No sabemos la buena Fortuna que tenemos. Dentro de mucho tiempo, sonará raro haber gozado de ese privilegio, poder decir que, año tras año, podíamos acudir a un estreno de Woody Allen. Muchas obras que como "Match Point" alcanzarán la categoría de clásico, pero para nosotros han sido algo más, una novedad, esa agradable cita que bien puede darse en Constantinopla o, como es el caso del estreno que hoy nos ocupa, en Roma.
Si bien la magia gótica de Barcelona y las complejidades de la Ciudad Condal catalana escaparon al ojo clínico del genio de New York, de la misma forma que París, la vieja dama patricia ha caído rendida a los encantos del cineasta, quien se aleja de la deliciosa fantasía bohemia y burguesa de la Ciudad de las Luces, para hacer un verdadero y sincero homenaje a la gran comedia italiana coral, entrelazándose varias tramas tragicómicas en la cuna de los Césares.
Como viene siendo costumbre, todo es una excusa para una sucesión de diálogos absolutamente brillantes, con esas frases que, como atinadísimamente afirmó Carlos Boyero hace algunos años: "Piensas que ojalá se te hubiera ocurrido a ti, que alguna vez has pensado algo parecido. Pero no, se le ocurre a él". Además, los partidarios de que aparezca "el señor de las gafas", gozarán de que el propio Allen aparezca, interpretando a un suegro norteamericano preocupado por visitar a su sindicalista yerno... solamente para encontrarse con que el padre de éste es un Caruso silenciado en una funeraria.
Buscando producto nacional, sobresale en el casting la presencia de Roberto Benigni, quien está hiperbólicamente divertido como un italiano normal y corriente, de opiniones usuales y cotidianas, que, de la noche a la mañana, termina convirtiéndose en todo un fenómeno televisivo de popularidad, algo que irá pasando de pesadilla a verdadero encanto, aunque vendría bien que algún honrado liberto de los que le acompañen, le murmuré al lado de su laurel: "Recuerda que eres mortal".
Paralelamente, un joven matrimonio transalpino va a verse más tentado de la cuenta en su tibia situación, a través de varias manzanas del Paraíso...aunque tal vez dicha experiencia incluso pueda reforzarlos más. Sobresale la presencia entre bambalinas una Penélope Cruz sofíalorenizada. Si bien la maravillosa actriz que tantas alegrías dio al neorrealismo italiano (y a los ojos de generaciones y generaciones de caballeros y damas con buen gusto ante las creaciones de Afrodita) es inimitable, la intérprete española caracteriza con solvencia a una prostituta de buen corazón, muy al estilo de las que aparecían en "Matrimonio a la italiana".
En último lugar y, no por ello menos importante, un joven arquitecto californiano (Jesse Eisenberg, que tan maravilloso trabajo hizo en "La red social") va a vivir el clásico triángulo amoroso que ya vimos en "Y todo lo demás" o "Délitos y faltas), donde muchas cosas se pondrán a prueba. En el camino, el atribulado turista encontrará la labor mentora de un veterano Alec Baldwin, que da la agradable sensación de bordarlo sin apretar en ningún momento el acelerador.
Indudablemente, en muchos casos, trucos ya vistos en el sombrero de este hechicero, pese a ello, como es costumbre y salvo escasas excepciones (el mejor escribano tiene un borrón y a buen seguro Mary Renault habrá tenido algún día mirando una página en blanco sin saber qué poner), el cine de este director se va viendo revestido de una empatía increíble, una fluidez entre tierna y divertida, con más aristas de las que parecen...
"To Rome with love", más que probablemente, no va a ocupar el lugar en el escalón que tiene esa maravilla que se llama "Midnight in Paris", absoluta debilidad personal que no tiene por qué compartir. Está muy bien hecha, con mucho estilo, pero es un poquito, si permiten la ingratitud (siempre lo somos con quienes nos acostumbran a alegrías), más de lo mismos... Y, algún día, cuando Cronos haga lo que tenga que hacer con el creador de "Annie Hall", biografías y polémicas personales al margen, nos daremos cuenta de lo increíble e irrepetible que es su filmografía.
Ahora que lo pienso, dejando de hablar por un momento de la película, que recomiendo encarecidamente, no he dicho nada de Roma (pongan el nombre al revés). Quizás, haciendo un plagio de una frase NBA que es imprescindible coger para entenderla en su subjetivismo, baste decir, por seguir con nuestra comparativa de las dos últimas piezas Allenescas, que, París, al igual que Viena, New York y esas otras absolutas joyas mundiales, es la ciudad más preparada, preparada... que puedas encontrarte.
Y sin embargo, a este pobre peregrino en Amarcord... la que le enamora es Roma. Y ahora va el c... de Woody Allen y le escribe la carta que yo le hubiera querido mandar hace años.
Es lo que hay, ¿cómo no la vamos a querer? Ciudad Eterna, ese apodo se gana por algo.
Anoche la vi, amigo. Y tengo sentimientos encontrados.
ResponderEliminarIntuyo que hay más detrás de lo que intuí, pero desde luego no me parece el Woody Allen más acertado.
No obstante, un Wooyd en baja forma bien puede merecer un 7...Serán cosas mías,pero me pareció ayer que Allen esbozó pero no desarrolló.
Simpática, en todo caso.
Aún he de verla y he de decir que las críticas que dicen por ahí no son del todo favorables.. (Como la de Chespiro). Pero después de ver esta entrada, la incorporo a mi base de datos para verla cuando tenga tiempo.
ResponderEliminar"Un Woody en baja forma bien puede merecer un 7". Indudablemente es una de las claves para enfocarlo, amigo Chespiro. Gracias por el comentario.
ResponderEliminarJusto, pues cuando la agenda y los compromisos te permitan verla, no lo dudes. Thanks y un fuerte abrazo,