamo, sino con un barniz cómico, yo lo siento, pero de la misma forma que resulta muy ridículo en las películas censuradas cuando una joven pareja aparece en posturas salidas de un manual de monseñor Roco Varela, no lo es menos que los reclamos para que aparecieran señoras ligeritas de ropa en ocasiones da lugar a escenas dantescas…
Pero esto se le debe perdonar a Ozores, por lo menos en Los Bingueros, por el brillante personaje que nos deja, el cura que va al Bingo, con un gran secreto que nadie imagina. Igual que otros directores, Ozores gusta mucho de aparecer en sus propias películas y hay que reconocer que el triunvirato que formó con sus dos muchachos dejó algún momento muy brillante. Sinceramente, si “Yo hice a Roque III” fuera de los hermanos Marx estaría catalogada como una joyita, porque realmente lo es y no tiene nada que envidiar a los monstruosos muchachos de Groucho en cuanto a humor absurdo.
Como fuere, Los Bingueros fue casi desde el momento de su estreno objeto de ataques de la crítica y por el contrario la niña mimada del público, tanto que los productores, no tardaron en volver a embarcarles en proyectos conjuntos, siempre con Ozores al mando y con señoritas ligeras de ropa, pero siempre sería esto mejor que la película que hicieron para niños que es realmente difícil de digerir aunque se tenga la paciencia de Penélope.
Con todo lo dicho, Los Bingueros es una película clave aunque pueda no parecerlo porque marcó un punto de inflexión clave en dos artistas muy importantes de su época, porque está dirigida por el director español que más películas tiene a sus espaldas y es el fiel reflejo de una época efímera e irrepetible, testimonio en cierto sentido de los miedos y sinsabores que empezaba a ser el despertar de un letargo.
La que hoy nos ocupa es una perfecta prueba de ello, una película que es fundamental en el cine español, mal que les pese incluso a algunos. Quieran o no, los números están allí, por ejemplo, en los cines de verano de Cartagena, esta película se fundió (literalmente) en taquilla a una producción hoy considerada tan mítica como la primera entrega de Star Wars. También, alcanzó mayor recaudación que la extraordinaria “La Colmena” de Mario Camus, algo que por cierto puso en un apuro a Andrés Pajares cuando se encontró con Cela. Quitando hierro al asunto, el actor le dijo “Don Camilo, no hay que hacer caso a estos números…”, a lo que Cela respondió con buena educación: “Naturalmente que sí, además, estoy seguro de que esa película tiene que ser mucho más divertida que mi novela”.
Pero la casposidad no debe quitar méritos a la que sin duda es una pieza clave, quizás ya lo sería solamente el hecho de que juntó por primera vez a dos humoristas que darían lugar a una breve (pero fructífera en audiencia y recaudación) etapa del cine nacional. Es curioso que existiera durante mucho tiempo entre los productores el falso bulo de que ambos se llevaban mal, por lo que nunca se les proponía aparecer juntos. En realidad, sus biografías eran curiosamente paralelas, de hecho Esteso había ido a ver de niño con su madre a un joven Pajares actuando en el teatro.
Ponerlos a bordo de un proyecto, que simplemente tenía que ser una comedia ligera sobre algo que se estaba dando en la península, la aparición del juego, por ejemplo, bingos y casinos que se estaban abriendo en el país. Tanto Pajares como Esteso daban perfectamente el tipo de españolitos que se abrían al fin al mundo, desinhibidos y creyéndose que podían arrasar con suecas, noruegas y demás…
En definitiva, una comedia alocada y sin más pretensiones. Sin embargo, esto nunca ha sido un problema precisamente en este género (Cantinflas por ejemplo ha hecho milagros de carcajadas con premisas muy simples), de hecho, entre los alicientes de la cinta, hay que destacar un potentísimo reparto, incluso en los papeles más menores (Luis Barbero, Rafael Alonso, Florinda Chico…). A base de diálogos disparatados y el sencillo vicio del bingo (que como el genial dibujante Vázquez demostró puede ser un auténtico campo de cultivo de historias), los dos personajillos van a ir complicándose su existencia en la búsqueda del dinero fácil.
