domingo, 19 de agosto de 2012

SHARE CON DERECHO DE ADMISIÓN

Hay un viejo dicho, a veces no importa tanto qué se está estudiando, como la metodología con la que se realiza.  Es decir, que a veces, la forma puede llegar incluso a superar al contenido. A pocas artes les acontece esto a los niveles que suceden con la conversación. Auténtica delicia si se hace bien, puede ser también muchas otras cosas (desagradable, indiscreta, vulgar...). Entre otras variantes, es posible que en pocas haya más riesgos que en la entrevista, una melodía donde quitar una nota puede hacer derrumbarse toda la partitura, o añadir, quitarle la esencia, como diría Salieri en "Amadeus". 





La televisión, un medio donde el resumen de la fórmula mágica podría ser velocidad, velocidad... y velocidad, donde el tiempo y el reposo necesario para conocer a alguien parece una utopía que además, Youtube está despedazando. Por supuesto, es una herramienta tiene mil ventajas (desde ver un documental desaparecido y fascinante hasta ver a un adorable gato tocando el piano de pie, lo que justifica una existencia), pero no sé si se han dado cuenta de que asimismo está acostumbrándonos generación tras generación, a tener una premura que hace a todo lo que pase de diez minutos de metraje estar bajo la sospecha de nuestra atención.




Por ello me gustaría rescatar en un espacio dominical donde el color orange (alerta organe, para ser exactos) amenaza con derretir el teclado, un lugar con cártel en la entrada de la Televisión Aragonesa, dirigido por  Luis Alegre, "El reservado". A lo largo de los años, diferentes personajes han ido desfilando ante el micrófono para parecer más personas, con un estilo sosegado digno de agradecerse. Quizás una de las debilidades personales que tengo por este programa fue que le debemos una de las últimas apariciones públicas de ese genio nunca lo suficientemente ponderado que fue Rafael Azcona, quien al margen de llegar a la visionaria conclusión de que no sacarse el carnet de conducir alargó su vida sobremanera, fue, es y será, una de las grandes plumas que se han visto por estos lares.




En otra vida, si hemos de seguir las creencias de la re-encarnación, Alegre tuvo que hacer algo muy bien, solamente así se explica la red de conexiones que este profesor universitario y periodista ha mantenido con algunos de los personajes artísticos más relevantes del panorama actual (así como haber podido cenar varias veces con Pep Guardiola, algo que toda persona culé que se precie envidará de la forma más atroz posible). Desde Joaquín Sabina pasando por Leonor Watling, dejando por el camino a Juan Diego Botto o Maribel Verdú.





Generalmente con una duración de treinta minutos aproximadamente, son diálogos sosegados y que permiten arrastrar alguna faceta que un espectador desconocía de un personaje público, que, en muchos casos, solamente implica que es una persona desconocida muy visible. Por buscar siempre el lado de la puntillita y la deformación anti-profesional de todo bloguero que escribe cómodamente sentado, en ocasiones "El Reservado" se deja llevar por un cierto sentimiento de "derecho de admisión" un poco esnob y algún momento de "peloteo" (dicho cariñosamente) que podría incluso sobrar. En ese sentido, la heterodoxia genial, irreverente y con un punto de locura de Jesús Quintero puede resultar, si bien más provocadora, también atractiva.





Eso no quiere decir que haya habido alguna joyita para rememorar como la charla que mantuvieron Alegre y Juan Echanove, de lo más fuerte que he podido ver últimamente, en el sentido positivo, por llevar la esfera al terreno personal de una forma estupenda y digna de Quevedo en "El buscón", bajando a la tierra y sin miedo al barro. O las cosas siempre sensatas que suelen salir de la boca de Elvira Lindo, una escritora siempre con la cabeza perfectamente amueblada, o la campechanía cercana de un director como Agustín Díaz Yanes.






En definitiva, un oasis interesante donde quizás puedan tener a bien sumergirse si les interesa saber algo que vaya más allá de "los marqueses de Hofstadter muestran su mansión"... Como suele pasar, buena parte del éxito dependerá del acierto en la elección al invitado.

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