domingo, 10 de septiembre de 2017

LO BUENO, SI BREVE, DOS VECES MORTADELO



La memoria puede ser traicionera. Cuando evocamos a los inefables agentes de la TIA, de inmediato nos vienen  la mente las páginas de clásicos como El sulfato atómico, Chapeau el "Esmirriau" o Valor y al toro, entre muchos otros. Todas ellas divertidas aventuras largas con épica y que forman parte del santoral de las viñetas de Mortadelo y Filemón. No obstante, una mirada más profunda nos llevaría a recordar que Francisco Ibáñez es un magnífico contador de historias cortas, capaz de sacar jugo de la más mínima oportunidad que le brinde esta peculiar pareja. 



El gran inconveniente es lo extremadamente complicado que resulta catalogar el corpus tan amplio de este género de historietas. Un elevado volumen que se nos dispara si añadimos al catálogo aquellas aventuras apócrifas. A este respecto, en el blog nos vamos a ocupar hoy de uno de los números más apreciados de la colección Olé "Sorpresas a Mansalva" (número 91, Editorial Bruguera, 1975), donde se nos juntan algunas de las mejores peripecias del dueto brugueriano. 



Personalmente, tal vez mi favorita sea "El Súper Lobo" (originalmente apareció en Super Pulgarcito, número 18), cimentada alrededor de un efectivo remedio contra el resfriado del profesor Bacterio, aunque con el indeseado efecto secundario de convertir en licántropo  a aquella persona sanada por el jarabe. En apenas ocho páginas, Ibáñez saca todo el partido posible a los infructuosos intentos de la gente de Vicente cara a deshacer el entuerto. La transformación velluda que se produce mientras está al teléfono será evocada en otras ocasiones por el autor. 


Con muchos años a las espaldas sobre la mesa de dibujo, Ibáñez sabe perfectamente que el opening es clave para que una historia corta enganche. En este ejemplar, sobresale su sapiencia en "Un explosivo en furgoneta" (Super Pulgarcito, número 17) donde juega con una de sus secuencias predilectas: los empleados ansiosos por burlarse impunemente del mandamás a sus espaldas y los jefes, siempre tiránicos y poco amigos de cualquier ironía que acaricie sus muchas inseguridades. Creyendo que tienen al Súper en el fono-visor, Mortadelo y Filemón mostrarán sus verdaderos sentimientos por el jerifalte de la TIA. 



Corra, jefe, corra, uno de los mejores blogs sobre el universo Mortadelo que se han hecho en la red, ha subrayado la agilidad que las viñetas de pequeño tamaño permiten para dar un fuerte ritmo a esta misiones breves donde no hay un instante de respiro. Otro exponente de ese modelo sería "El transformador molecular" (Super Pulgarcito, número 20), donde el incansable Bacterio les da un invento suyo que permite cambiar de tamaño a personas y cosas. Como en tantas otras ocasiones ocurre, el ingenio está bien hecho y es funcional, siendo la ineptitud de la pareja la causa de sus desgracias para apuntarlo de forma ineficaz para dar caza al Desnucabufalos, tierno nombre con el que se conoce a un peligroso delincuente. 



Queda incluso la sensación de que, en ocasiones, es una pena que no se estire un poco más el chicle, puesto que algunos de los recursos que les brinda Bacterio son fascinantes. Especialmente útil es "El Platanillus" (Super Pulgarcito, número 21), ejemplo de la buena etapa por la que pasa el maestro del disfraz en la década de los setenta del pasado siglo; el nombre viene de que otorga al receptor la capacidad de escurrirse como un plátano de Canarias de sus agresores (lo que hubieran hecho el Batman de Adam West con ese artilugio). 


También resulta único en su especie "El marciano" (Super Pulgarcito, número 32), una de las raras ocasiones donde no es Mortadelo quien cambia de forma, siendo ese honor el que le corresponde al bueno del Super, eso sí, con la mala pata de toparse con sus agentes muy sugestionados por las lecturas sobre vida en otros planetas. La imagen de Mortadelo embelesado con un libro y muy sugestionado sería también carne para algunos originales flexos inventados, cómo no, por Bacterio. Asimismo, este malentendido se propicia en un fallo de coherencia por parte de Ibáñez, ¿cómo es posible que el bueno de Vicente llame a su agente si no puede articular sonidos con la indumentaria? 



Naturalmente, la comicidad que brindan algunos de estos ingenios terminarían reciclándose para aventuras largas. Hablamos especialmente de cierta máquina del cambiazo que terminó alargándose por la excelente acogida que tuvo entre el público, abriendo el abanico de gags para Ibáñez con una proyección exponencial. Si Vázquez era la picaresca y Escobar la crítica social en las viñetas, Francisco Ibáñez sería la búsqueda de la carcajada inmediata a toda costa, sin dar una pausa mientras se pasan las páginas. 



Apenas un vuelo de pájaro sobre esta magnífica etapa (ni siquiera nos ha dado tiempo de hablar sobre Joe "Matapeñascos", "Fumador empedernido", etc.) siendo una gozada rastrear en estos deliciosos entremeses. Si son las aventuras largas las que auparon a Mortadelo y Filemón, no es menos cierto que su esencia halla su mejor hábitat en estos brillantes aquí te pillo aquí te mato que nos regala Ibáñez. 



FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES: 










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