¿A quién no le ha ocurrido alguna vez? Los últimos años y la situación económica casi nos ha devuelto a los días medievales, donde conceptos como el dinero con interés, crédito y banca eran vistos como algo casi mágico y maligno. Temas como las "célebres" preferentes que se colocaron a personas jubiladas que vieron abusada su buena fe en los empleados de su banco de toda la vida, esos "maravillosos" productos con los que nos animan a arriesgar por ser clientes muy especiales, préstamos de llévese la pasta ahora y pague cuando quiera, etc. Igual que la política, el mundo de la banca ha caído enteros durante la última coyuntura. Seguro que no faltan personas honradas, repletas de buenas intenciones y muy profesionales, pero parece indudable que un lavado de cara profundo de las entrañas del sistema sería urgente en el mundo real. Una cuestión de difícil solución, aunque Daniel Calparsoro nos ofreció recientemente un exorcismo en la ficción, un juego del gato y el ratón, un film de interés: Cien años de perdón.
Lo primero que llama la atención de este atraco que se complica es su medido metraje: poco más de una hora y media. Eso ya refleja la inteligencia del guión de Jorge Guerricaechevarría, conciso, al grano, consciente de que el encerramiento de la historia (el 90% de todo se desarrolla en una sucursal asaltada una mañana) no hace proclive una excesiva prolongación. Si alguien quisiera, Cien años de perdón podría adaptarse sin ninguna dificultad al teatro. Ahora bien, breve pero intensa, puesto que nada, absolutamente nada, se ha dejado al azar en esta fábula irreal que sabe muy bien dónde apunta...
Por supuesto, como suele ocurrir en el género, Calparsoro se cuida de que sus ladrones caigan mal. Medidos, inteligentes y procurando evitar baños de sangre, es muy improbable que en la vida real este tipo de personas pudieran mantener ese aplomo y cuidado por sus rehenes. La falta de previsión que tenían los personajes de Al Pacino y John Cazale en la estupenda Tarde de perros, se reemplaza aquí por la astucia que exhiben esa mañana lluviosa en que El Uruguayo (magistral Rodrigo de la Serna) y sus cómplices se adentran en un banco valenciano con la esperanza de una rápida fuga que se verá complicada por inclemencias que escapan a su control.
Los contratiempos inesperados, el control de los prisioneros y el estado de sitio al que son sometidos por las autoridades irán propiciando un clima de desconfianza entre los integrantes, puesto que se irá revelando que en el depósito bancario hay mucho más que un golpe fácil. Cierta información almacenada en el disco duro de un político se encuentra allí oculta y su salida a la luz pública podría poner en graves aprietos al gobierno cara a la opinión pública. ¿Estaban al corriente los criminales de ello o se trata de un feliz hallazgo que puede constituir su indulto para salir de la tensa situación?
Habida cuenta de los últimos escándalos de corrupción que ha sufrido la Comunidad Valenciana, no es un hecho al azar que aquí se sitúe la trama, pero la punzada al sistema va mucho más allá. Desde que se filtra la noticia, dos representantes de rango (frías y poderosas las interpretaciones de Raúl Arévalo y José Coronado) tomarán sus medidas para evitar que puedan peligrar los secretos de sus superiores, especialmente "la Jefa", la cual, si se lee entre líneas, no sería descabellado barruntar quién puede ser. Resulta imperdible en ese sentido la interesante crítica y teoría elaborada sobre el film por parte del usuario "Jano" en la página filmaffinity (CRÍTICA FILMAFFINITY).
Aunque no hay tiempo de profundizar excesivamente en las biografías de los integrantes de la banda, el savoir faire de sus actores subsana con creces cualquier posible carencia en ese sentido. Luis Tosar siempre ha sido un estupendo actor, pero los últimos años lo han llevado a alcanzar un perfeccionamiento de su profesión hasta límites insospechados. Su personaje, El Gallego, desarrolla un arco propio cuando acepta la oferta de la frustrada directora de la sucursal (Patricia Vico), la cual había recibido recientemente la noticia de que iba a ser despedida tras años haciendo trabajo sucio e ingrato para sus jefes de la entidad.
A su manera, cada miembro va recibiendo su propia tentación, ya sea por la vía de la codicia u otra. Así acontece con El Loco (Joaquín Furriel), quien se va prendando de una atractiva cliente del banco (Nani Jiménez) que, antes del atraco, estaba al borde los nervios porque el banco iba a quitarle a ella y su pareja la vivienda. Sin moralina o trazo social grueso y tosco, el ingenioso argumento deja perlitas digna de consideración y plantea una extraña revancha. Como dice bien el personaje de Coronado, a veces se gana, a veces se pierde. Pero, casualmente, parece que siempre salen indemnes los mismos y pagan el pato los de siempre. Si recibiesen un toque de guante blanco donde más les duele esos intocables, ¿no estaríamos dispuestos a conceder cien años de perdón a quien hurtase a un ladrón?
La estética resulta muy lograda e incluso hay reminiscencias a escenas parecidas en películas tan comerciales (y excelentes) como El caballero oscuro. Una atractiva carrera contrarreloj que nunca se hace larga y, por el contrario, desprende la agradable sensación de que no importaría si durase un poco más.
Interesante propuesta que arroja reflexiones dignas de ser tenidas en consideración.
FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES:
http://cmonmurcia.com/2016/03/cien-anos-de-perdon/
http://www.guiadelocio.com/cine/archivo-peliculas/cien-anos-de-perdon
http://www.imdb.com/title/tt3655414/mediaviewer/rm1350230528
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