Es difícil explicar el éxito de este tándem, aunque quizás el director Alex de la Iglesia, uno de los grandes, dé en la tecla cuando afirma que: “La gente no quiere generalmente a un humorista solo. Quieren a Pajares y Esteso, a Martes y Trece, a Faemino y Cansado…”. En aquella época los dos eran jóvenes, prometedores y divertidos, probablemente Pajares fuera el más completo de los dos, con más variedad de registro y como demostró después, capaz de hacer papeles de nota en películas como “¡Ay Carmela!”. Es triste pensar como los dos han terminado siendo más noticia por cosas externas a su arte que por sus trabajos posteriores.
Sobre la dirección y guión se puede escribir mucho, pues bastante hay que decir de Mariano Ozores, un nombre clave del cine español. Con más de un centenar de películas a su espalda, hermano del genial actor cómico, buen guionista para el género cómico, Ozores han sido en muchas ocasiones criticado hasta el extremo. Él se defiende con bastante tino recordando que si bien hay que estudiar para ser buen cineasta o actor, no hay ninguna Academia para ser crítico, sino que generalmente sueles escribir una columna en el periódico sobre ello porque eres amigo o cuñado del director del mismo.
Muy particularmente, pienso que el gran problema de la carrera de Ozores como cineasta es que generalmente los “expertos” en el séptimo arte le han considerado menos inteligente de lo que sin duda es, aunque él por su parte también ha cometido una serie de errores a lo largo de su carrera. Por ejemplo, se defiende de que el nunca usó el destape como reclamo, sino con un barniz cómico, yo lo siento, pero de la misma forma que resulta muy ridículo en las películas censuradas cuando una joven pareja aparece en posturas salidas de un manual de monseñor Roco Varela, no lo es menos que los reclamos para que aparecieran señoras ligeritas de ropa en ocasiones da lugar a escenas dantescas…
Pero esto se le debe perdonar a Ozores, por lo menos en Los Bingueros, por el brillante personaje que nos deja, el cura que va al Bingo, con un gran secreto que nadie imagina. Igual que otros directores, Ozores gusta mucho de aparecer en sus propias películas y hay que reconocer que el triunvirato que formó con sus dos muchachos dejó algún momento muy brillante. Sinceramente, si “Yo hice a Roque III” fuera de los hermanos Marx estaría catalogada como una joyita, porque realmente lo es y no tiene nada que envidiar a los monstruosos muchachos de Groucho en cuanto a humor absurdo.
Como fuere, Los Bingueros fue casi desde el momento de su estreno objeto de ataques de la crítica y por el contrario la niña mimada del público, tanto que los productores, no tardaron en volver a embarcarles en proyectos conjuntos, siempre con Ozores al mando y con señoritas ligeras de ropa, pero siempre sería esto mejor que la película que hicieron para niños que es realmente difícil de digerir aunque se tenga la paciencia de Penélope.
Con todo lo dicho, Los Bingueros es una película clave aunque pueda no parecerlo porque marcó un punto de inflexión clave en dos artistas muy importantes de su época, porque está dirigida por el director español que más películas tiene a sus espaldas y es el fiel reflejo de una época efímera e irrepetible, testimonio en cierto sentido de los miedos y sinsabores que empezaba a ser el despertar de un letargo.
Película discutible, amigo mío, tanto como lo indiscutible de su éxito.
ResponderEliminarAlgo tendrá-dicen- el agua cuando la bendicen.
Desde luego creo que es la película más "discutible" que he criticado en este blog, pero desde luego, es parte de la historia del cine nacional, guste o no.
ResponderEliminarPersonalmente creo que merece la pena por su potentísimo reparto (siempre me ha fascinado la calidad de los secundarios españoles) y algún momento muy gracioso, aunque desde luego los efectos del paso del tiempo han erosionado muchas de las cintas de esta época.