domingo, 15 de enero de 2012

EJERCICIO DE INGENIERÍA: CRISIS EN TIERRAS INFINITAS

Si alguno es asiduo a la magnífica serie "Big Bang Theory", tal vez se fijase en que uno de sus mejores personajes, el brillante joven físico Sheldon Cooper, cuando está exponiendo ante unos alumnos universitarios la teoría de cuerdas de la que este brillante freak ha hecho su leit motiv en la Facultad, se ampara en sus investigaciones y "En la teoría de los multiversos de DC".
No tanto para el público español, esta cita es de fácil reconocimiento por parte de los comiqueros estadounidenses. Tanto Sheldon como sus compañeros son fanáticos del mundo de las viñetas, lo cual incluye DC Cómics y, entre su catálogo, una famosa saga de mediados de los años 80 de la centuria pasada.
En aquella decena larga de números, un inspirado guionista, Marv Wolfman y uno de los mejores dibujantes de siempre, George Pérez, montaron a la editorial en una montaña rusa muy arriesgada llamada "Crisis en tierras infinitas". Como resultado, no solamente para los personajes de Big Bang, muchos comparten el criterio de que estamos ante una verdadera obra maestra del género de súper-héroes. Sirva de ejemplo la portada que incluimos de "Los Simpson", pardiando una de las más famosas de Pérez (además, una gran ventaja es que así ahorramos un terrible spoiler a los que no lo hayan leído aún, ya que se trata de la muerte de uno de los protagonistas más importantes del relato).

El quid de la cuestión era que la editorial de Batman, Superman, Wonder Woman y un largo y distinguido cía, tenía tal cantidad de versiones de sus personajes que todo era un verdadero caos donde el mismo héroe se comportaba de maneras muy diferentes. Además, existían muchas incongruencias desde sus primeros días en la Edad de Plata hasta llegar a aquellos años.
Lógicamente, este fenómeno ha pasado muchas veces, el Tintín de los soviets (afortunadamente) era muy distinto al que finalmente Hergé consolidó, de la misma forma que Mortadelo y Filemón han cambiado de residencia y lugar de trabajo a lo largo de las diferentes versiones que Ibáñez ha ido actualizando, explicando en varios casos... y dejando correr el velo de complicidad de los lectores cuando ha sido necesario modificar ciertos detalles del pasado de sus criaturas, desde su indumentaria al cómo se conocieron.
No obstante, Wolfman estaba en la posición ideal de alguien que había sido un verdadero ratón de viñetas que devoraba todo cuanto caía en sus manos, por lo que pensaba que debía haber una explicación fantástica para aquel fenómeno. Suele ocurrir que los aficionados a una obra de ficción tengan más apego por la continuidad que los propios creadores originales, quienes, más allá de hacer un honesto trabajo que les proporcione rentabilidad, no se obsesionan por esos detalles que quizás te hayas perdido.
Con una saga de proporciones épicas, Wolfman hizo girar alrededor de la cósmica figura de "El Monitor", una idea de re-orientación y ordenación de las diferentes creaciones de DC, amparándose en un concepto de la Edad de Plata, Tierra 1, Tierra 2... Usando la teoría de cuerdas de Sheldon, existían diferentes versiones del globo terráqueo y podían, en determinado momento, llegar a unirse por una amenza impresionante, lo cual generaría infinidad de conflictos. Semejante concepto, tan atractivo, exigía un dibujante con la paciencia de Ulises y la habilidad de Miguel Ángel, pues solamente Pérez sabrá cómo logró cumplir los plazos de entrega y trabajar con tantos héroes, villanos, robots, alienígenas y seres cósmicos al estilo Galactus...

La saga, que ha sido muchas veces re-editada (aunque aquí destacamos la portada de las más reciente edición de lujo del mismo), es una verdadera maravilla por la que los años no parecen haber sido excesivamente crueles, más bien al contrario.
Todo se trata de una impresionante obra de ingeniería argumental, dibujada con la velocidad de Flash (como ven los pacientes lectores/as, Sheldon me está poseyendo por momentos en esta entrada) y que solamente tiene un grave pero para disfrutarla como la pieza maestra que es. Obviamente, igual que la magnífica "El invierno del dibujante", exigía estar versado en los comienzos de Bruguera, esta cumbre de la ciencia ficción de DC, es solamente apta para las personas que se criaron con tipos que volaban, justicieros nocturnos y que pensaban que no pasaba nada porque un detective marciano pusiera su agencia en una de tantas ciudades norteamericanas (aún nadie ha planteado que seres de otro mundo desembarquen en Irán).
Más allá de ese condicionante, una montaña rusa de las que dejan huella, de la mano de una pareja creativa impresionante.

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