domingo, 14 de mayo de 2017

LA ESPADA QUE GUARDA EL CAUDAL (NARCOS, PRIMERA TEMPORADA)


"There is a reason magical realism was born in Colombia"-Narcos (2015), opening episodio piloto. 



Esta es una historia que comienza por debajo del suelo, justo donde las cucarachas y las ratas, eternas supervivientes, establecen sus dominios. Pero llega hasta exuberantes selvas con laboratorios bien equipados y guerrillas clandestinas, donde se fraguan alianzas y grandes negocios. Desde la dictadura de Pinochet en Chile hasta los Estados Unidos de Ronald Reagan, un amplio mapa geográfico y político donde Pablo Escobar Gaviria grabó su nombre en letras de sangre. Hay una razón para que el realismo mágico literario tuviera su cuna en la fabulosa mente del colombiano Gabriel García Márquez; también la hubo para que el Cartel de Medellín impusiera durante mucho tiempo un imperio de terror y grandes ganancias. Narcos nos sitúa bajo la óptica del DEA y las autoridades colombianas para sumergirnos en una biografía fascinante y terrible. 



Por supuesto, estamos ante una obra de ficción con una gran cantidad de licencias. También hemos de considerar que la serie da un punto de vista estadounidense del asunto. Un ejercicio muy recomendable es alternar el visionado de Narcos con Pablo Escobar, el patrón del mal (2012), versión libre de La parábola de Pablo, en la que se profundiza mucho en la biografía y contexto socioeconómico de la Colombia de Pablo Escobar. Ambos shows televisivos se complementan y enriquecen mutuamente. 



En la que hoy nos ocupa, Wagner Moura tarda poco en cogerle el pulso a su personaje, quedando claro desde la célebre escena de los camiones de contrabando y la manera de reaccionar del protagonista ante las autoridades que controlan el paso hasta dónde pretende llegar. Una ambición en la que le acompaña su pariente Gustavo (Juan Pablo Raba), si bien todo el núcleo familiar de este supuesto propietario de una compañía de taxis respalda unos propósitos que le permitirían usar el monopolio de las drogas que entran a Miami para financiarse su propia carrera política en su país natal. 


"Inteligentemente se centra en contar la historia desde distintas perspectivas, pero con una atención primordial a no representar a los estadounidenses como los héroes"-Tim Goodman, The Hollywood Reporter



La sombra del patrón más poderosos que hasta ese momento se había conocido en el mundo del narcotráfico es alargada, pero el equipo de guionistas tiene un gran acierto a este respecto: los personajes que llevan el hilo narrativo de la trama se reparten, especialmente gracias a la pareja que formarán el agente norteamericano Murphy (Boyd Holbrook) y Javier Peña (Pedro Pascal). Ambos actores se encuentran en estado de gracia con dos policías complejos, con fortalezas y debilidades que permiten conectar fácilmente con ellos. 



Cada episodio va añadiendo más piezas al rompecabezas de la meteórica carrera de quien, pese a la lista de crímenes sin resolver que se iban acumulando, fue reconocido en las zonas más desfavorecidas de su tierra como el Robin Hood paisa. No en vano, Escobar supo encontrar un aparato de propaganda importante, donde la violencia se alternaba con un cuidado de los más marginados por un sistema implacable. Una barriada de Medellín obligada a vivir en un basurero se vio reformada por el supuesto benefactor. Narcos advierte, sin moralinas, de las fallas e hipocresías de un sistema que desatiende a los más necesitados y los pone a merced de hábiles oportunistas. 



Stephanie Sigma encarnará en estos compases iniciales a Valeria Velez, una periodista hermosa y sin escrúpulos que ayudará a Escobar a orquestar todo su aparato de propaganda. Al más puro estilo cine noir, vamos adentrándonos en una personalidad tortuosa, a veces, un padre de familia con problemas comunes a cualquier persona corriente. Sin embargo, Moura sabe transmitir, igual que el gran James Gandolfini, que ese entrañable paterfamilias enamorado de su esposa (Paulina Gaitan, actriz más que interesante, la cual va creciendo a la par que su personaje cada capítulo) puede pasar de la afabilidad a la crueldad más extrema en una décima de segundo. 


"Soy la espada que guarda el caudal"-Rodrigo Amarante, Tuyo



La espada de Simón Bolívar es uno de los símbolos más reconocibles en América Latina, una evocadora imagen en el recuerdo popular del inicio de los movimientos de independencia con respecto a la metrópoli que se dieron en el continente durante el siglo XIX. Con habilidad, el arma libertadora es empleada en Narcos para firmar una metáfora elocuente.



Otro elemento que va gestándose, aunque es más bien el plato fuerte de la segunda temporada, es un fenómeno paralelo a Medellín. Si Miami era uno de los grandes trozos del pastel, New York era el otro dulce que más apetecía. El Cartel de Cali será la otra gran organización que empieza a enriquecerse sobremanera gracias a su implacable gestión. De cualquier modo, su estilo es bien diferente al del sistema de Pablo Escobar. Profundizaremos en ello para la segunda temporada, la cual desmenuzaremos en el blog dentro de cuatro semanas. 



Todo un conglomerado de sensaciones para llevarnos a días turbulentos, donde hubo heroicidades, villanías, codicia, etc. El casting es muy cuidado hasta el punto de permitirse la presencia de secundarios de la talla de Luis Guzmán (Atrapado por su pasado) para hacer de uno de los implacables socios de Pablo Escobar. Firmes cimientos para alcanzar el clímax prometido en la siguiente parte de la parábola. 



FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES:



-http://biiinge.konbini.com/series/narcos-5-scenes-qui-illustrent-la-vie-incroyable-de-pablo-escobar/



-http://www.miaminewtimes.com/news/dea-agent-behind-narcos-spent-years-busting-coke-dealers-in-miami-8053143



-https://paneladeseries.wordpress.com/2015/08/31/narcos-s01e2-the-sword-of-simon-bolivar/

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