Al contrario de lo que se piensa, los libros no sirven para darnos soluciones. De hecho, solamente valen para crearnos nuevos problemas. Ella siempre decía que el primer libro era fundamental. Si logra despertar tu curiosidad, un libro te llevará a otro libro. Esta clase de reflexiones dichas con la voz de un actor de la talla de José Sacristán tienen un eco destacado. Cuando Miguel Delibes escribió Señora de rojo sobre fondo gris estaba hablando de dos cosas: de la persona que más había amado y sobre sí mismo.
El protagonista de esta obra es Nicolás, un pintor en horas bajas a quien los ángeles y las musas han dejado desamparado de inspiración. En definitiva, la misma situación por la que estaba pasando Delibes, un escritor de enorme talento que había sufrido la prematura muerte de su esposa, Ángeles de Castro. Él mismo afirmaba que le faltó la referencia, el faro que guiaba sus actividades, dejando incluso la pluma y el papel. Si bien es cierto que nadie es imprescindible, ese viejo dicho olvida que sí hay gente importantísima que, cuando desaparece, deja un hueco profundo e imposible de llenar.
La producción y dirección de José Samano se basan en la sobria sencillez, aprovechando en todo momento que cuentan con un intérprete de los que se cuentan con los dedos de una mano. Pocos secretos esconden las tablas para un José Sacristán que se mueve entre ellas como un gato hábil sobre un tejado, siempre sin miedo a resbalarse. Tarea nada fácil, habida cuenta que es el único actor en escena, si bien el espectro del personaje de su fallecida mujer sobrevuela toda la obra.
La obra es prima-hermana de Cinco horas con Mario, puesto que sendas representaciones exigen a la persona protagonista enfrentarse con el público sin más armas que una habitación plagada de recuerdos, especialmente el de ese lienzo que nunca se atrevió a pintar. Ambos textos son asimismo crepusculares, como el testamento de un final de viaje.
Eso no quita que sea, a la par, un pincel que arroja mucha pasión juvenil. A lo largo de los recuerdos, Nicolás evocará los días más felices con su pareja, los instantes donde todo parecía que era una fiesta que no se iba a terminar nunca. Como si nos hubiésemos asomado por la mirilla, somos testigos de un soliloquio sin censura acerca de lo que es la vida conyugal con sus luces y sombras.
No parece casual que la pregunta que se le haga siempre a Nicolás es si bajaron los ángeles a visitarle con inspiración. Y es que durante años aguardó que Ángeles de Castro volviese de donde quiera que fue para regalarle la mitad más feliz de su memoria. Si rara vez se guardaba algo en el tintero (pensemos en Los santos inocentes), aquí su escrito es de una honestidad brutal.
Un trasfondo novelesco que encuentra su mejor vehículo en la voz y presencia de un Sacristán comodísimo en el papel, siempre sereno y sin alardes para decir mucho con apenas unos pocos gestos. A estas alturas de su carrera, parece el jugador veterano de infinita clase al que nada de lo que ocurra en el campo le perturba. Está más que habituado y sabe que si surge un imprevisto en escena, él lo va a resolver.
¿Es verdad lo que nos cuenta Nicolás? No es una pregunta baladí en ese sentido, la nostalgia es traicionera y tiende a recordar las cosas mejor de lo que fueron. El subjetivismo de este monólogo lleva a varios silencios de época, con cuestiones como el paradero de la hija mayor del protagonista, un claro reflejo de la política española en la década de los 70 del pasado siglo. Todo queda en el aire.
Obra roja sobre fondo gris que no podemos dejar de mirar.
FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES:La obra es prima-hermana de Cinco horas con Mario, puesto que sendas representaciones exigen a la persona protagonista enfrentarse con el público sin más armas que una habitación plagada de recuerdos, especialmente el de ese lienzo que nunca se atrevió a pintar. Ambos textos son asimismo crepusculares, como el testamento de un final de viaje.
Eso no quita que sea, a la par, un pincel que arroja mucha pasión juvenil. A lo largo de los recuerdos, Nicolás evocará los días más felices con su pareja, los instantes donde todo parecía que era una fiesta que no se iba a terminar nunca. Como si nos hubiésemos asomado por la mirilla, somos testigos de un soliloquio sin censura acerca de lo que es la vida conyugal con sus luces y sombras.
No parece casual que la pregunta que se le haga siempre a Nicolás es si bajaron los ángeles a visitarle con inspiración. Y es que durante años aguardó que Ángeles de Castro volviese de donde quiera que fue para regalarle la mitad más feliz de su memoria. Si rara vez se guardaba algo en el tintero (pensemos en Los santos inocentes), aquí su escrito es de una honestidad brutal.
Un trasfondo novelesco que encuentra su mejor vehículo en la voz y presencia de un Sacristán comodísimo en el papel, siempre sereno y sin alardes para decir mucho con apenas unos pocos gestos. A estas alturas de su carrera, parece el jugador veterano de infinita clase al que nada de lo que ocurra en el campo le perturba. Está más que habituado y sabe que si surge un imprevisto en escena, él lo va a resolver.
¿Es verdad lo que nos cuenta Nicolás? No es una pregunta baladí en ese sentido, la nostalgia es traicionera y tiende a recordar las cosas mejor de lo que fueron. El subjetivismo de este monólogo lleva a varios silencios de época, con cuestiones como el paradero de la hija mayor del protagonista, un claro reflejo de la política española en la década de los 70 del pasado siglo. Todo queda en el aire.
Obra roja sobre fondo gris que no podemos dejar de mirar.
- Señora de rojo sobre fondo gris, función del día 15 de diciembre de 2018 en el Gran Teatro de Córdoba [Fotografía realizada por el autor del blog]
- Señora de rojo sobre fondo gris, función del día 15 de diciembre de 2018 en el Gran Teatro de Córdoba [Fotografía realizada por el autor del blog]
- Señora de rojo sobre fondo gris, función del día 15 de diciembre de 2018 en el Gran Teatro de Córdoba [Fotografía realizada por el autor del blog]
- Señora de rojo sobre fondo gris, función del día 15 de diciembre de 2018 en el Gran Teatro de Córdoba [Fotografía realizada por el autor del blog]
- Señora de rojo sobre fondo gris, función del día 15 de diciembre de 2018 en el Gran Teatro de Córdoba [Fotografía realizada por el autor del blog]
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