domingo, 26 de marzo de 2017

LA MÁSCARA DEL DUENDE


Laura Palmer. El Rey Amarillo. La identidad del Duende. La ficción encuentra pocos rincones más fecundos para perpetuarse en el imaginario popular que con un misterio que genere ansiedad de descubrimiento por parte del público. En la década de los ochenta, Roger Stern era el flamante guionista de la cabecera principal de Spiderman, contando con el talento de John Romita Junior a los lápices. Convencido de necesitar un villano que recordase a los días de gloria del trepa-muros, el hábil escritor creó al Duende, una re-actualización muy necesaria de una de las grandes Némesis de Peter Parker. De inmediato, el círculo de lectores de Spidey se devanó los sesos acerca de quién andaba tras la máscara de la amenazadora figura. 



De inmediato, los fans incondicionales del icónico héroe se preguntaban acerca del origen de aquel antagonista de altura. Quedaba claro que tras el Duende se escondía un hombre negocios muy inteligente y sin escrúpulos. Había usado con habilidad la tecnología de su predecesor para interpretar una fantasía de poder y tomar represalias cuando cierto arácnido se metiera en sus maniobras más turbias, pero podía dejarlo en cualquier momento. A diferencia de Norman Osborn o Venom, aquel individuo estaba muy cuerdo y no dudaba en manipular a otros para usarlos como chivos expiatorios. Stern no soltaba prenda sobre sus reales intenciones y una amplia nómina de sospechosos plagaban la colección. 



El artífice de la estupenda idea fue demorándose en exceso, hasta el punto de que a su marcha de la serie quedó todo inconcluso. Al no haber confiado sus propósitos a nadie en Marvel, sus pobres sucesores hubieron de hacer encaje de bolillos. Aunque mantuvieron al Duende en el candelero, su presencia iba haciéndose menos especial, cada vez más equiparable a otros líderes de bandas mafiosas que plagaban la atmósfera del sobrino de May Parker. Para colmo de males, discrepancias artísticas hicieron varios finales apresurados donde cada cual intentó justificar su elección del lanzador de bombas-calabaza. Todo había acabado en un extraño viaje de Peter Parker a Berlín con Ned Leeds. Por fortuna, a comienzos de 1997, llegó una segunda oportunidad que un perro viejo de olfato fino como Stern no iba a desaprovechar.



Con la posibilidad de firmar una mini-serie donde dar su visión del asunto, Stern se hallaba ante una encrucijada. Podía seguir únicamente las propias pistas que él había dejado en sus viñetas y que tan bien conocía o, en una maniobra más arriesgada, intentar encajar todo en la continuidad de la saga, incluyendo aquello que parecía contradictorio. En apenas el primer número, el hábil escritor dejó constancia de su saber hacer, logrando hacer creíble los puntos más contradictorios. De repente, lo que fue un caos empezaba a resultar algo lógico y que llevaba el innegable sello del astuto Duende.



Realmente, aquel re-encuentro caía como agua de mayo al lanza-redes, el cual acababa de salir de un culebrón de clones con poco sentido y otros momentos realmente mejorables. Ese viaje a lo mejor de su pasado ochentero pero en el presente de Spiderman sonaba de maravilla y más si contaba con un dibujante como Ron Frenz. Como añadido de lujo, uno de sus entintadores de portadas y del primer tomo fue nada menos que el legendario George Pérez.



Las personas amantes de los relatos de Agatha Christie disfrutarán enormemente de reconocer rasgos comunes de este género en una historia superheroica donde la sagacidad investigadora es todavía más relevante que los poderes excepcionales y las filigranas en el aire. Stern da mucho peso a Betty Brant, la viuda de Ned Leeds. La primera novia de Peter Parker ha madurado hasta el punto de ser una periodista de armas tomar y con una gran resolución para enfrentarse a los fantasmas de su pasado. El guionista tampoco renuncia a poner a Mary Jane Watson como algo más que la cara bonita de la vida del héroe, siendo su instinto el que pone a su esposo tras la primera prueba de que la persona que fue asesinada en Berlín nunca pudo ser el verdadero Duende.


La obra además está enriquecida con el trasfondo de las esferas de los altos industriales y las turbias maniobras que algunos de ellos realizan por alejar a la competencia. Betty y sus aliados van a jugar una partida muy complicada donde también hay un sincero homenaje a la faceta periodística, Stern conoce muy bien la mitología del arácnido y es capaz de demostrar que hasta Jonah Jameson tiene su corazoncito.



¿Y acción? Por supuesto, cuando duendes y arañas coinciden los puentes de New York se convierten en escenarios de batallas campales que plagan las viñetas. Habrá varios guiños saludables al pasado, desde portadas míticas hasta pequeños detalles que quizás se habían perdido por el transcurrir de los años. Una verdadera delicia para las personas amantes del cabeza de red.



El único punto quizás negativo de la mini-serie es que derivó en una secuela que no aportaría gran cosa a lo ya sabido y enturbió la agradable sensación de círculo cerrado que dejaba este excelente ejercicio.



FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES:



-http://www.comicextra.com/spider-man-hobgoblin-lives/chapter-3



-https://es.pinterest.com/pin/549368854515425212/



-http://www.chasingamazingblog.com/2013/09/05/the-hobgoblin-lives-and-will-the-real-hobgoblin-please-stand-up/

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