Pareciera que es tristemente inevitable que el estreno de una nueva película de la franquicia de Batman se vea salpicada de un incidente desagradable que empañe la alegría del estreno. Así, si la espectacularidad de "El caballero oscuro" venía oscurecida por el suicidio de Heath Ledger, "La leyenda renace", irá asociada a la figura de James Holmes, protagonista del terrible tiroteo en unos cines de Denver durante las primeras proyecciones en sala de una cinta que había generado una fuerte expectación por ver cómo Nolan cerraba su trilogía.
El caso de Holmes es sintomático del mundo extrañamente violento en el que vivimos. Aparentemente un estudiante prometedor e introvertido, quizás demasiado, pero en un sistema que permite hacerse con mucha facilidad con gran cantidad de munición y no despertar sospechas. Poco alentador para el espíritu, pero recomendable para recordar que hay cosas más serias incluso que la palabrita crisis que es omnipresente en todo medio de comunicación, son la serie de perfiles que algunos periódicos incluyen de las víctimas, gente con su vida, familia y expectativas que simplemente decidieron desconectar un rato de todo viendo las venturas y desventuras de la creación de Bob Kane, hace ya tanto tiempo (aunque muchos insisten, con razón, que sin la figura del guionista Bill Finger, el universo de Gotham hubiera sido mucho menos especial).
El caso de este muchacho, clara y gravemente enfermo, ha sido un jarro de agua fría y que, aunque no apetecía, en el blog de Amarcord debía señalarse antes de comenzar con ninguna otra valoración sobre este renacer de leyenda que, sin duda, va a ser una de las obras cinematográficas más comentadas en blogs, prensa y televisión. Crucemos los dedos porque no tengamos que volver a escuchar sucesos semejantes y que mejoren nuestros mecanismos para detectar este tipo de personalidades antes de que se terminen convirtiendo en peligrosas para ellos mismos y los demás.
Al margen de este triste eco que seguirá resonando, la valoración del epílogo de este exitoso triunvirato de reflexiones sobre "El Murciélago" (junto con Superman, el gran mito de la potente editorial de cómics DC), ha dejado muchas cosas en el tintero, dignas de resaltarse. Con la única excepción de Katie Holmes, el reparto original (salvo las lógicas ausencias) se ha mantenido firme. Lo cual equivale a hablar de primeras espadas como Morgan Freeman, Michael Caine, Gary Oldman... En definitiva, estupendos intérpretes que serían protagonistas de muchas otras historias y que prestan su servicio al proyecto, en ocasiones con un par de diálogos... pero qué bien los hacen.
Esta tarea no habrá tenido que ser tan sencilla. Contar con tantos All Stars, puede traer aparejada relajación y pensar que a fin de cuentas son magníficos intérpretes que pueden ir con el freno de mano echado para una "peli de súper-héroes". No es así en lo absoluto, y tanto Lucius Fox, como Jim Gordon o, muy especialmente en este end of the saga que dirian los Leguineche, Alfred, son presencias importantísimas en el entorno de un Bruce Wayne que hace ocho años convirtió su creación en una leyenda que murió una oscura noche donde falleció Harvey Dent.
Y es que con la posible excepción de "La máscara del fantasma", rara vez se ha profundizado tanto en la figura de Wayne, haciéndose algo más que la simple identidad civil del justiciero. Christian Bale tiene buena parte de la culpa de eso, sus primeras escenas ya advierten que la ilusión del origen de "Batman begins" ha ido desapareciendo con las pérdidas sufridas y que Peter Pan hace mucho tiempo lanzó al mar su espada de madera. Ya en "American Psycho" (2000), película irregular y con aristas, pero donde él ya estaba muy bien en su rol, Bale había demostrado su capacidad de encarnar tipos de doble vida, aquí, firma la que probablemente sea su última encarnación del binomio máscara-multimillonario atormentado, de una manera excelente.
A pesar de que su elevado metraje no se hace nada largo, casi desde la primera secuencia, uno nota la ausencia del carismático personaje del Joker, especialmente debido al maravilloso trabajo precedente de Ledger. Incluso uno piensa que hay determinadas cosas que pasan donde los hermanos Nolan bien podrían haber tenido pensado volver a utilizar al payaso. Tom Hardy (irreconocible a través de la máscara) encarna con solvencia a un Bane mitad brutal, otro tanto maquiavélico agitador de una ciudad desangrada, pero el mal anárquico encarnado en la anterior entrega parece insuperable. Un nuevo fichaje también será el de Joseph Gordon-Levitt, un joven policía que sospecha que su apreciado comisario (impecable Gary Oldman, como no podía ser de otra manera) no es sincero con lo que pasó aquella aciaga jornada.
En un lado más ambiguo se sitúa la apuesta más personal del casting de Nolan, nada menos que contratar a Anne Hathaway para ejercer de Selina Kyle, o si lo prefieren, Catwoman, aunque en su apuesta por el realismo, salvo algún titular de prensa, no la llamarán así en ningún momento. Sin ánimo de ofender, pasar de "Princesa por sorpresa" a ejercer de una de las anti-heroínas por excelencia de las viñetas, parecía un giro de tuerca excesivo. No es así para nada, Hathaway le da un toque excéntrico y de desayuno con diamantes a Selina que le sienta fenomenal y resulta una agradable paradoja su supuesta indefensión exterior con los muchos recursos que esconde. En el otro rol femenino destacado, la incorporación de Marion Cotillard en esta tercera parte, va ganando en fuerza por momentos.
Para los amantes de las bandas sonoras, decirles que respiren tranquilos, la Warner Bros no es ninguna ingenua y no le gusta perder dinero, así que Hans Zimmer recupera la batuta y vuelve a sacar solvencia a su magnífica intuición para aunar efectividad, calidad y comercialidad en sus temas, pegadizos y siempre fortaleciendo las escenas que le tocan en suerte. No sería un mal regalo navideño tres discos con todos los temas utilizados. Teniendo en cuenta que hay momentos más inverosímiles y más agujeros que en las dos precedentes, la banda sonora le sube puntos al examen de Nolan y los suyos.
Y es que aún somos bastantes los que no terminamos de cogerle la tecla a estas atractivas propuestas de un director singular. Que tiene originalidad está claro ("Memento"), o que sabe hacer tramas absolutamente y deliciosamente tramposas ("El truco final")... incluso cuando se estrella, el pecado es más por ambición que volar bajo "Origen". Esa cierta pretenciosidad (que no enmascara muchas virtudes) hace que algo no termine de convencer en este broche de oro para la que ha sido, bajo mi humilde juicio, lo mejor que veremos en mucho tiempo del gothamita.
Bajo la intelectualidad con la que a veces quiere enmarcarlo todo, no escapan las americanadas de turno y ciertos momentos muy previsibles, aunque todo termina valiendo para llegar a momentos efectistas pero que suponen un verdadero homenaje a décadas y décadas con Batman, un personaje que cautivó y seguirá haciéndolo a generaciones de lectores y espectadores. Aunque esta película me ha pillado un poco más sereno que la expectación de fan con Begins y El Caballero Oscuro...
Tal vez llega un momento, que nos gusta ver a los viejos guerreros descansando en una elegante cafetería de Florencia, con una compañía muy agradable...
Con todo, chapeau ante el que sin duda ha sido un trabajo de artesano con mucha vista.