lunes, 15 de marzo de 2010

UNA PLUMA CON IRA



Autor: John Steinbeck.

Título: Las Uvas de la Ira. The grapes of wrath.

Primera edición: 1.939.

Edición manejada: CATEDRA/Letras Universales.

Edición: Juan José Coy.

Traducción de María Coy

Huele a carretera, una mezcla de gasolina con chatarra. A medio camino de un mundo aterrador donde anochece pronto y nunca llega a amanecer la esperanza. No os mentiría si os dijera que ha sido una fácil lectura. La narrativa bien puede ser muy fluida, genial en ocasiones, pero el tema ha sido tan profundo y duro, que era casi inevitable pasarlo un poco mal viendo las desventuras de los Joad, familia imaginaria (pero no tanto) de la que se vale el premio Pulitzer Steinbeck para relatar las miserias de la sociedad post-crack del 29.

Bastante más infravalorado de lo pudiera parecer a simple vista, este autor llegó a hacerse merecedor del prestigiosísimo Nobel de Literatura en 1.962, ha sido en ocasiones ninguneado de un puesto que no deberia discutírsele entre los autores contemporáneos. Tuvo el atractivo de apostar, como Rick en Casablanca, por el bando perdedor, dando un poco de cancha en sus páginas a los más oprimidos, en una jaula capitalista donde los de siempre seguían funcionando a marchas forzadas. Esto llevó a acuasiones de extremo socialismo, paranoia con el comunismo... en fin, nada que no pudiera remediar el lamentable Red Scare y la triste Caza de Brujas, no en Salem, sino en la supuesta tierra de la libertad y la tarta de manzana.

No obstante, creo que los Joad, especialmente Tom (con quien empieza la obra, señalándole desde el principio como eje protagonista), distan mucho de otra pretensión política que no sea la universal de que todo ser humano está revestido de un mínimo de dignidad y derechos. Steinbeck los saca de las muchas familias que se ponen en ruta a California, teniendo en cuenta la expropiación de sus tierras por el monstruoso banco (que es algo así como un Leviatán, una cosa amorfa, sin rostro humano), en busca de una Tierra Prometida. Varios críticos literarios apuntan un símil bíblico en esta premisa, de un pueblo condenado al eterno éxodo en el desierto. Sirva la metáfora de la tortuga, que, por manoseada y trillada, no debe subestimarse, siendo uno de los mejores ejemplos de fábula corta, directa y apabullante.

La premisa pues, es simple, familia desahuciada por unas reglas que no comprenden, se ven forzados a pasar penurias y empleo. Desgraciadamente, a nivel mundial actual, varias personas se sentierían bastante identificadas con los Joad, tocándose muchos palos que generan ampollas...emigración, hambre, soledad, insolaridad... Fácil de decir, pero Steinbeck mete el dedo en la herida y aprieta, hasta que llegamos a verles como personas de carne y hueso. Tom, que tiene la marca de Caín en la frente por su pasado presidiario, se convierte en el líder espiritual del sector de los varones (a pesar de no ser el mayor, en una clara prueba de su rebeldía), además es el marginado de los marginados, ya que está violando su libertad bajo palabra. Salvo un pequeño oasis, los problemas y carencias se multiplicarán, aunque, misteriosamente, también trabarán nuevas amistades... las que solamente pueden surgir de la necesidad.

Pero, aunque Tom parece el predilecto de Steinbeck, con primacía sobre los varones (incluyendo a Padre, al remordido tío John, al motorizado Al y un amplio etceterá), el alma y eje de la familia es, y será simpre, en Las Uvas de la Ira, La Madre. La matrona es aquí la figura más extraordinaria que se encuentra, el fino hilo de la cordura en un mundo destrozado ("Cuando tienes algo que pedir, solamente puedes hacerlo a los pobres") y la que evita las deserciones que por otro lado se producirán. Una de ellas (tupido velo para los que estén pensando en leerla) será nefasta para una de las hijas, Rose of Sharon, la quebradiza y embarazada criatura, de la cual se vale para el agridulce epílogo, del mismo modo que lo hace previamente con Tom en el inicio. Dudo mucho que en unos momentos tan machistas, un autor se dedicará a una escena tan memorable como cuando la mujer amenaza a toda la familia, padre incluído, ante la opción de dividirse.

El desgarrador drama humano y el discurso ha sido muchas veces intentado emular, pero en pocas ocasiones con el mismo y sincero efecto, que solamente puede venir de quien de verdad siente lo que les pasa a sus personajes. Aunque determinados tramos pueden ser conmovedores pero repetitivos, otros alcanzan una belleza y realismo muy sugerentes (el mundo del concesionario, el excelente secundario que es El Predicador...), formando un bello panorama que hace que siga siendo una obra de continuada consulta.

Con relativamente poco tiempo de margen, se elaboró una más que correcta versión cinematográfica de Las Uvas de la Ira (demostrando una vez más su categoría de clásico al instante), bajo la dirección de John Ford y con Tom encarnado por el prestigioso H.Fonda. A los seguidores de Steinbeck les interesará ver ciertos paralelismos que mantiene con otras de su producción. Particularmente a mí me ha hechos rememorar aspectos de "La Perla". Un marco de luces y sombras (sobre todo la segunda), de perdedores que hayan la derrota... y misteriosamente gracias a ella, sacan fuerzas para salir adelante.

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