Minnesota. Nieve, frío, una buena taza de café, la cancha de los Wolves y... Fargo. Para las personas que no somos de los Estados Unidos, esos conceptos podrían ser un torpe boceto del interesante lugar donde transcurren los hechos de Fargo (1996), una de las mejores películas firmadas por los hermanos Coen. Un dueto que es sinónimo de asociación fecunda para el séptimo arte en las últimas décadas. La noticia de que se iba a firmar una serie con el beneplácito de la pareja y con esa atmósfera de falsos hechos reales solamente podía generar expectación entre el público.
Cualquiera que haya visto el episodio piloto sabrá a lo que me refiero. En primer lugar, el show reúne a dos tremendos actores, Martin Freeman y Billy Bob Thornton. El primer encarna a Lester, un vendedor de seguros acomplejado pero amable, un tipo que suele vivir a la sombra de los demás, eclipsado por el éxito de su hermano menor. El segundo ejerce el rol de Malvo, un misterioso individuo que un día coincide con Lester en el hospital. Lesionado por un antiguo matón de su colegio que se pavonea de su fuerza, usando al vendedor como víctima frente a sus hijos, los dos desconocidos entablan una conversación que se va tornando en un pacto. Un acuerdo con el mismísimo diablo, por cierto.
Es el vibrante arranque que propone el guión de Noah Hawley, muy fiel a la atmósfera y a la esencia de la película que lleva el mismo título que su serie. La insólita y casi involuntaria alianza provocará un terremoto que salpicará a toda la comunidad. Cada ingrediente está en el cóctel: humor negro, diálogos ingeniosos, giros inesperados y una investigación policial a la altura. Allison Tolman encabeza esta facción con su creíble y adorable agente Molly, recogiendo el testigo de la competente y campechana agente que firmó Francis McDormand años atrás.
El elenco de secundarios es nutrido y tan interesante como los protagonistas. A destacar, entre otros, la figura de Stavros Milos (encarnado por Oliver Platt), hijo de inmigrantes griegos y dueño de una próspera red de supermercados, quien va a sufrir un chantaje de bíblicas proporciones. También podríamos mencionar en este apartado a Keith Carradine y su agradable cafetería, un lugar donde apetecería hacer un alto en el camino tras echar gasolina. O, una de las joyas de la Corona, los dos matones judíos que perseguirán durante un tiempo a Lester.
En definitiva, un casting escogido con mucho gusto, teniendo muy buenos profesionales para cualquier papel, por pequeño que pueda ser. Así, encontramos a Kate Walsh (espléndida en todos los sentidos) o la promesa de que la segunda temporada tendrá nombres como Ted Danson, Kirsten Dunst o Jean Smart. Una inversión muy potente que se ha cimentado en la buena dirección (Adam Bernstein, C. Bucksey, etc.) y la adecuada música de Jeff Russo.
Sin embargo, todo en esta vida es mejorable y, aunque pueda ser cosa subjetiva de uno, la primera temporada de Fargo va teniendo un arco muy interesante que se desinfla un poco; a lo mejor no en interés o calidad de actuación pero sí en verosimilitud, produciéndose una serie de casualidades y evolución de los personajes que casi van pidiendo, por favor, el movimiento más rocambolesco que se pudiera dar.
En definitiva, un casting escogido con mucho gusto, teniendo muy buenos profesionales para cualquier papel, por pequeño que pueda ser. Así, encontramos a Kate Walsh (espléndida en todos los sentidos) o la promesa de que la segunda temporada tendrá nombres como Ted Danson, Kirsten Dunst o Jean Smart. Una inversión muy potente que se ha cimentado en la buena dirección (Adam Bernstein, C. Bucksey, etc.) y la adecuada música de Jeff Russo.
Sin embargo, todo en esta vida es mejorable y, aunque pueda ser cosa subjetiva de uno, la primera temporada de Fargo va teniendo un arco muy interesante que se desinfla un poco; a lo mejor no en interés o calidad de actuación pero sí en verosimilitud, produciéndose una serie de casualidades y evolución de los personajes que casi van pidiendo, por favor, el movimiento más rocambolesco que se pudiera dar.
Y eso me ha restado, curiosamente, interés al final. Tal vez, porque esperaba menos apuestas arriesgadas en Las Vegas y más escenas en esas pequeñas tiendas de comestibles, miradas indiscretas a la ventana de los vecinos y jefes campechanos (impresionante Bob Odenkirk, un regalo para la caja tonta) pero que no valoran lo suficiente la sagacidad de sus agentes. Muy salvable es la historia de amor de Molly con Gus (Colin Hanks), pero los derroteros de Lester y Malvo van tomando la hipérbole a pasos agigantados.
Eso es una pena porque convierte dos ejercicios de actuación muy notables en personajes muy inhumanos, casi salvajes, con los que es imposible empatizar; algo que sí ocurre, sin duda, en sus primeros episodios. Es la puntada sin hilo que le echó en falta a esta Fargo, por más que espere impaciente esa próxima temporada.
Con todo, parece haberme confirmado el experimento en la teoría de que atrae mucho más lo excepcional que se cuela en lo cotidiano a vender que lo excepcional es la moneda corriente.
FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES:
http://blogs.diariodenavarra.es/fuera-de-serie/por-que-no-estas-viendo-fargo/
http://www.rantlifestyle.com/2015/01/11/15-things-you-didnt-know-about-fxs-fargo/
http://www.oscarcine.com/index.php/foro/16-series-de-tv/46387-fargo