domingo, 14 de junio de 2015

THERE´S METHOD IN MADNESS (PRIMERA TEMPORADA)


26 de septiembre de 1960. La sociedad estadounidense se paraliza para ver o escuchar el debate entre sus dos candidatos presidenciales: John Fitzgerald Kennedy y Richard Nixon. 80 millones de espectadores quedan deslumbrados ante la atractiva y elegante figura del primero de los aspirantes, cuyo maquillaje y estilo vistiendo ofrecen una estampa inmejorable. En menor número, los norteamericanos que conectan sus radios para seguir la noticia, consideran, por regla general, que el discurso de Nixon ha estado mejor articulado y organizado que el de su oponente, sin condicionarse por la frente sudorosa y algunos tics de la persona que lo había pronunciado. Los votos darían la razón a la caja tonta. Era el punto de inflexión de un nuevo modo de hacer política, de vender la imagen, acababa de comenzar una locura con su método. 



Bienvenidos al mundo de Mad Men, uno donde las apariencias importan y de qué forma. Unos años locos en los que la pujante clase media era el objetivo de las compañías publicitarias. Antes, se trataba de vender un producto. Ahora, eso era lo de menos. Daba igual tabaco que coches, lavadoras que líderes para el ayuntamiento. Se comerciaba con ideas, buscando captar la atención, un american way of life. Matthew Weiner, alzado a los santorales por Los Sopranos, traslada ahora su equipo a Madison Avenue, a Sterling Cooper Advertising. 



No es casual que sea un producto de la factoría HBO. Igual que un anuncio distinguido, esta cadena por cable ha tenido siempre un sello propio, sentido estético  y, por qué no decirlo, ese punto de esnobismo de quien anhela diferenciarse. Conseguir poner de acuerdo a la crítica y lograr que el público que descubra el show (lanzado al aire en 2007) se sienta que está llevando una prenda cara, elegante y exclusiva. Por supuesto, la fórmula ganadora se materializa en un protagonista como Don Draper. 




Hoy nos centramos exclusivamente en la primera temporada de este célebre programa, donde se colocan los cimientos de este extraño y sofisticado vendedor de glamour, a pesar de un incierto pasado. Admirado por sus jóvenes y universitarios protegidos en la empresa (los cuales por otra parte ambicionan pegarle una puñalada que les permita ocupar su puesto como favorito de los responsables de la firma), atractivo para mujeres, casado con una ex modelo (January Jones), padre de la parejita idílica, todo parece irle sobre ruedas a míster Draper. Afortunadamente, como bien refleja desde su primera escena un inspirado Jon Hamm, no es oro todo lo que reluce. 



Un complicado puzzle que queda como telón de fondo en una larga carrera de 7 temporadas. Que los espectadores no perdiesen el interés exigió desde estos compases iniciales que hubiera un grupo a la altura rodeando y auxiliando a tan interesante personaje. Una muestra de ello es Peggy Olsen (Elisaberth Moss) quien tiene su primer día de trabajo en Sterling para ser el vehículo y los ojos del público en unos días donde pellizcar en el trasero a las secretarias era una cosa natural y se consideraba que chicas preparadas como Peggy (quien, tras su apariencia de mosquita muerta tiene planes propios) servían para poco más que servir café y recibir silbidos cuando se agachaban para recoger los papeles al suelo. 



La señorita Olsen expone lo que está por venir, conforme es adiestrada en una amistad-rivalidad por Joan Harris (Christina Hendricks) en los entresijos del negocio. Torre de fuego con curvas de verdad, Joan es la reina indiscutible de su parcela de poder entre las máquinas del café y la manipulación del deseo que impone sobre sus superiores masculinos (incluyendo a Roger Sterling, un inspirado John Slattery), la tentación hecha secretaria. Y, sin embargo, esa propia inteligencia natural hace intuir a Joan que sus dominios se limitan a esa esfera, mientras que chicas como Peggy están abriendo una nueva línea. 



En definitiva, como se desprende de estas líneas, un auténtico culebrón, Pero, ojo, cuidado con la definición de telenovela en este caso, ya que el género no suele ser tan importante como el contenido. La dirección de manos maestras como las de Jennifer Getzinger, Alan Taylor, Phil Abraham, Alan Taylor y una distinguida compañía han brindado puestas en escena impresionantes, recreando de manera minuciosa una época (los peinados, el tabaco, el consumo de alcohol, los ascensores, etc.).



Todo ello amparado con un casting impresionante, la ecléctica música de David Carbonara y unos guiones siempre in crescendo (Kater Gordon, Tom Palmer, el propio Weiner, etc.). Una decena de capítulos que dejan la sensación de que lo mejor está por venir para Draper y los suyos, que el espectáculo apenas ha arrancado. 



Preferible evitar las engorrosas coletillas y carteles luminosos de "mejor serie del mundo" o "la mejor ficción se está haciendo en televisión". Simplemente, digamos que la primera temporada de Mad Men ya invitaba a pensar que iba a ser j... buena. 



BIBLIOGRAFÍA RECOMENDADA: 



CRISÓSTOMO, R. y ROS, E.(eds.), Mad Men: Ola frágil belleza de los sueños en Madison Avenue, Errata naturae, Madrid, 2015. 



FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES: 







http://www.dvd-covers.org/art/DVD_Covers/TV_DVD_Custom_Covers/Mad_Men_S1.jpeg.html



http://www.eluniversodemartina.com/christina-hendricks-a-tus-pies/

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