domingo, 11 de octubre de 2015

CONSIDERACIONES SOBRE EL ARTE


La cúpula de San Pedro erigiéndose en un amanecer nublado, Audrey Hepburn y su sonrisa de enamorada mirando el Coliseo un cálido verano, las pinturas de Caravaggio... Resulta bastante inútil negar que Roma tiene encanto y magia. Sin embargo, ese carácter eterno e inmutable no priva a la capital italiana de ser una ciudad caótica y donde parece que las cosas funcionan casi por azar. ¿Se la quiere a pesar de ello o precisamente por dichos argumentos? Enric González parece tener algunas de las claves que ayudan a discernir la respuesta en un delicioso librito: Historias de Roma



Corresponsal de El País en algunas de las urbes más punteras del globo (New York, Londres, etc.), González tiene el don los grandes periodistas: no interesa tanto qué cuenta, lo que le hace fascinante es cómo lo narra. Existen muchas maneras de recordar al mítico actor italiano Alberto Sordi, sin embargo, él convierte la semblanza de este contradictorio y genial comediante en un cuento personal y único, utilizando a Albertone como la metáfora de toda una generación azzurra. Las pequeñas narraciones de la fundación de los hijos de la loba se convierte en un viaje de iniciación, quedando los lectores con la tranquilidad de saberse en buenas manos. 



Cuando nos sumerge en la lenta y atávica burocracia romanista, el autor se deja llevar por el carácter del más puro Larra, aprovechando la desgracia del papeleo para tomarla con sorna y señalando el caos que todo lo envuelve y amenaza con engullir entre tanto turista. No obstante, su tono es solemne cuando sus párrafos invitan a callejear por sus rincones, vislumbrándose el Campo de Marte, para hacer una afirmación que esconde mucho de lo que da mística al lugar: Los muertos son importantes en Roma



Paralelamente a esas crónicas de observador curioso, de vibrante enamorado capaz de ver los defectos de su persona idolatrada, González también inició su peregrinaje por otro de los hilos conductores del sinsentido racional que marca una forma de entender la vida mediterránea: el fútbol, en este caso, el calcio. Una columna deportiva que González terminó viendo recopilada en sus diferentes ediciones bajo el título Historias del calcio: Una crónica de Italia a través del fútbol. Objetivo ambicioso pero no imposible, ya que si uno lee los dos libros que hoy nos ocupan, se da cuenta de que hay protagonistas que se repiten. Silvio Berlusconi sería uno de ellos. 



Il Cavaliere es uno de esos personajes que uno piensa que serían fascinantes de haberse creado en una novela negra, mientras eriza el vello pensar que son reales y hasta son capaces de mantener una encantadora sonrisa mientras se justifican. El propio reportero admite sin excesivo rubor como los colaboradores del dueño del AC Milán intentaron comprarlo con exquisita educación, con la concepción que tiene un emporio familiar de que, como diría Filipo de Macedonia, no existe fortaleza lo suficientemente alta como para que no pueda subir un viejo burro con las alforjas repletas de oro. 



De igual manera, Juventus y Nápoles ejemplifican mucho mejor la dialéctica norte-sur que una sesuda disertación socio-económica. Bajo cánticos de los tifosi, muchas guerras enmascaradas de escándalos de las quinielas de la Camorra, la turbia trama arbitral y cadena de favores de Moggi... Un mundo sórdido que tiene también capítulos de heroísmo como los de Francesco Totti y su mítica frase "Nun te preoccupà, mo je faccio er cucchiaio", la frase genial de un tipo que es el primero en reírse de los chistes que corren sobre sus pocas luces y que hasta los selecciona para editarlos en un libro con fines benéficos. Un romanista de La Curva. 


Claro-oscuros que siempre tienen un exceso, ya sea en lo sublime o en lo terrorífico. Eso lo refleja muy bien González en el Campo dei Fiori, un nombre precioso para conmemorar la pasión de Pompeyo con una exquisita cortesana, pero también una enigmática plaza donde se cometió una atrocidad inquisitorial contra Giordano Bruno. El delicioso café que se puede tomar en ese lugar bajo una impactante estatua vuelve a recordar, como decía un querido amigo, la paradoja de estar en la Ciudad Eterna sabiéndose uno muy efímero. 



Un enclave con muchas llaves. Y allí, a través de una prosa ágil y muy amena, González va abriendo algunas de ellas, no todas, por supuesto, pues eso sería un grave error en un libro de viajes. Hay que dejar son la sensación de querer más al interlocutor. El suelo romano esconde muchos misterios, es otra de las promesas que surgen de las letras impresas para captar nuestra atención. 



Contradictoria y fascinante, mientras nos quede la cintura de Sophia Loren, la coleta de Roberto Baggio mientras tira un golpe franco o la Puerta del Palacio de Aventino, Roma seguirá enigmática, con sus virtudes y defectos, pero dispuesta a aliarse con narradores como González, quien no puede evitar extender su mirada a través de todo el país transalpino, una zona contradictoria, donde genialidad y locura se dan la mano. 



FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES:



http://www.elmundo.es/elmundo/2010/06/01/cultura/1275383112.html



https://twitter.com/matte_moretto/status/317326158653976578



http://www.ambitalia.com.uy/roma/que-visitar-en-roma.php

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