Siempre ha habido ojitos derechos. Favoritismos subjetivos que nos son inevitables. Por eso, ruego al lector/a que sea indulgente con esta modesta crítica de una obra con la que siempre he estado en deuda, por partida doble.
V de Vendetta no es solamente una colección que merezca la pena tener y releer, fue un regalo magnífico de unos apreciados amigos. Probablemente aunque hubiera sido un argumento manido y dibujos de cartón piedra, la edición que puedo jactarme de poseer sería para mí uno de mis favoritos. Pero es que encima estaba escrito por Alan Moore.
Moore no necesita ya presentación en este blog (hace ya varios meses vimos la primera biografía completa que se ha realizado de él en castellano, a la par que hemos tratado "From Hell" y Watchmen"). Aquí, nuestro autor se encontraba en plena década de los 80 y quizás quisiera dar su propia visión de un mundo (Gran Bretaña) que no le gustaba. La oscilación hacia posturas excesivamente conservadoras enfurecían a una mente tan liberal, genial y particularmente heterodoxoa como la de Moore, quien quisó dar un giro de tuerca y basándose muy claramente (como toda la crítica ha destacado, acertadamente) en G. Orwell ("1984", de la que hemos hablado asimismo).
Moore narra con su típica claridad y capacidad de generar angustia, un mundo que aparentemente está ordenado pero al que nada vendría mejor que un coqueteo con la anarquía. Si alguna vez tienen que explicar a una persona que haya estado en una isla desierta qué es el fascismo, no debe dudar en que prestarle estas viñetas, le será una gran palanca V. El concepto del "Gran Hermano" que ya advertíamos en Orwell aquí se duplica pero, sin querer que nadie se rasgue las vestiduras, los genios emulan a otros genios, pero buscan evitar excesivos paralelismos y hasta se permiten frivolidades como giros de tuerca.
"1984" es una obra maestra en su género, pero que quizás, especialmente en su desenlace, peque de potenciar hasta el determinismo el poder de una sociedad opresora. Por supuesto, en la ucronía planteada por Moore, hay muchachas que se ven obligadas a prostituirse, pervertidos agentes de la ley que abusan de su autoridad, aniquilamiento de la cultura... Pero quienes están en la cúpula son igual de miserables que todos los demás. ¿Acaso no ha sido siempre el líder del Big Brother un personajillo más que también desea que le amen y le feliciten la Navidad? Para estos diseños, hay que hablar de David Lloyd. Moore humaniza al enemigo de su "héroe", lo cual lo hace mucho más trágio y verosímil.
Todo en Moore es espectacular y visible a kilómetros de distancia, su forma de escribir y hasta de vestir destacan a cualquier observador. Lloyd, igual que otros dibujantes que han tenido la fortuna y la desgracia de convivir con este obseso del detalle, puso una faceta muy personal en su cómic. Si Moore quiere que la sociedad se mire en el espejo, Lloyd grita la verdad a la cara. Su ritmo narrativo y forma de humanizar a todos (aquí no hay grandes héroes ni villanos mega-poderosos, todos son individuos muy terrenales). Sin él, el resultado hubiera sido muy distinto.
El irreductible rebelde galo que parece oponerse a este Imperio tan temible como lleno de pies de barro, no es otro que un terrorista (a los ojos del poder establecido) llamado V. Bajo una máscara de Guy Fawkes, lanza misteriosas proclamas en los televisores y agrede a los cimientos del sistema. Aunque muchos creen que es un lunático fácil de cazar, un avispado funcionario llamado Edward Finch sabe que para adentrarse en la laberíntica mente de alguien que no tiene nada que perder, habrán de pensar como él... y eso es aterrador.
Ese camino será llevado por dos personas, a un lado Finch, mientras sus otros camaradas se chocan una y otra vez ante los audaces planes de un hombre que en solitario y recitando oscuros pasajes literarios ya olvidados por un mundo asilvestrado, les pone en jaque. Y en segundo lugar por una joven muchacha llamada Evey, oveja negra, niña perdida y que mendiga en la calle dispuesta a todo hasta que se cruza con el misterioso benefactor que la hace salir de la caverna en la que ha vivido.
Verdaderamente estamos ante una obra mayúscula, un cómic que trata con una naturalidad increíble temas tales como la falta de libertad, el anarquismo, la frustración sexual, el temor al diferente y mil cuestiones más, con una facilidad envidiable. Asimismo, como el propio Moore ha admitido, ciertos aspectos como la guerra nuclear o ciertos aparatejos electrónicos, no les han dejado como excelentes oráculos ni a él ni al magnífico David Lloyd en un trabajo que justifica toda una carrera como dibujante.
Por favor, no dejen de leerla si alguna vez cae en sus manos. No se arrepentirán.
PD: Como verán, he omitido cualquier mención a la palabra "novela gráfica". Creo, sinceramente, que es una expresión que nunca me ha convencido, parece como si al tratar de ensalzar un cómic o tebeo, se tuviera que especificar que pese a estar hecho por este medio tiene pretensiones literarias. El propio Moore, habla de "V" como uno de sus primeros intentos de hacer una serie regular de... cómics.
Brutal obra de Moore, con un trasfondo bastante más complejo de lo que aparenta.
ResponderEliminarCurioso además que lo hayas analizado ahora, que tan de moda está el tema de Sinde y su sacrosanta madre, teniendo en cuenta que la mayor fuerza de oposición, lo "anonymous", usan la máscara de esta obra como forma de representación de su colectividad.
Y muy de acuerdo también con tu negación a usar el esnobismo ese de "novela gráfica". Aquí se leen cómics joder. Con dos cojones.
Sí, el equipo creativo de V no deja nada al azar. No sabía lo de la protesta enmascarada contra Sinde, curioso dato.
ResponderEliminarEn cuanto a lo de novela gráfica, pues sí, ciertamente, aunque no pasa nada por usarlo, siempre he preferido tebeos y cómics, que es como fueron concebidos.
Gracias por postear Easmo